Desgraciado

3.3 Sombras del pasado: recuerdos de ella

Cuando la luz del atardecer comenzó a desvanecerse en el horizonte, Alejandro se sentó al borde de la cama, mirando fijamente la pared vacía. Sus pensamientos regresaron una vez más hacia ella —la chica que nunca conoció, pero que se había convertido en el centro de su existencia. Era una sombra que lo perseguía incluso en las horas más oscuras de la noche, cuando buscaba tranquilidad en sueños sin descanso. Con cada día que pasaba, sentía cómo su imagen se volvía más intensa, mientras su propia vida se tornaba cada vez más opaca.

Alejandro comprendió que su obsesión no había desaparecido. Era parte de él, como el aire que respiraba. Intentaba distraerse con nuevas aficiones —póker, deportes electrónicos, arte—, pero cada vez que buscaba un nuevo sentido en la vida, sus pensamientos siempre regresaban hacia ella. Seguía sintiéndose prisionero de sus sentimientos, que nunca le daban descanso.

Los recuerdos de ella eran tan vívidos que parecía que siempre estaba a su lado. Recordaba su risa, el brillo de su rostro cuando estaba feliz. Pero eran solo sombras que vagaban por su mente, recordándole aquello que nunca podría alcanzar. Alejandro sentía como si el mundo entero a su alrededor hubiera desaparecido, dejando únicamente esa pared invisible entre él y la realidad.

Cada vez que intentaba hablar con amigos sobre sus sentimientos, ellos reían, sin comprender la profundidad de su sufrimiento. “Es solo una broma”, decían, pero para Alejandro no lo era. Esa era su realidad, su lucha. Sentía cómo las risas de sus amigos se convertían en cuchillos que cortaban su alma, dejando heridas profundas que nunca sanaban.

Recordaba cuando uno de sus amigos le dijo: “Olvídala, no vale tus lágrimas.” Pero, ¿cómo olvidar a alguien que se convirtió en el símbolo de todos sus sueños y deseos? Alejandro sentía que se perdía a sí mismo al intentar liberarse de esa carga. Cada día se volvía más pesado, y su corazón latía al ritmo que le recordaba su ausencia.

Sabía que debía encontrar una manera de liberarse de esas sombras, pero ¿cómo? ¿Cómo soltar algo que se había vuelto parte de tu ser? Alejandro sentía que sus intentos por encontrar un nuevo sentido en la vida solo profundizaban su sensación de pérdida. Comenzó a darse cuenta de que tal vez el único camino hacia adelante era aceptar su pérdida y aprender a vivir con ella.

En su mente surgió una idea: tal vez debía detenerse y permitirse sentir todo el dolor que había intentado ocultar. Solo aceptando sus sentimientos podría hallar un camino hacia la sanación. Alejandro sabía que no sería fácil, pero quizá esa era la verdadera fuerza: reconocer sus propias debilidades.

Con una respiración profunda, se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Más allá se extendía la noche, oscura y misteriosa, pero llena de posibilidades. Comprendió que no podía seguir viviendo a la sombra del pasado. Necesitaba encontrar la manera de liberarse de esa carga para continuar su vida. Y aunque el camino por delante era desconocido, sentía que estaba listo para dar el primer paso hacia la libertad.

Alejandro comprendió que tal vez no necesitaba olvidarla, pero sí aprender a vivir sin ella. Esa era su nueva misión: hallar el equilibrio entre la memoria y la realidad, entre el dolor y la esperanza. Y, quizá, en esa búsqueda encontraría la verdadera felicidad, siempre presente en el horizonte, esperando a que él finalmente estuviera listo para recibirla.




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