*VISION DE MATHEW
Con la mirada perdida a través del cristal, veía pasar el paisaje, las nubes grises hacían juego con mi estado de ánimo, de pronto se abrió la puerta del coche y una voz me sacó de mi inconciencia.
– ya hemos llegado –
yo solo asentí y bajé dando una profunda calada de aire para evitar que el dolor de mi corazón hundido se transformara en lágrimas que empañaran mis ojos, pero no resultó.
Mis compañeros de labores me ayudaron a cargar sobre sus hombros el féretro de quien hasta ayer era mi esposa, mientras en mi otra mano sostenía sobre mi pecho su retrato, quise que descansara en un lugar frente el mar, lugar que ella tanto amaba visitar.
Me paré frente a su ataúd con mi traje de bodas que aun mantenía en mi armario, a ella pedí que le colocaran su traje de novia, ¡hasta que la muerte nos separe! Sollocé entre lágrimas mientras colocaba una rosa sobre su cubierta, aprete los dientes y mis ojos tratando de contener el dolor que sentía, no había palabras, mis compañeros y familiares solo sobaban mis hombros y mi espalda en completo silencio como una manera de darme el pésame por la muerte tan apresurada de mi mujer.
Mientras bajaban el ataúd a su última morada recuerdos fugases de todos nuestros momentos felices aparecieron, y solté pequeñas sonrisas, luego recordé la promesa que me pediste hacer en tu último aliento… ¡no te defraudaré, lo encontraré! En ese instante cogí una flor la bese, a esa altura me costaba mucho respirar, me quede un momento con los labios pegados a ella por su suavidad, como si la besara a ella… luego la solté y la deje caer a las profundidades junto a mis lagrimas que a su vez desplomaron mis piernas enterrando mis rodillas en la tierra que rodeaba aquel agujero, pronto los montículos desaparecieron y la tierra volvió a ser plana… comenzó a caer una leve llovizna y poco a poco todos comenzaron a irse, yo me resistí y me quede sentado ahí mirando el mar… cuando el ocaso terminó una mano se posó en mi hombro y una voz me hizo regresar a la realidad…
-vamos amigo, ya es hora de volver a casa - era Marcus mi mejor amigo, y compañero de la academia, había estado esperando por mi…
Asentí, y caminé junto a él
- ¿qué hare sin ella ahora? – dije sintiéndome perdido
Marcus siguió conduciendo en silencio, tras un rato agregó
– tienes mucho porque vivir amigo eres joven, guapo, tienes un buen trabajo, Lisette no hubiera querido verte así, debes rehacer tu vida y estoy seguro de que desde donde ella este te ayudará a encontrar el camino. - al oírlo me sentí apoyado y aprete mis labios y asentí.
-Marcus me tomaré unos días de licencia y necesito que te hagas cargo por unos días de Zeus, ¿podrías cuidarlo por mí?
-Claro, lo que sea por el mejor amigo de mi mejor amigo- dijo Marcus con una sonrisa