Desierto

3

Como Mila había dicho, regreso en media hora acompañada de dos guardias que daban miedo por su seriedad, las jóvenes los adornaron con joyería se oro y piedras preciosas, Yuuri llevaba una tirara en su frente la cual lo tenia viendo hacia arriba todo el camino, iban sin zapatos y aunque el piso estaba muy limpio era incomodo para todos mas aun sabiendo el tipo de vestimenta que llevaban y que llamaban la atención de todos. Llegaron a unas enormes puertas las cuales se abrieron desde su interior y ahí vieron a unas mujeres bailando con música muy bonita, Mila se detuvo aun costado para ver el baile y ellos también se detuvieron, era una danza muy elegante y sobre todo sensual para lo que ellos conocían en su mundo pudoroso y moderno, los ojos de Yuuri estaban sobre las bailarinas hasta que fueron mas allá, justo a la silla del trono donde reposaba un hombre que usaba un turbante adornado con una pluma verde y una gran esmeralda al centro, sus vestimentas parecían de la mas fina ceda en colores vibrantes de rosa, violeta y su pantalón negro, la prenda superior dejaba medio descubierto un pecho de tes blanca muy fornido, por un momento Yuuri se quedo absorto en aquel hombre y de inmediato supuso que seria el rey al que iban a ser presentados.

El baile termino y los aplausos sacaron a Yuuri de su trance, Mila camino de nuevo y ellos la siguieron en fila, todos los músicos y las bailarinas abandonaron el lugar dejando nada mas a tres hombres y dos guardias, los ojos de Phichit y Yurio habían caído independientemente sobre los hombres que los habían llevado a ese lugar.

- Su majestad ellos son los chicos encontrados en el desierto.- dijo Mila en una pequeña reverencia.

Ellos hicieron lo mismo en forma de respeto y esperando no ser degollados por aquel hombre que se veía muy serio, Yuuri no pudo evitar alzar la vista y toparse con dos zafiros hermosos que también lo veían a el.

- Dales agua y comida, los tres van a permanecer en el palacio y diles a los guardias que no se atrevan a tocarlos o rodarán cabezas.- dijo el hombre poniéndose de pie dispuesto a irse.

- ¿Qué debemos pagar para que nos liberen?- pregunto Yuuri antes de que se fuera.

- Ustedes ya no saldrán del desierto y vivirán para siempre en este palacio.- dijo bajando las gradas en dirección a Yuuri.

- Tenemos familia y amigos afuera, ponga un precio y trataremos de pagar nuestra libertad.- el pelinegro retrocedió sintiéndose intimidado.

- ¿Por quien me tomas?- pregunto tomándolo por la cintura y pegándolo a su cuerpo- No somos ladrones y lo que yo menos necesito en este palacio es riqueza, si no te gusta la idea escapa y muere en el desierto quemado por el sol o por los carnívoros, lo que te alcance primero.- lo soltó y se retiro.

Por un momento se les escapo el alma del cuerpo a los tres, después de eso fueron llevados de nuevo a la habitación, una vez ahí les llevaron una variedad de exquisita comida y deliciosos postres, agua fresca, vino y otras bebidas que ellos desconocían por completo pero se veían muy antojables. 

- ¿Qué vamos a hacer?- pregunto Phichit mientras comía hambriento.

- Haremos lo que dijo el pelón... escapar.- dijo Yurio.

- Nos van a matar...- Yuuri bajo la voz viendo hacia todos lados.

- Si lo hacemos por la noche nadie se dará cuenta.- se acercaron mas para no ser escuchados.

- ¿Cómo lo haremos?- pregunto el moreno.

- Cuando entramos habían unos caballos muy cerca de esa gruta, podemos tomarlos y escapar con algunas cosas llenas de agua.- el rubio explico su plan.

Después de comer se quedaron ahí, esperando a que la noche llegara fingiendo resignación y cuando el sol cayo fueron llamados al comedor para cenar al lado del rey y su concejo real, lo malo de eso fue que tenían que ir ellos solos y aquel lugar era enorme.

- ¿Se perdieron?- pregunto Otabek saliendo de las sombras.

- Que te importa.- dijo Yurio ya mas envalentonado que antes.

- Que boca tan irrespetuosa.- lo tomo por la mandíbula con algo de fuerza- No te caerían mal un par de azotes para que vayas suavizando ese carácter que tienes, terminarías siendo un manso gatito si el rey te entregase a mi.- Otabek le vio a los ojos.

- ¡No lo lastimes!- Yuuri los separo.

- No podrás protegerlo siempre y en algún momento nos encontraremos solos.- Otabek camino con una sonrisa maliciosa.

- ¿A donde vas?- pregunto Yuuri al ver a Phichit avanzar.

- El debe ir al comedor con el rey, es seguirlo o quedarnos aquí con esos cosas.- señalo atrás aun par de tigres que iban entrando.

Los tres salieron corriendo tras Otabek quien soltó una carcajada sin voltear adivinando sus caras de terror, llegaron al comedor donde el rey estaba sentado en cómodos cojines bebiendo licor.

- ¿Por que tardaron tanto?- pregunto Víktor viendo a Otabek.

- Los encontré perdidos en uno de los pasillos y los asustaron los tigres.- tomo lugar en la mesa.

El rey solo se rió de ellos, Yuuri termino sentado a la diestra del rey y sus amigos quedaron junto a los otros hombres.

- Quiero que conozcan a mi dos mejores soldados, Otabek...- señalo al de cabello negro- Y Chris...- señalo al rubio- Ella es Mila, mi consejera real y mi nombre es Víktor.- vio a Yuuri.

Odiaba admitirlo pero sus amigos habían tenido razón, para su deleite las bailarinas y músicos se organizaron, mientras las veía escucho las puertas abrirse y sus ojos cayeron de inmediato sobre un cuerpo delgado que iba vistiendo prendas de color negro, de lejos era muy evidente la belleza que poseía aquel joven y despertó en el un deseo de posesión muy grande, cuando se acercaron pudo admirarlo mejor, cabello negro como el carbón, labios gruesos y ojos color cobre, dos rubíes adornando la mas fina porcelana, era una verdadera tentación andante. Obviamente se iba a quedar con ese chico y a los otros dos los iba a mandar a la servidumbre sin embargo noto sus miradas de interés y pensó que era un buen regalo darlos como parejas a sus dos soldados mas fieles, así por fin vería a Chris sentando cabeza y dejando de lado su coquetería con todo lo que caminaba en dos piernas por el palacio.




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