Deseos Paradisíacos de un Vampiro(editando)

EXTRA

Italia - Año 1818

 

Evangelo

El tiempo transcurría y mi amor por ella no paraba de acrecentarse. Lamentablemente mi confianza la había perdido.

La observaba bailar a la orilla del puente— No quiero alejarte de mi Beatríz.—Repetí tantas veces que mi lengua se desgastó.

Susurré.

Desde que la conocí supe que estaba hecha para mí, pero mi condición lo empeoraba todo. El conde me pedía ejecutar tantas personas y quemar tantos acuerdos firmados que ya empezaba a cuestionarme si el infierno estaba bajo tierra o en mis manos. Odiaba el hecho de ser un depredador, sin alma, sin vida, sin querer. Me fatiga a el hecho de no poder hacer el amor con la mujer que amo por el simple hecho de ser el dolor hecho persona. Maldigo cada uno de los días que he vivido desde mi pacto con Lorvil.

—Despierta...

Abrí los ojos y vi una silueta masculina, algo distorsionada. Me hablaba y trataba de entenderlo pero no podía ni siquiera podía verlo con claridad, mi vista estaba totalmente nublada.

—¿Estoy muerto?

Negó aquél hombre.

—Estás vivo en el mundo de los muertos. —al fin pude ver su rostro.

Tragué en seco al verlo sonreír mostrando colmillos afilados a sus costados.

—No temas, soy tu Salvador.

—¿Me ha salvado? ¿cómo?

—Ahorremos las explicaciones —en su mano vacía apareció un papel en blanco.

Me levantó del suelo, sacó una daga de su bolsillo y la posicionó sobre mi mano haciendo un corte alargado.

Gemí de dolor.

Las gotas de sangre cayeron sobre el papel manchando toda la hoja.

“Te he salvado de la muerte y ahora tu alma me rendirá súplica”, pronunció mientras presionaba mi mano con la daga.

Sus ojos se tornaron carmín; mi cuerpo comenzó a temblar, clavó sus colmillos en mi muñeca y el dolor que sentía era insoportable. Mis venas se marcaban hasta parecer querer explotar, estaban oscuras y mi vista estaba totalmente roja, no podía ver absolutamente nada hasta que caí inconsciente.

Todo fue muy nuevo y extraño, todo era lamentos y llantos. Pero, ¿de verdad me había salvado o solo me había condenado?

Tomé de la mano a Beatríz y ella me miró confundida.

—No quiero que nos veamos más.

—Eso dijiste la última vez y aquí estás.—alzó una de sus cejas y me sonrió.

—Fue un error, yo no debí haberte escrito esa carta y tú no debiste haber venido. —la solté.

—Es usted un idiota. No sabe lo que quiere. —cruzó sus brazos.

—Si sé lo que quiero sin embargo lo que quiero no puedo tenerlo a mi lado. —acaricié su mejilla— es peligroso estar cerca mío, ¿no lo comprendes?

—Everett dice que soy una buena mujer y que te daré muchos hijos, ¿cuál es el problema?

Moría de ternura con el solo ver sus ojos.

Suspiré.

—El conde te quiere... yo no puedo estar cerca de ti, ya no.

Maldito Lorvil, maldito conjuro, maldita eternidad. La muerte me arrebató a los que amaba y morir... ya no puedo morir, vivo quemandome vivo. Ella, desgraciadamente, lleva en sus venas la sangre escogida para el ritual de inmortalidad absoluta, que es lo que quiere él.

— No la querrá, no como yo... la utilizará y luego la matará. —dije observando la pintura de su rostro en la pared.

Pero no fue así, no lo hizo. El libro contenía el hechizo incompleto y no lo pudo realizar. A pesar de que mi Beatríz ya no le serviría me ordenó convertirla en una vampiro. Con todo el dolor de mi alma tuve que obedecer; sufrí en carne propia cada instante viéndola arder, retorcerse, verla sufrir y llorar por cada uno de los seres que amaba, todo. Pero fue hasta ese día, ese día cuando todo cambió. El segundo libro apareció, ella se volvió en mi contra gracias a las mentiras de Lorvil y me traicionó, cuando realizaron por milésima vez el hechizo todo fue un caos y abandonaron el castillo, se alejó y se largó después del suceso en la montaña Dioforius, luego de eso no supe más de ella. Quedándome con la duda de sí realmente le importó mi amor. La Beatríz vampiro no era mi Beatríz, mi Beatríz era una mujer pura, de buen corazón, de alma serena y muy terca, sin embargo la Beatríz vampiro era una altanera, sin inocencia ni escrúpulos, traicionera que solo pensaba en su bienestar.

Antes de él también se sabe que hubo un hombre del cual se sospechaba que era también un vampiro, la gente le temía y no se les acercaban, lo cual al final si resultó. Gracias a sus poderes Lorvil fue reclutando personas endeudándolos con pactos y ofrecimientos a los que no se negarían y que no podrían pagar.


Escuché pasos a lo lejos y al girar el rostro ví a mi hermano, regresando al presente dejando atrás los recuerdos.

—Esas cartas te harán daño...

—La extraño Everett, si pudiera me mataría ahora sin esperar más, pero no puedo hacerlo. Sé que Lorvil no me dejará descansar en paz y mi cuerpo arderá en el infierno por todo lo que he hecho.




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