Desierto

1

En las espesas dunas de un gran desierto se oculta una civilización de grandes guerreros alejados del mundo moderno, una donde el tren o cualquier otro cacharro de esa época no eran conocidos, las inmensas montañas desérticas de El Cairo resguardaban un hermoso paraíso al cual solo se podía acceder por una gruta que fuese muy bien conocida, sobre esa civilización se extendían muchas leyendas, algunas buenas y otras aterradoras, pero al final solo eran leyendas fantásticas que mantenían a los curiosos totalmente alejados de la paz perpetua a la que estaban acostumbrados.

Yuuri Katsuki es un joven arqueólogo que esta emocionado por la nueva expedición, viajaran al desierto de Egipto en busca de una nueva pirámide de un antiguo faraón, con el irán el experto en lenguas antiguas Phichit Chulanont y un asistente muy joven de nombre Yurio Plisetsky, en compañía de otras personas mas se adentraran en el desértico paraje, donde pocos seres logran sobrevivir gracias al abrazador calor y a las constantes tormentas de arena, según las investigaciones que Yuuri había hecho en colaboración con Sara Crispino el nuevo descubrimiento estaría a unos ochenta kilómetros al noroeste de la gran he imponente Esfinge.

- ¿Por que tenemos que ir en estas cosas?- pregunto Yurio viendo el camello al cual debería subirse.

- Porque es el único animal que va a resistir el viaje.- respondió Phichit muy risueño.

- Esta horrible, apesta y no se ve muy seguro.- el animal hizo un sonido que lo espanto.

Los guardaespaldas que habían contratado se burlaron del chico, pero lo que le faltaba en tamaño le sobraba en carácter así que les dedico una mirada asesina y los hombres se alejaron buscando no meterse en conflictos ya que no serian bien pagados si lo hacían.

- Gatito no es tan malo, además es eso o caminar por ochenta kilómetros de ardiente desierto.- Phichit trepo a su camello.

- ¡Bien estamos listos, podemos partir ya!- dijo Yuuri emocionado.

Todo subieron a sus camellos y Yurio no quito su cara de asco ante aquel animal, comenzaron su viaje por el desierto y mientras iban andando a lo lejos se comenzó a ver una tormenta, se divisaba tan imponente que atemorizo a todos.

- ¡Sara, creo que deberíamos parar!- dijo Yuuri preocupado.

- Nos retrasaríamos demasiado, además la tormenta se ve que sigue otro curso.- dijo la chica viendo el espeso horizonte.

Nadie se imagino que ella se iba a arrepentir de sus palabras, una hora después ya tenían la tormenta encima y la visión era cada vez menos, con todo el revuelo Yuuri, Phichit y Yurio lograron quedarse juntos para cubrirse de la tormenta y cubrir también a los camellos que se habían tirado a la arena, perdieron la noción de cuanto tiempo paso y cuando la tormenta termino estaban casi soterrados por mucha arena, a duras penas lograron salir y sacar a los animales.

- ¿Dónde están los demás?- pregunto Phichit viendo a todos lados.

- ¡Sara!- grito Yuuri pero no hubo respuesta.

- ¿Tienen brújula?- pregunto Yurio.

- La mía quedo en la bolsa de Sara.- dijo Yuuri tocándose los bolsillos.

- ¿Qué hacemos ahora?- Phichit se estaba preocupando.

- Avanzar...- Yuuri vio el horizonte aunque en todos lados se viera igual, arena y mas arena.

- ¡No tenemos mapa, ni brújula para orientarnos!- exclamó Yurio.

- Es eso o quedarnos aquí y morir de inanición, hay que seguir recto pueda que los encontremos.- Yuuri se subió al camello.

Los otros dos hicieron lo mismo para continuar, los tres estaban asustados sin embargo no lo demostraron ya que no querían entrar en pánico, el sol se sentía cada vez mas ardiente y el vapor se movía a lo lejos, el aire que chocaba contra sus mejillas se sentía seco y calcinante.

- Fácilmente podríamos freír un huevo en mi cabeza.- comento Phichit.

- Siento que me voy a desmayar por tanto calor que hace.- Yurio trataba de darse aire con la ropa que llevaba.

- ¡Chicos miren nos encontraron!- señalo Yuuri aun lado.

- Yo creo que es un espejismo...- Phichit entrecerró sus ojos para tratar de ver mejor.

- No, no es un espejismo, son personas.- Yuuri sonrió.

- Yo creo que deberíamos hacer que estas cosas corran...- Yurio sonó preocupado.

- ¿Por que?- el moreno lo vio.

- ¡Porque son caballos y el grupo iba en camellos!- exclamó Yuuri.

Mínimo eran quince caballos que corrían hacia ellos, habían escuchado las leyendas de los bandidos y lo menos que querían era ser asaltados y dejados a su suerte en el desierto, hicieron que los camellos corrieran lo mas rápido que les daban sus patas zanconas, pero no eran bestias muy obedientes y tampoco fueron rápidos, podían escuchar el relinchar de los caballos ya muy cerca de ellos, en cuestión de nada fueron rodeados por los jinetes montados en esplendidos animales, la rueda se fue cerrando poco a poco dejando una nube de polvo y cuando esta se asentó pudieron ver a los hombres con sus turbantes y rostros cubiertos.

- ¡Mierda ya estamos muertos!- dijo Yurio espantado.

No era para menos, dio un grito cuando uno de los hombres tomo las riendas del camello, no iba a ser grosero con aquel sujeto y menos cuando en su cintura iba una espada que seguramente estaba muy afilada, además de eso por la mente de todos paso el numero de cabezas que habían rodado por causa de su filo.

- ¡Nos hemos perdido, por favor no nos hagan daño!- dijo Yuuri alzando los brazos.

- Bajen de los camellos...- dijo uno de los hombres que tenia unos grandes ojos de iris color verde esmeralda.

No tuvieron otra alternativa mas que bajar, otros dos hombres comenzaron a quitarles las sillas y las bolsas que llevaban los camellos para pasarlas a sus caballos, los tres estaban muertos del miedo y casi rompen en llanto cuando vieron que ahuyentaban a los camellos, que ni lentos ni perezosos se iban corriendo, en definitiva ese iba a ser su fin. Uno de los hombres que parecía ser el líder, quien tenia los bonitos ojos verdes acerco su caballo a ellos y acaricio el cabello de Phichit.




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