Deseos Paradisíacos de un Vampiro(editando)

Capítulo 25 Yo no sé pedir disculpas

CAPÍTULO 25 BORRADOR

Por la noche...

 

—Ya que estamos todos y bueno... Camila, eres bienvenida, siéntete como en tu casa. —Dijo Evangelo— Supongo que ya lo sabrás todo, ¿no?

Camila asintió.

—Solo que ... es mucha información para procesar Evangelo pero sí, trato de comprender la mayoría de las cosas y si se trata de proteger a mi amiga y los humanos en general pues... me apunto. —Me sonrió y colocó su mano en la mía sobre la mesa.

—Bien, esta noche olvidemos lo que ha sucedido estos días, cenemos en paz aunque sea por hoy. —Dirigió la vista a mí y relamió su labio inferior.


“Ay, que bonito todo: somos todos una familia feliz”, soltó Geline.

—A todo esto no sé qué hace ella aquí Evangelo. —luego de darle un vistazo a la chica, volteé a verlo a él.

Suspiró.

—Everett me dijo que ella es una ex empleada de su empresa. —Comentó Camila mientras comía.

—Exacto. Es una ex empleada, no tenía porqué volver a la empresa y no tiene nada que hacer aquí. —hablé con negación.

—Luego te cuento, comamos. —Intentó ignorarme.

—No, quiero que hables ahora.

—Dije que comas Nova. —señaló mi plato con su tenedor. Me miró con seriedad, no tanto eso, era como rabia o no sé si solo intentaba que hiciera lo que me decía.

Alcé mis cejas y lo miré perpleja. Todos en la mesa tenían sus miradas en nosotros con la excepción de Everett que al parecer parecía darle gracia lo que sucedía. Él comía tranquilo.

—No. Habla. —Continué.

—¿Quieres saber qué es lo que hago aquí Nova? es simple, estoy esperando un hijo de Evangelo. —Habló Geline— Y como comprenderás, no puede dejar a su mujer fuera de sus brazos.

En ese instante recuerdos de la primera vez que los vi a ellos dos juntos, vienieron rápidamente a mi mente.

—¿Qué es lo que dices?—dije sin creerlo.

—¿O qué creías, que la panza es de Everett? hazme el favor. Pero al menos esto me sirve para ponerte en tu lugar, ¿no?

—Geline Cállate.. —Everett intervino más sin embargo ella no lo escuchó.

—No eres alguien importante aquí, yo sí. Estoy en todo mi derecho de estar junto a él y siempre junto al padre de mi hijo.

—¡Geline Basta! —gritó Evangelo haciendo que todos en la mesa se espantaran.

Sin embargo yo no me moví. Tardé unos segundos en reaccionar, le dí un vistazo a Geline tratando de entender sus palabras porque todas y cada una de ellas me golpearon de tal forma que eran increíbles para mí. Estaba clara la relación, si es que se le puede llamar relación, pero el caso es que ya lo tenía claro desde un principio. Lo que tenemos es sólo... nada.

—Leroy lleva mi cena a la habitación, si puedes, por favor. —me levanté de allí, tirando la servilleta en la mesa y di un portazo al entrar a la habitación.

Obvio que estoy enojada. Había olvidado todo lo que yo misma me había grabado en el cerebro.

Él y yo no somos absolutamente nada.

Cuando yo llegué él ya tenía una vida y yo tenía la mía a kilómetros de él pero no, tuve que venir y partirme la cabeza tratando de entender su mundo porque sí, es su mundo no el mío, el mío quedó atado al pasado desde el instante en que yo descubrí su secreto.

—Soy una imbécil pero él lo es aún más. —daba vueltas de un lado a otro mientras sentía un dolor infernal en la cabeza.

Cuando los vi por primera vez; El sobre ella, mordiendo su cuello y ella debajo de él, sobre su escritorio. Cuando él trató de hacerme creer que estaba equivocada con mi versión de la historia, él lo hizo porque no tenía pensado hacerme parte de su vida.

—Y yo soy una idiota por creer que de verdad él está haciendo esto porque de verdad me quiere. —caí en la cama.

No sentía dolor, solo decepción de mí misma por querer creer algo que no era real. Yo no sé si esto es cosa del destino o qué, pero si pudiera devolver el tiempo jamás entraría en ese edificio. Lo hubiera tachado en mi lista.


Tiempo después Camila vino para hablar conmigo, le conté que se veía divina con ese vestido azul pegado al cuerpo. También me dijo que estaba preocupada por como yo tomaría las cosas ahora. Y mi punto de vista siempre a sido el más distorsionado no solo porque ahora estoy entre seres sobrenaturales sino, porque siempre a sido así. Todos fueron a sus habitaciones, ya no había nadie en el salón. Yo caminé lentamente hasta el balcón de la habitación donde había pasado la tarde con él y ahí volví a verlo. Él estaba tocando un violín, el mismo violín que había visto en su casa aquella madrugada. Era justo la misma melodía que oí al levantarme.

Iba a tocar su espalda pero por impulso me eché para atrás y cambié de opinión. Me acerqué al otro extremo del balcón y me dispuse a ver el cielo. No se apreciaban muy bien las estrellas por la barrera pero igual se veía bonito.

—¿Cuando ibas a decirme que ella estaba embarazada? ¿porqué no me ahorraste esa vergüenza delante suyo?

Dejó de tocar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.