Deseos Paradisíacos de un Vampiro(editando)

Capítulo 11 No te dejaré ir

CAPÍTULO 11

 

 

Bajo sus insistentes palabras.

 

 

—¿Puedes parar de arrastrarme por todo el salón? —Le grité.

—¿Porqué? —Habló encima de mi voz—¿¡Porqué haces todo para torturar me!?

Lo miré con obviedad mientras me deshacía de su agarre.

—Señor Hadleyins está actuando no muy acorde con su estatus, ¿lo nota?

Bufó.

—Está bien, quieres jugar de ese modo. Bien.

—¿De qué estás hablando?

Volvió a arrastrarme por todo el salón pero esta vez hasta afuera, llegamos a la limusina, entró y sin nada de cuidado hizo que yo igual entrara. Me posicionó sobre sus piernas y mi miedo llegó al tope cuando vi sus colmillos mostrarse. Me temblaba el cuerpo y no precisamente por la erección que sentía bajo mis muslos sino, miedo por lo que pudiera hacer. No le importó en lo más mínimo mi estado, acercó mi cuello a su rostro y clavó su boca allí. El dolor era insoportable, sentía como si estuviera succionando todo de mí, lo intentaba alejar pero no me dejó. Luego besó mis labios, mientras que con los ojos llorosos lo observé.

—Eres un monstruo. —posicionó su mano sobre mi frente y la alejé—. No, quiero recordarlo.

—¿Y qué esperas para alejarte de este monstruo, Ciliegia?

Se alejó y volvió a salir del auto. Mi cuello sangraba lo suficiente como para manchar todo mi escote. Mis fuerzas se iban y sentí poco a poco como me desplomaba.

...

Estaba cansada, algo fatigada pero de igual forma decidí salir.

mensaje:

“Ya voy de camino” envié.

Había quedado con Camila para ir en la mañana de hoy a ver cómo seguía. Obviamente ni si quiera había terminado de peinarme pero debía avisar para que supiera que sí asistiría. El timbre se escuchó en todo el departamento, fui a ver quién era y al abrir la puerta era Evangelo.

—Fuera de las puertas de la empresa usted no tiene derecho sobre mí. —intenté cerrar la puerta pero él lo impidió con su enorme mano— ¿Qué es lo que quiere? —solté harta.

—Vengo a visitarte, ¿Eso es un pecado? —puso las manos arriba.

Hablando de pecados, debo ir hoy a la iglesia, espero no olvidarlo.

—Ja. Tú vendrías siendo el pecador más grande seguro. —hice una mueca.

—¿Estás molesta aún por lo de ayer? propuse borrar tus recuerdos de ese momento y te negaste.

Como si eso fuera una excusa.

—Eso no iba a cambiar nada.

Se encogió de hombros.

—Odio que hagas eso. Me siento como muñeca, me llevas de un lado a otro a tu antojo.

Estoy cabreada.

Termino de abrir la puerta, me hice a un lado y lo dejé entrar pues no me quedó de otra. Se puso a curiosear de lleno, tocando fotos, abriendo cajones.

—¡Ey! —le arrebaté un cuadro—. No toques mis cosas.

—Tu casa es cálida, con razón tienen ese dicho ustedes “Las cosas se parecen a su dueño”

—En efecto. Tu casa parece el polo Norte, como tú.

Rió fuertemente y se acercó a mí.

—Veo que estás por salir, te acompaño.

Me encogí de hombros.

—¿No tienes nada mejor que hacer que molestarme? ve a chuparle la sangre a alguien más, vete.

—No. No podría, tú y yo estamos unidos por un pacto. —tomó un mechón de mi pelo y empezó a jugar con el.

Ah.

—No me digas. Muy curioso la verdad. ¿Y de qué trata?, nunca me enteré, Ciliegia.

Estaba empezando a colmar mi paciencia.

—Deja de llamarme así.

—Everett me contó que tu amiga ha mejorado. —Sonrió con malicia.

Detesto que cambie de tema cada dos segundos.

—¿Qué le hizo?

—No lo sé, el caso es qué no pudiste visitarla en estos días, hoy lo tienes libre. ¿La irás a ver?

¿Leyó mi mente o qué?

—Sí, se me hace tarde por cierto. ¿Ya te vas?

—Yo te llevo.

—No iré ahora.

—Espero a que llegue la hora.

—Pediré un taxi.

—No te dejaré ir en taxi. —negó al hablar y tomó asiento en mi sillón.

—Debo organizar cosas antes.

—Te ayudo.

—Son muchas cosas y debo arreglarme.

—No me importa cuanto sea, te ayudaría hasta el amanecer.

Espera, ¿habló en doble sentido?

—Tardo demasiado arreglándome.

Se acomodó en el sillón.

—Esperaré a que termines.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.