Deseos Paradisíacos de un Vampiro(editando)

Cap.4 “La voz misteriosa”

CAPÍTULO 4

¿Habrá algún día en el que pueda despertar de una manera normal? es algo que me pregunto desde que llegué el año pasado a Miami. Claus se preparaba desde las 4:00 A.M. para una reunión y realmente se veía estresado. Pero no trataba tan siquiera de hacerlo cuidadosamente, hacía demasiado ruido.

—¿Eso realmente ayuda?—Era Eloísa otra vez y no se veía muy confiada de mí.

Desde que me mudé con Claus ella a sido muy amable y hospitalaria conmigo. Casi siempre, antes de irse al trabajo, venía a desayunar con nosotros. Aunque esta vez solo éramos ella y yo.

—La verdad es que sí... ¿A ti no te gusta el té de manzanilla?—dije, entregándole la taza en sus manos. Ella me miró riendo.

—No me gusta ningún especie de té. Me parece agua con azúcar. —Yo negué y ella hizo un ademán con sus manos— Ya, cuéntame, ¿Aún no han llegado a la parte de los planes a futuro, los hijos, los perros...?

—¿Qué? No, no. Nosotros no ...

—Ay, por favor.—Interrumpirme ya se le había hecho costumbre—¿O es cierto que solo son viejos amigos?

—No sé qué somos. Y yo... no quiero algo ahora. —Confesé. Ambas nos quedamos viendo y ella me asintió. Mientras se acercaba a mí y me abrazaba del hombro.

—Está bien, no te preocupes, no me digas. Después de todo aunque no lo hagas igual me enteraré.

—Fruncí el ceño tan solo al escucharla—Ah... ¿está bien?

—Por eso—Dio palmaditas en mi brazo— he traído a Federica —dejó su taza de lado mientras con mucho entusiasmo me presentó a 'Federica'— A Federica le gusta que la pongas en la ventana por las mañanas y le gusta mirar la luna de noche así que, tendrás mucho trabajo. Otra cosa, no le des mucha agua, no le gusta.

—Eso específicamente es una planta.—Dije, sin creerlo. Tomando la planta en mis manos para luego llevarla a una mesa cerca de la ventana— Igual gracias por traerla, la cuidaré mucho.

—Claro—puso los ojos en blanco mientras alargaba la palabra— Y no, no es sólo una planta más del montón, ella es una Armonía pacifista. Te ayudará a meditar y reflexionar, también a encontrarte. Su nombre aburrido es 'Ficus Pandurata'. Te será una buena compañía.

—Pues gracias. Es un placer... Federia—suspiré saludándo a la planta— Es justo lo que necesito, algo que me ayude a pensar y... bueno, nada.—Me di la vuelta sobre la isla de la cocina y ella hizo un especie de sonido con su lengua al golpear su paladar.

—Claus es un buen hombre y si no quieres algo ahora es porque algo sucedió en el pasado que no te deja seguir, ¿no?—asentí— Solo te diré una cosa, si no estás segura de lo que quieres no arrastres a otra persona a eso que te aflige. Si sigues pensando en alguien... lo mejor es que te asegures de haberlo olvidado antes de tener algo con él. —volví a asentir.

Tenía razón.

—¿Te acompaño a la puerta?—Le pregunté. La chica sonrió y me hizo un gesto en señal de un «Sí»

Era sencillamente ridículo.
Todo esto lo era pero me agradaba.

Había tomado la iniciativa de venir a la misma iglesia donde participaba Eliza. Ella también se confesó conmigo y me pidió mil disculpas por mentirme para ayudar a Claus la otra vez. Se veía muy preocupada por haberme ocultado la verdad y para que ya no estuviera tan mal, la perdoné de una. Era obvio que el culpable era Claus.

—Seguiré con la misma imágen de la situación. —Miré mi muñeca algo ansiosa. Era tarde— oh vamos... —Supliqué— Y no llega ni un maldito taxi.

—Sube. —Escuché he inmediatamente reconocí aquella voz.

—¿Qué? ¿Es un especie de recordatorio? —Quería evitar sonreírle pero mis ganas no me ayudan— ¿Qué haces aquí?

—El hombre dentro del carro le dió un vistazo al lugar detrás de mí y luego volvió a mirarme—¿Ahora te dedicas a visitar Iglesias?—Que ironía. Yo solo pude alzar las cejas.

—¿Qué? Que nunca me hayas visto entrar en una no significa que no esté interesada. —Seguía firme en mi postura. Con los brazos cruzados y la mirada fija, puesta en él.

—¿Quién dice que no te he visto? Solo sube. ¿No te trae recuerdos... o prefieres que te cargue otra vez? —El sonrió y ladeó su rostro hacia atrás. Me indicaba que subiera.

—Yo suspiré— Está bien, a ver qué quieres imbécil.


Me dispuse a mirar por la ventana durante el trayecto tratando de ignorar que yo estuviera aquí, que él estaba aquí y que lo estaba viendo de nuevo.

—¿No vas a decir nada, Bodega?—comentó con ese absurdo apodo que me tenía.

—No lo sé—hice una mueca con los labios—Tú eres el que debe explicarme qué hace aquí.

—No estoy aquí por ti, créeme. Estoy aquí porque necesito preguntarte algo... ¿Has recibido alguna visita extraña?

—¿Porqué? ¿Tienes miedo de que quien me haya visitado sea tu hermano? ¿tienes miedo de que vuelva con él?

Negó sin expresión alguna.

—Él no sabe que estás aquí, en el país. Estoy aquí y él no lo sabe. Y lo que sea que YO te pregunte tampoco lo va a saber.

—¿Porqué?—Me crucé de brazos y él frenó el coche a un lado en la calle.




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