Deseos Paradisíacos de un Vampiro(editando)

Capítulo 19 Everett besa a Nova.

CAPÍTULO 19

 

A veces no son sentimientos sino,

 un escudo para impedir a toda costa 

eso que no queremos que suceda.

 

 

Nova

—¿Cuanto tiempo seguiremos aquí? ¿Has hablado con Evangelo?

Observé por milésima vez a Leroy comer su almuerzo.

—Solo tenemos una semana aquí.

—Aún sigo perdida.

Escuché mi celular sonar por quinta vez.

—Te ruego que me lo devuelvas por favor, es Camila y está preocupada por mí. Llevo días desaparecida...

—Lo siento, pero sigo órdenes y debo cumplirlas.

—¿Qué tiene que ver el teléfono en todo esto? —lo miré con obviedad— simplemente pásalo y ya idiota.

—¿Puedes parar de insultarme‽ por Dios. Estás cansándome.

—No puedes hablar en serio. —solté con rabia— ¿Tú estás harto?, ¡Yo soy la que está encerrada aquí y ni siquiera me dejan salir a conocer la ciudad en la que me encuentro prisionera!, no creí que mi primera visita aquí sería tan desagradable.

Tragó en seco.

—Es por tu seguridad, ¿Comprendes?

—Mira, vete al Diablo con esa mierda. Yo no les he pedido protección, ¿porqué la necesito?

Escuché la puerta ser abierta y miré en su dirección, del interior salió Everett, venía con una bandeja en sus manos. La colocó en la mesa y me miró de pies a cabeza, analizándome. Tomó asiento del otro lado de la mesa, echó la cabeza atrás y cerró los ojos.

—Mira, lo único que puedo decirte es que cuando regresemos... Evangelo va a contarte todo, ¿De acuerdo?, ahora relájate y puede ... que te dejemos salir a pasear.

—¿En serio?, gracias. —lo miré con una leve sonrisa y el siguió comiendo.

Volteé a ver a Everett.

Suspiré y decidí romper el hielo.

—Creí que los vampiros solo comían carne cruda y bebían sangre. —Le dí un bocado a mi comida.

—sí, de hecho mi almuerzo acaba de hablarme. ¿Cómo preferirías que te coma, con salsa agridulce o aderezo blanco? —gruñió.

Abrió levemente los ojos para mirarme, al notarme enojada, sonrió.

Leroy soltó una risita algo contagiosa pero por orgullo no me dejé llevar por ella.

—Ja. Ja. Qué gracioso. Tienes el sentido del humor más deprimente que he visto. —contesto.

—¿Yo‽ No. Sólo que prefiero otro tipo de diversión en cuanto a mi sentido del humor.

—No podría decir lo mismo del tuyo  que

—No sigas. Cállate. No tengo ganas de seguir esto.

—¡No me interrumpas!

—¿O sino qué?

—Eso debería de decírtelo yo. Si no me callo, ¿qué?

Leroy se retiró de la habitación con su plato en manos. Dejándome sola con él. Lo miré retándolo, de alguna forma me gustaba provocar su molestia. Sus cejas se curvaron, aprovechó y abrió los ojos nuevamente, se levantó, caminó hacia mí, me tomó de los hombros, me levantó de la silla y me besó. No supe cómo reaccionar, intenté apartarlo pero mis ganas de hacerlo fueron disminuyendo al sentir su lengua tocar la mía. El beso era pasional. Pero rápidamente al escuchar pasos detrás, se apartó y yo quedé llena de dudas. Limpié los restos de saliva en mis labios y volví a sentarme. Él me miró y luego se fue, chocando el brazo de Leroy al pasar apresurado.

Las horas pasaron y yo no podía dormir, pensaba en Camila y en Evangelo. Me preocupa el no saber nada de él. No me dejan hablar por teléfono y no me explican lo que sucede.

Escuché el sonido de la puerta al ser tocada.

—Adelante.

Era Everett. Estaba sin camisa y su pelo goteaba, haciéndome suponer que acababa de salir del baño. Su presencia era igual de imponente que la de Evangelo pero de alguna manera era distinta. Su cuerpo era muy "llamativo", sus músculos eran perfectos, todo en el parecía llevar un orden de armonía, su abdomen bien definido y su piel era muy pálida. 

Tragué en seco y me senté sobre la cama.

—¿Qué sucede?, ¿Qué haces aquí?

—¿No puedes dormir?—habló sobre mis palabras.

—Odio que me respondan con otra pregunta.

—Estoy aquí para pedirte disculpas por lo del beso. Es todo.

—Fue algo imprudente de tu parte. —dije sin darle mucha importancia.

—Lo sé pero fue un impulso.

—Debería controlarte mejor la próxima vez.

Bajó la vista por mi cuerpo analizando cada centímetro. Luego me levanté de la cama y hablé.

—No sé que es lo que quieres conseguir.

—Debiste alejarte de él, de nosotros, no nos conoces, no sabes sobre nosotros, sobre nuestro mundo.

—No me importa.




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