Оlexандр, sentado al borde de la silla, sentía cómo su corazón latía al ritmo de la desesperanza. Cada risa de sus amigos, que resonaba desde la mesa, le parecía fría como el hielo, penetrando directamente en su corazón. Bromeaban, intentando animarlo, pero sus palabras se volvían cada vez más burlonas, y él sentía cómo dentro de sí se abría un abismo. ¿De verdad pensaban que era una broma? No podía comprender por qué su dolor provocaba risas y no compasión.
Aleksandr pensaba en sus sueños sobre Kateryna. Cada vez que imaginaba su rostro, su corazón se llenaba de calor, pero pronto ese calor se transformaba en un vacío helado. Ella se había vuelto inalcanzable para él, como una estrella que brilla lejos en el cielo. Sus pensamientos sobre ella lo perseguían incluso en los momentos más silenciosos, como fantasmas que no le daban descanso. Intentaba distraerse sumergiéndose en el trabajo, pero incluso en el ruido de la fábrica su mente regresaba a ella.
Con cada día que pasaba, Aleksandr sentía cómo su aislamiento se profundizaba. Los amigos que antes habían sido su apoyo ahora se convertían en fuente de burlas.
«¡Es solo una broma!», repetían riendo cuando él intentaba explicar por qué aquello le dolía tanto. Su monólogo interior se volvía cada vez más tenso, pues comprendía que su obsesión podía llevarlo a consecuencias graves. ¿Estaba realmente dispuesto a arriesgar su salud mental por un sueño que quizá nunca se haría realidad?
Volvía una y otra vez a pensar en Kateryna. ¿Cómo era en realidad? ¿Era verdaderamente como él la imaginaba? Su mente la dibujaba como un ideal, pero ¿podía ella corresponder a esa imagen? Cada día perdido en pensamientos sobre ella solo profundizaba su sensación de desesperación. Se sentía atrapado, como en una jaula sin salidas, donde la luz lo había abandonado. Sus amigos reían, pero en sus sonrisas él solo veía el reflejo de su propio desconsuelo.
Aleksandr intentó hablar con Andrii, esperando encontrar apoyo. Pero incluso ese amigo, que siempre había estado a su lado, ahora le parecía indiferente.
«Te lo estás imaginando, no es tan importante», dijo Andrii con un tono desdeñoso.
Esas palabras lo golpearon como un puñetazo. ¿De verdad sus sentimientos no valían nada? ¿Era todo solo una locura suya? Aleksandr sintió cómo su corazón se encogía por la impotencia.
Cuando el silencio de la noche cubrió la ciudad, se quedó a solas con sus pensamientos. Parecía que el mundo entero seguía adelante, mientras él se había quedado atrás, perdido en su sufrimiento. Sus sueños sobre Kateryna se volvían cada vez más inalcanzables, y esa sensación de desesperanza lo devoraba. Sabía que debía encontrar la manera de liberarse de esa carga, pero ¿cómo? La lucha interior se intensificaba, y sentía que su mente comenzaba a desmoronarse bajo la presión.
«Tal vez simplemente estoy loco», pensó, mirando por la ventana la ciudad nocturna. Las luces de la calle parecían tan lejanas, y sentía cómo el aislamiento lo envolvía como una red. Comprendía que su obsesión podía llevarlo a consecuencias graves, y ese pensamiento ocupaba por completo su mente. ¿Podría alguna vez liberarse de esa carga? ¿Encontraría el camino de regreso a la realidad, o quedaría atrapado para siempre en ese mundo oscuro?
En el momento en que sus pensamientos alcanzaron el punto máximo, comprendió que debía tomar una decisión. Necesitaba encontrar la fuerza para enfrentarse a sus miedos, o corría el riesgo de perderlo todo. Con un profundo suspiro decidió que no permitiría que sus sueños lo destruyeran más. Pero ¿cómo hacerlo cuando su corazón seguía arrastrándolo hacia ella? Esa pregunta quedó abierta, creando una tensión que anunciaba los acontecimientos por venir.