Un día que no perdonó lo que se encontraba a su alcance, ya que consumió todo lo que se le cruzaba, destruyéndolo, volviendo cenizas sin parar… De eso se trató La Guerra de Razas, una masacre que se desató entre cazadores y vampiros; incluso los que no participaban sufrieron las consecuencias de la cruel guerra.
El aire se tornó pesado y difícil de respirar por los gases flamantes que se usaron para quemar propiedades de los vampiros que se escondieron por años en posiciones aristócratas.
Odio.
Temor.
Corrupción.
El aire emanó las emociones más violentas, más venenosas que podían consumir el alma. Seré sincero, ese día también pude experimentar esas emociones, sentí cómo mi interior se envenenaba cuando esa guerra se llevó lo que tanto amé, incluso quise culpar a la especie adversaria, una acción que todo humano y vampiro sigue haciendo, ya que no quieren despojar la venda de los ojos.
―F. C.