Desierto de noche

Capítulo 01

Icarus Seth

Caminaba en la gran fortaleza del desierto, yo veía a todo pero nadie lo notaba. 

Los guardias reales corrían de aquí allá con desesperación, hoy era el gran día. Hoy sería la celebración de la princesa, cuatro años habían pasado desde la partida de la difunta princesa Neferra. Desde ese fatídico día muchas cosas cambiaron por aquí; la fortaleza dejó de ser el lugar alegre y vivo qué solía ser para ser un lugar sobrio y sin vida. En el castillo solo podían estar los guardias personales de cada miembro de la familia real, los demás guardias tenían terminantemente prohibido estar en el castillo. Luego de los guardias personales estaban los un grupo selecto de sirvientes qué tenían prohibido convivir de manera directa con la familia real. Luego los sacerdotes qué se la pasaban entrenando o realizando ritos y ese tipo de cosas.

Las únicas personas qué no vivían en el castillo qué tenían permitida la entrada eran los miembros del concejo de media noche y era solo una vez al mes o cuando la reina los mandaba a llamar.

—Por favor sal de entre las sombras— dijo el príncipe deteniéndose frente a mi.

—No te asusta qué un extraño se oculte entre las sombras de tú palacio.

El príncipe sonrió y me dedicó una mirada inexpresiva.

—No se de qué catacumba oscura saliste pero se nesecitan mucho más qué idiotas cómo tú corriendo entre la oscuridad para asustar al heredero de las sombras.— Sus ojos cambiaron a una apariencia felina, al verme su expresión fue una de total sorpresa. —¿Tú? 

—Ajá.

—Te vi el día de la muerte de Neferra, ósea tuve una visión contigo ese día. 

Una voz lo llamo, aproveche su distracción para esfumarme de ese lugar, chasquee mis dedos y desaparecí entre las sombras.

ISSA

 

Caminaba por la fortaleza en silencio cuando escuché algo moverse entre las sombra. —Bastardo te recomiendo salir de ahí muy despacio, ¿me oyes cabron?— dije pero nadie salió, invoqué la visión nocturna de de Kufu. 

Una vez estuve solo regrese mi atención el extraño chico con él qué hablaba anteriormente pero para mi sorpresa él habia desaparecido, cómo si se hubiera esfumado en el aire. En su lugar había una medalla de oro, parecía antigua y desgastada. La tome y regrese a mis catacumbas, me quité mi faldón (falda corta egipcia masculina) quedando solo en ropa interior qué no dejaba mucho a la imaginación. Entre en el cuarto de baño, mis sirvientes estaban preparando la tina para mi baño nocturno, no habían terminado pero los pedí qué me dejaran y fueran a descansar. Me deshice de mi calzoncillo improvisado honestamente eso fue jodidamente liberador, camine hasta la tina y sin perder mucho tiempo entre en ella. Tan pronto cómo entre pude sentir las frías aguas congelar cada músculo, hueso y pensamiento de mi cuerpo. Luego de unos minutos me acostumbre a las bajas temperaturas del agua, me relaje y me sumergí en las frías aguas. Todo era oscuro pero de repente una pequeña luz apreció frente a mi, con el pasó de los minutos la intensidad de la Luz aumentó hasta producir una luz cegadora.

Abrí mis ojos, sabía dónde estaba, recientemente había estado ahí: la sala de ceremononias ancestrales. Ahí se llevaban acabo hechizos ancestrales o rituales antiguos. Podía ver a un grupo de hombres y mujeres cubiertos por capuchas de lino blanco y limpio, todos exparcidos por la habitación; en el centro de la habitación había un chico con una capucha qué cubría su cabeza. Estaba encadenado al suelo por grilletes qué parecían pesar un mundo. El chico tenía varios cuchillos atravesados por su cuerpo, la mayoría de su blanca piel estaba cubierta de un tono carmesí.

—Icarus hijo de la casa de Seth— dijeron todos al unísono, esté detalle me hizo saber qué eran eruditos, un grupo de sacerdotes qué convidaron sus conocimientos y poderes —Tú has sido encontrado culpable de todos los crímenes qué se te acusan.

Todos extendieron sus manos y hicieron un ademán, las cadenas y la capucha desaparecieron en él aire. No se imaginan cuanta fue mi sorpresa al ver al chico rubio de hace un rato en el centro de la habitación.

—Tú poder sobre las ilusiones vuelvo en tú contra, qué el manto qué te hace semi-imperceptible ante la vista te vuelva invisible he incapaz de interactuar con cualquier ser vivo de nuestro reino— dijeron todos mientras dibujaron una runa de castillo en él aire.

El chico se volvió casi invisible aún se podía percibir su presencia y apariencia pero eso solo era por la gran iluminación del lugar. La runa comenzó a desvanecerse en el aire al igual qué el chico. Él súplica piedad y decía ser inocente pero ninguno de los eruditos parecía dispuesto a ayudarlo.

Desperte en la tina sin aire, salí de el fondo del agua tan pronto cómo pude, apenas podía respirar pero intentaba mantener la calma para recuperar el aliento. Cuando recuperé completamente el aliento salí de la tina y me dirigí a mi cama, sobre ella había una pequeña cajita de oro con una nota de "felices dieciocho" tomé la cajita con cuidado. Al abrirla encontré una medallita con un ang calgado. Me la puse y fui a mi ropero por una túnica larga.

Al salir de mi catacumba me encamine hacia la biblioteca en busca de aquella runa pues no la conocía y eso qué conocía cada runa existente en nuestro pueblo pero esa runa qué vi en mi visión era completamente nueva para mi.




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