Deseos Paradisíacos de un Vampiro(editando)

Capítulo Final sin cortes⋆⸙30-31

CAPÍTULO Final

Todos los miraban, mientras caminaban. Con respeto e indiscreción se podrían describir sus gestos. Al ingresar en el lugar Leroy propuso dividir la armada en dos partes yendo así al valle de las almas la primera parte y la segunda yendo al antiguo castillo en la montaña Dioforius. Así se

—Revisen el lugar de pies a cabeza. Quiero que miren y traspasen las almas de los malditos vampiros sí es necesario y si no hay rastro de Lorvil regresan y toman el camino hasta el castillo. —ordenó Evangelo con su típico tono demandante. Los hombres asintieron.— Los necesitaré, y quien los acompañará será Everett, ¿De acuerdo?

Everett levantó una de sus cejas y casi riendo habló.

—Está bien. Pero ya cierra la boca, —miró a su alrededor— estás armando un desorden aquí. Nuestra raza es metiche, más de la cuenta, entonces, cálmate y piensa en lo que te dije. —colocó su mano sobre el hombro de su hermano y ambos se dieron una mirada cómplice llena de hielo.

Al retirarse todos se esparcieron por el lugar. Evangelo fue detenido por un viejo conocido.

—¿Estefan?—frunció el ceño.

El hombre río por lo bajo.

—¿Qué te trae por aquí pequeña rata?

Leroy iba a intervenir y Evangelo lo detuvo con una mirada.

—Mmh... Sigues siendo el mismo.

—El mismo. —confirmó.

—Me da gusto.

—Puede que a mí también. No puedo quejarme, recibo todo lo que pido aquí.

—¿Nunca pensarás en salir de las paredes de esta ciudad?

Se encogió de hombros.

—No me interesa salir fuera de la barrera. El conde es generoso con sus aliados.

—Esclavos dirás.

Negó.

—No soy un esclavo, soy un sirviente privilegiado.

—Es lo mismo. —resaltó con obviedad.

—Estoy lleno de esclavas sexuales, no puedo pedir más.

Evangelo no lo podía creer.

—No sé porqué me sorprende. Pero ya que tanto amas a tu conde, dime una cosa... o no eso, ordénale a tus perros falderos que bajen las manos o yo mismo me encargaré de cortarles la cabeza y por ti empezaré con el miembro, ¿Te parece?

El hombre notó su sarcasmo al hablar pero sabía que en medio de ese tono divertido se escondía la más seria verdad y que sería capaz de hacer eso y más. No dudó y con rabia e hizo un ademán con sus manos y aquellos hombres se revelaron, apareciendo detrás y alrededor del grupo.

—Siempre admiré tú inteligencia.

—Es lo que más le fascina al Conde de mí, por eso me convirtió en su esclavo chupasangre. —sonrió con cinismo.

—Ja. La modestia la olvidas eh. ¿Y qué es lo que quieres? ¿te dejo seguir tu camino?

—Sería lo más conveniente para ti y tu gente.

—¿conveniente? —alzó leve su mentón— Pues la verdad es que no, prefiero quedar mal contigo que con Lorvil.

Evangelo asintió.

—No lo dudo, en la situación tan deplorable que te encuentras, la mejor solución es irte con las sobras que encuentres en el camino.

—Es cómico porque hace años tú estabas en mis zapatos, de hecho no eran mis zapatos eran los tuyos. Pero me muero de ganas de conocer la humana de buenas piernas que te hizo enfrentar al Gobernador de todos nosotros. Aunque es obvio que no sucederá.

—No por mucho lo será y créeme, tú no vivirás para contar un final. —puso sus manos detrás de su espalda— Entonces no hay más elección para ti que soportar lo que se viene.

—De acuerdo. Pero que no se te olvide lo que te dije aquella última vez que nos vimos “No se lucha por algo que no existe” y esa mujer probablemente ya esté muerta. —sonrió provocante delante suyo y Evangelo no soportó.

Lo tomó del cuello y lo alzó, sus pies no topaban el suelo. Los hombres a su alrededor estaban listos para atacar y la armada de Evangelo también. Todo era un silencio enorme en el lugar, no se sabía quién daría el primer golpe en esta lucha.


NOVA

Isadora se acercó a mí y me tomó de las cadenas, haciendo que me apretara aún más.

—La primera vez que te vi pensé que solo serías algo temporal que ya a la semana de haber cumplido con lo que él quería, tú ya te habrías ido más no fue así. Si te hubieras marchado quizás los planes de Lorvil se hubieran atrasado aún más pero no fue así. No te culpo—ladeó la cabeza de lado— tú no sabías nada de esto así que no te lamentes.

—Y no lo haré, no tengo porqué hacerlo. Solo sé que yo no voy a morir hoy. Quizás mañana, dentro de un año o dentro treinta años moriré pero hoy no será.

Ella soltó una risa burlona.

—Lo que más me gusta es que aún lo crees pero está bien, sigue creyendo eso. Porque puede que tu suerte sea tan buena que tu amado hombre entre por esa puerta nos mate a todos y tú salgas libre con él. Evangelo es astuto y el cerebro andante que tiene que es Leroy y su hermano, ellos sabrán buscarte y nos encontrarán pero escucha una cosa —posó su mano sobre mi mentón alzándolo con brusquedad— cuando eso suceda estarás en sus brazos pero cubierta de sangre y sin vida.




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