DÉsolÉ: cuídate de mí.

I: Máscaras blancas.

Sentí una pesadez insufrible en el pecho y una sensación de vacío que siempre se me hizo desagradable, por mucho que siempre tuviera esa sensación, era como si nunca me fuese acostumbrar. En mi mente se proyectaban muchas imágenes: sangre, hombres, máscaras blancas pintadas del más impuro carmesí, disparos y gritos de agonía; estaba acostumbrada a todos esos elementos, era como si vivieran conmigo, ya formaron parte de mí, por mucho que no me guste la idea.

Intenté abrir un par de veces los ojos, cada parpadeo parece como si estuviesen hinchados, todo está borroso, confuso, pero el olor a medicamentos y desinfectante con aroma a limón es inconfundible.

―Eso es, despiértate, eres toda una dormilona ―esa voz conocida denota más tranquilidad que burla, pude abrir los ojos y toparme con la mirada cálida de Eddie― Ya nos estabas dando un susto de muerte, Bae, has estado en coma por siete días, a ese chupasangre de Diabelle se le pasaron los colmillos contigo.

«¿Diabelle? ―dudé― ¿Lucas Diabelle?» recordé a ese hombre, él pidió mis servicios como esclava de sangre, el plan era saber si era el responsable por el robo de documentos de la Asociación de Cazadores, pero lo que más invade mi mente fueron sus ojos azules que se tornaron amarillos, e intentó atacarme tras descubrir que no era exactamente una esclava de sangre. Lucas Diabelle es la perfecta definición de vampiro aristócrata: cruel, narcisista, arisco y elegante, esas son las palabras que vienen a mi mente cuando intento categorizarlo; ese asqueroso le gustaba asfixiarme cuando se alimentaba de la sangre que recorre por la muñeca, le hacía sentir mucho más poderoso de lo que era, para demostrar que el que mandaba era él. Es un monstruo.

―¿Qué le hicieron a Diabelle? ―inquirí con voz ronca ante la sequedad de mi garganta.

―Tuviste mucha suerte de que el cuartel de cadetes recibió tu señal de auxilio, un poco más y ya estarías muerta ―Eddie me miró sin esbozar sonrisa alguna, supe que esa es su mirada de reproche―. Bae, esto es serio, no deberías exponerte al peligro sin ninguna clase de entrenamiento para defenderte de un vampiro, eres joven, deberías enfocarte en tus estudios y escoger una carrera universitaria, la excusa de que ayudas a tu padre en la cacería no funcionará para siempre.

―Hablas como un vejete, Ed, solo eres dos años mayor que yo, no deberías tratarme como a una niña, sé lo que estoy haciendo.

―Por mucho que seas mayor de edad, no te da la suficiente madurez como para pensar con claridad, idiota ―Arrugó tanto la nariz que no pude evitar ver el piercing que está unida a ella― Si quieres seguir exponiéndote al peligro, deberías saber cómo defenderte.

―Sé defensa personal ―defendí.

―Pero para usarla contra otros seres humanos, no contra vampiros ―Suspiró. Eddie suele ser muy alegre, pero al parecer, le hice enojar más de lo normal, debe estar cansado de intentar de convencerme de que deje de ser un cebo― A diferencia de ti, pertenezco a una familia muy dedicada a la cacería de vampiros, he recibido entrenamiento desde pequeño, así que no me cuesta mucho en defenderme. Por mucho que tu padre se dedique a ser cazador, no te ha enseñado nada, porque no quiere que te involucres.

― ¿Tú qué sabes? No sabes nada ―hablé con un temblar en mi voz, enojada― A él no le importa; si de verdad se preocupa por mi seguridad, el que debería estar en esa maldita silla debería ser él, no tú.

Eddie relajó sus facciones y me miró con cierta lástima o vergüenza por haber concluido algo equivocado.

―Perdón, mi intención no es hacer que te pongas a la defensiva. Es solo que… nos preocupaste, cuando me llamaron para decirme que te encontraron desangrando en la mansión de Diabelle y que estabas inconsciente, me asusté. Casi hago que mi tatuador me vacunara con su máquina de tinta.

―¿Te hiciste otro tatuaje? ―pregunté mientras intenté sentarme y apoyar mi espala a la fría pared, pude ver que tengo una vía para hidratación en mi brazo y otra en la que me hacia una transfusión de sangre.

―Sí, ¿quieres ver? ―dijo con un rostro más apacible y con una sonrisa.

―¡Claro!

Ed se arremangó la camiseta, mostrándome la obra maestra que hizo su tatuador: un precioso lince blanco con sombras casi de un tono azul, me parece precioso, se nota el gran gusto que tiene Ed por los felinos salvajes.

―Está hermoso. Se merece cada libra que le dan a ese tatuador.

―Me arrepiento de solo saberme su apellido, igual, todo el mundo le llama Mendoza.

―¿Latino?

―Sí, pero ese no es el punto. Cuando le mostré el tatuaje a Drewko, no dejó de ladrarme el brazo, a veces pienso que es estúpido. Oye, ¿cómo me vería con una perforación en la ceja?

Me parece muy irónico, ya que la familia de Eddie es muy conservadora, no apoyan el tema de tatuajes y aretes masculinos, en cambio, Ed es un rebelde, talentoso como cazador y estratega, pero al fin y al cabo un rebelde.

―Te verías genial, como una clase de bad boy ―comenté en broma― Muchas chicas se sentirán decepcionadas cuando sepan que eres un good boy.

Ed sonrió mostrando su reluciente dentadura y esos hoyuelos que forman sus mejillas, de todas mis amistades, Eddie Boomer destaca en apariencia, ya que es un joven bastante atractivo: de cabello corto como un soldado militar, de una piel naturalmente bronceada y mandíbula cuadrada.

―Por amor a la reina Isabel II, deja de comparar mi apariencia con la de un estereotipo de personaje literario. Y… ―Miró a su alrededor con cautela y luego me volvió a mirar con una facción de complicidad― ¿Descubriste algo en la morada de Diabelle? ―susurró.

―Tiene una clase de plan con la vampiresa Lilly Hofman, dijeron que quieren el surgimiento de los vampiros de clase ancestro ―contesté en el mismo tono― ¿Sabes lo que es un vampiro de clase ancestro?

Él me miró como si estuviese sorprendido por la información. Por lo que sé, solo supe de dos clases de vampiros: los aristócratas o puros y sirvientes, así que si existían otro tipo, estoy perdida.



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En el texto hay: vampiros, lgbt, discriminacion

Editado: 20.05.2021

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