Deseos Paradisíacos de un Vampiro(editando)

Cap.1 “El Regreso”

 

Ella estaba estática, no se movía. Minutos después pareció reaccionar y se dió la vuelta caminando hasta afuera, nosotros la seguimos. Se veía preciosa como siempre y el verla lastimada me partió el corazón. La estaba perdiendo poco a poco y no podía hacer nada. Pestañear fue poco... cuando escuché un grito, levanté la vista y la ví, la vi a ella... Beatriz, está viva.

—Creo que llego en mal momento... ¿o no? —Sonrió— Pero lo siento mucho por todos, ahora es que el juego apenas comienza Evangelo y yo estoy apunto de matar y comer del muerto.

Mi cuerpo quedó paralizado, todo pasó en cámara lenta. Para cuando volví a reaccionarl ella ya no estaba, ni Beatríz ni Nova estaban. Se la ha llevado.

NOVA

—¿Me necesitas?—se encogió de hombros.

—Tal vez o solo quiera tenerte encerrada. —cruzó sus piernas haciendo que su falda se subiera— Con qué tú eres Nova, Nova Presley, la pequeña que hizo que el mundo se volvera patas arriba.

Levanté un poco el mentón y la miré fijo a los ojos.

—Y tú eres la que volvió inestable a Evangelo. —ella sonrió con tantas ganas como si lo que le estuviera diciendo fuera el mayor logro de su vida.

—Puede ser, ¿En serio? Eso es fascinante. Sabes, yo aún lo amo pero tuve que elegir entre el amor y el poder.

—Al final te quedaste sin ambos.

Negó con su dedo.

—Te explicaré algo. Esto es parecido a la guerra, gana el más fuerte y siempre será así.

—Si todos tuviéramos la fuerza para enfrentarnos no tendría sentido la guerra por lo que el más fuerte no es quien gana sino, el más astuto.

—Buen punto. —miró de pies a cabeza mi persona y asintió — debo admitir que entiendo el porqué te eligió, eres muy hermosa.

—Tu lo eres aún más.

—Ayy, no seas modesta. —las curvas de sus labios se ondearon aún más — pero... ¿Crees que tú puedes cambiar lo que ese hombre tiene por dentro? Es un vampiro y aunque no te des cuenta alma no tiene.

—Eso es mentira, todos tenemos alma. Evangelo él...

—Pero... ¿Tú realmente crees que puedes cambiar lo que hay dentro de ese hombre?—colocó una de sus manos sobre su cara.

—Obviamente él no va a cambiar por mí, no soy un centro de rehabilitación, y de algo estoy muy segura, es que si tengo a alguien que me quiere y está cerca de mí, y se da cuenta de que su actitud o comportamiento me afecta o afecta a todos a su alrededor, lo hará. Él lo hará porque le da la gana de hacerlo porque sabe que es para bien no porque yo intervenga.— analizó mi persona de pies a cabeza.

—Dijiste... que Lorvil no "ganó" —hizo comillas con los dedos— porque no era inteligente pero te equivocas. Él preparó un plan B por si las cosas salía mal.

—¿Y cuál es ese plan B, si se puede saber?

—Lo tienes al frente.

—¿Qué haces aquí, entonces? —Ella sonrió como si todo a su alrededor le perteneciera.

Como si todo lo tuviera planeado y como si yo fuera la cosa más estúpida en el mundo.

—Simple, yo no busco ser la dueña del mundo, solo quiero venganza. Por tu culpa todo esto sucedió.

—No lo comprendo. —espeté con seriedad.

—¿No? claro que no. He tenido todos estos años miles de hijos con Lorvil, mis pequeñas crías morían por tú culpa... tu sangre se requería hace años pero no habías nacido. Mataste al padre de mis hijos y a ellos también. Pero solo quedó uno. Porque él los mandaba a quemar. A mís hijos por tú culpa.

—Pues fue un padre terrible si mataba a sus propios hijos. —en parte si me estaba burlando de ella, pero qué más podía hacer. Encerrada en este cuarto que parecía una ratonera tan diminuto que me sentía oprimida.

Se levantó de la silla con una rapidez sobre humana y me tomó del cuello. Llevé mis manos a las suyas intentando quitarlas pero era imposible.

—Solo quiero que pagues por las muertes que has provocado. —apretó aún más — Pero no solo eso, quiero que Evangelo pague por haberme abandonado por no haber luchado por mi amor todos estos años, y por acostarse con tanta zorra se le acercaba. —hizo una mueca y me soltó.

Mi cuerpo cayó al suelo y sin querer mi mano tocó el suelo, provocándome un dolor infernal. Había olvidado la fractura.

—Tú lo traicionaste, tú decidiste abandonar su calor. —abofeteó mi rostro y el dolor de mi mano se mezcló con el de mi cara.

—Tú no sabes nada.

Dio varias vueltas en el mismo sitio y con manos temblorosas me apuntó.

—La herida en tu rostro quedaría perfectamente a juego con una mano menos, ¿no lo crees? —arrugó su nariz.

—¿Crees que esto le afectará a él? lo haces por él.

—Es obvio.

—No.

—Él te ama y va a mover cielo y tierra por ti, yo lo conozco y sé cómo él ama. Pero le daré al menos el placer de que mueran juntos como la escoria que son. 

—Antes de pensar irme ya le había dejado claro que no lo quería cerca.




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