Deseos Paradisíacos de un Vampiro(editando)

Capítulo 28 Lo que ninguno quiere PT1 +18

CAPÍTULO 28

—Deja de perseguirme Evangelo. —Me detuve en seco y de golpe, le hablé.

—No puedo, no puedo Nova. Explícame.—Sujetó mi mano con fuerza, intentaba acercarme pero lo frené.

—A ver... —hice un sonido al golpear mi paladar con mi lenngua— ¿Qué es lo que pasa, eh? —levanté el mentón— ¿Que es lo que buscas, ah?

—¿Dónde estabas? salí y al volver no te encontré... —dijo con Suavidad— mandé a la mayoría de mis hombres a buscarte por toda la maldita isla, ¿Dónde estabas, Presley?

—Bájame el tonito, ¿sí? me da histeria.—Dí la vuelta.

—¿Tengo que repetir la pregunta?

Rodeé los ojos casi poniéndolos en blanco.

—Ajá. ¿Qué quieres qué te te diga, que salí? pues no, siempre estuve aquí.

—No soy imbécil. —Me tomó del mentón algo brusco.

Coloqué mi mano sobre la suya haciéndo que el agarre sea más fuerte.

—Te he dicho que estaba aquí y debes creer en mí.

Estaba molesto, rojo del enojo, obviamente no le diría la verdad. Me comprobó que era cierto y más lo que me dijo Claus, quizá sería capaz de quitarle la vida. Pero él nos estaba ayudando a pesar de que sea para la finalidad esa, de todas formas la información ayudó.

—¿Aún no sabes quién fue la persona que te traicionó?—bajó su mano.

—No. Ya no me interesa. No lo sé. —Se alejó de mí — Siempre he estado en medio de traidores hasta mi propia sombra es un traidor. —Suspiró y dejó la mirada fija en una esquina, tenía la mirada perdida.

—De quienes menos esperamos más recibimos...

Se giró con lentitud.

—¿Qué has dicho?

Parpadeé varias veces.

—¿Qué sucede, porqué me miras así?

—Fueron las mismas palabras que Lorvil me dijo cuando estuvo ahorcándome en mí oficina. —escupió con rabia cada palabra.

—Y-yo solo lo dije.

—¿Tú sospechas de alguien, sabes algo que quizás yo no? —hizo un ademán con su mano derecha y volvió a ladear la cabeza.

—¿Se puede desconfiar de todos, no es así?

—Mmhju.

—Pero menos de Leroy y Everett. En mente tengo a ...

Dudé y él me prestó más atención.

—No tengo idea le verdad. —Tragué en seco y me reincorporé.

—Bueno. ¿Qué pretendes que haga con mis hombres y tú? ¿Desapareciste con un hechizo o qué?

Acomodé mi cabello y con frustración lo miré.

—Eres increíble.

—Gracias.

—Pero no en el buen sentido, eres Irritable, Terco, Maleducado, Engreído...—Interrumpió.

—Te estás describiendo.

Ja.

—Cretino. —lo miré con una mezcla de indignación y obviedad— eso es lo que eres, un Cretino.

—Al menos por eso estamos juntos.

—Juntos suena a dos y tú y yo no somos absolutamente nada.

—Suena a lo que somos. —me miró de la barbilla a los ojos en un movimiento fugaz.

—¿Tú a dónde fuiste? Leroy no quiso decirme cuándo le pregunté.

—Fui a verme con Lorvil.

—¿Qué? —tuve que aclarar mi garganta porque casi me ahogaba con mi propia saliva— ¿Tú qué?

—Hicimos un trato: A cambio de mi libertad te entregaré a él.

¿Pero de qué carajo está hablando?

—Fruncí el ceño— ¿Estás loco? ¿De qué estás hablando?

—Me dejará en paz si te doy a él.

—¿Te estás riendo de mí?

Finalmente rió.

—Eres una idiota.

—¿Perdón?

—¿De verdad crees que haría algo así? —me tomó de la cintura y me abrazó.

—Tu seriedad me decía "Créele" y tus labios "No es cierto" no sabía que pensar. Deja de abrazarme. —lo quité bruscamente.

—Un poco de humor para la tensión entre nosotros.

Inhalé y exhalé.

—Fui a recibir a los reclutas que envió Isadora. Hay que doblar la seguridad en la casa, Leroy no puede mantener la barrera por siempre y además, son necesarios.

—¿Cuántos hombres?

—No solo son hombres.

—Hablé en plural, ya los vi.

—¿En serio?, primero que todos.

—Sí. ¿Hay algo que quieras decirme Evangelo? Sigues aquí.

—Tu sigues hablando y yo te respondo, es simple.

—Dices que por mí la conversación sigue cuando perfectamente sabes que fuiste tú quién no me dejó de seguir.

—Deja de estar molesta por Dios. Me disculpé

—Y Ella me dijo que no debía creerte, ¿porqué fue eso?




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