Deseos Paradisíacos de un Vampiro(editando)

Capítulo 13 ¿Quién eres realmente?

CAPÍTULO 13

 

Una mirada cómplice mientras que el depredador trama si esperar a la noche o cazar su cena temprano.

 

 

 

Salimos al jardín y nos acercamos a los hombres.

—Mira Nova —sonrió—. Vengan más seguido a la casa, hablar con Evangelo ha sido agradable.

Él y Evangelo se dieron un abrazo. No voy a negar que en el fondo si me gustó que él le cayera bien, y no lo sé, sólo sentí algo bonito en el pecho cuando los ví.

—Lástima que tengamos que irnos, se ve que si lo han pasado bien. —me abracé a mi misma.

—Seguro ella no va a querer traerme de vuelta, —me miró—. pero me aprendí el camino así que me verá seguido aquí.

Ambos rieron y fue algo contagioso, porque Camí y yo también lo hicimos.

—Si no fuera por esa diligencia que tengo que hacer y porque el señor también tiene la tarde ocupada, está claro que lo hubiera permitido. —me miró con burla—. ¿qué? si lo hubiera hecho. Como sea, ya debemos irnos.

—Cuídense, la próxima vez vengan a cenar, hay muchos cuartos en la casa, podrán quedarse a dormir si desean.

—La invitación es muy... —lo interrumpí antes de que nos metiera más al medio.

—Es muy gentil, pero no creo que sea lo más prudente. Sin embargo claro que volveremos, yo principalmente, lo sabe.

Nos despedimos y dimos por empezar el viaje de regreso.

—¿Puedes apagar el aire? me estoy muriendo de frío y eso que son las 2 de la tarde.

—Se nota que tienes frío.

Giró en mi dirección en un movimiento fugaz, hice lo mismo en su dirección y lo ví sonreír.

—¿De qué te ríes?

—Amo el hecho de que no uses sostén, ¿tiene un trasfondo?

—No, y no te lo diría.

Bajé mis ojos hasta mi pecho, dándome cuenta de porqué lo decía. A pesar de tener los cubre pezones, se marcaban, demasiado. Mi única reacción ante eso fue acomodar mi camisa, cubriendo o intentando hacerlo cruzando mis brazos.

—¿Estás tensa o te falta placer?

Ja.

—Para ser un hombre de mil años parece que no has perdido el sabor del sentir.

—¿Mmh? No llego ni a los quinientos corazón. —inquirió indignado.

Alcé mis cejas sin poder creer una sola palabra.

—ah, ¿sí? ¿cuantos años tienes?

—La misma pregunta otra vez... —suspiró—. ya lo dije.

—Hace cuanto no.

—Trescientos ochenta y siete.

¿Qué?

—¿Qué? —repetí.

—Mi edad.

—Vaya... Que viejo eres. Podrías ser mi ancestro.

Me miró con el ceño fruncido.

—Solo te llevo trescientos sesenta y dos años, no es para tanto.

—Hablas como si fuera la cosa más normal y obvia del mundo Evangelo Hadleyins.

—Quizá porque lo es, Nova Presley

—No. Quizá para ti por ser vampiro te parece normal, ¿no lo crees? —hablé fastidiada.

—¿Sabes qué? olvidemos el tema.

—Como quieras.

—No me concentro.

—¿Porqué?

—Tengo ganas de hacer todo menos hablar contigo ahora mismo. Pasa a la parte de atrás por favor.

—¿Qué? 

—No lo sé, pasa a la parte de atrás.

—¿Es en serio?

—No me concentro hermosura, así que si no quieres que te tome de la cadera y te dé hasta que anochesca obedece.

—La amenaza es excitante. Hay que admitirlo. —lo reté mientras me encogía de hombros.

De igual forma quité el cinturón de seguridad y pasé hasta atrás, colocándome de espaldas.

Bajé de allí y tomé asiento atrás. Cuando me senté lo ví, se había quitado el cinturón y me miraba con sus ojos carmín brillantes.

—Tu intento fallido de seducción ha quedado aquí.

Esperaba todo menos que cediera, la verdad me sentí muy desilusionada. Con rabia volví a colocarme el cinturón y lo ví observarme por el espejito. Lo fulminé con la mirada y volteé el rostro a la ventana. Llegamos más rápido a la ciudad, él me dejó en mi residencial y de ahí, esperé a que se fuera para tomar un taxi. Ya eran las tres y pico, por lo que no importaba si llegaba más temprano, es mejor antes que tarde. La iglesia era muy linda, la palabra "enorme" sería más adecuada a su tamaño, no habían personas, todo estaba muy tranquilo y una pequeña brisita pude sentir entrando por las ventanas.

—Que bueno que ya llegaste.

Era Eliza.

Me acerqué y le dí un pequeño abrazo.

—¿Cómo has estado corazón?

—Gracias a Dios, bien. Espero tu también. —asentí—. Tomemos asiento mientras esperamos que el padre culmine  con la otra persona.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.