DÉsolÉ: cuídate de mí.

II: Los bombones.

Gracias al trabajo de mi padre, no tengo la obligación de internarme en el Westminster School como mis compañeros, incluso los vampiros estudiantes no tienen habitaciones, ya que prefieren que se salgan de las instalaciones por muchas razones de seguridad, entre otras palabras, tengo la mala suerte con toparme con chupasangres a la salida. Hay muchos beneficios en no internarme: mi padre ahorra el dinero de la cena, habitación, duchas fuera de la sección de deportes, entre otras cosas; sé que sería mucho más conveniente para mí internarme, así profundizo más en mi educación y puedo descubrir otras opciones para mi carrera universitaria.

Ese día tuve que hablar con el director para aclarar mis faltas y que me pondré al día con todas las materias, aunque eso significara que no durmiera bien por un largo tiempo, tendré que consultar a Jack para que me explique bien ―ya que Jessie es un desastre para explicar―, menos mal que usar la excusa de ser hija de un cazador es efectiva, es más, colaborar con la AC hizo que mi currículum estudiantil mejore.

Entré a tiempo a mi aula junto a mis ocho compañeros, entre ellos se encuentran mis dos amigos y Olympia, que parece no apartar su helada mirada de mí, eso hizo que me recorriera un frío por la espalda y trague en seco, incluso intenté ignorarlo enfocándome por tomar asiento, nos toca clase de historia, mi profesor es muy elocuente para contar historias, ya sea de mitología grecorromana, el muro de Berlín, los reinados del pasado, entre otros sucesos. Las únicas personas del salón que no están organizadas por orden de lista era aquella vampiresa y yo, Townsend por sus manías de raza y yo porque soy el escudo humano de mis compañeros, si ella le provoca encajar los colmillos en alguien, yo seré la primera opción.

Las clases suelen ser de charlas interactivas en la que todos los estudiantes participaban de una manera organizada, ese entusiasmo hace que recordaras las clases y que perduraran por un buen tiempo en tu cabeza.

―¿Qué se les viene a la cabeza cuando menciono al rey Enrique V? ―preguntó para verificar la memoria de sus estudiantes.

Siete levantaron la mano, yo soy parte de esos siete, pero el profesor Florián le da la palabra a uno de mis compañeros, el cual responde:

―En la batalla de Azincourt.

―¿Me puede indagar a más profundidad sobre el tema en cortas palabras? ―inquirió mientras limpia sus anteojos.

―El rey Enrique V peleó en la batalla de Azincourt, esto se llevó a cabo el día de San Crispín y concluyó a una gran victoria contra el ejército francés.

El señor Florián sonrió satisfecho ante la respuesta de Meisy. Por otro lado, yo no dejé de sentir aquella mirada sobre mi espalda, era como si me perforara, esa sensación desagradable de ser observada por una vampiresa me hizo imaginarme cosas locas, «tal vez se pregunta cómo sabe mi sangre… definitivamente está pensando eso, es el único motivo por la cual un vampiro se fija en un ser humano», pero otra cosa se me vino a la mente, «¿es porque soy la única del aula que es de una tez oscura?», los vampiros tenían un color cadavérico, y con los que lidié les pareció interesante los esclavos de sangre que pertenecen a otras razas como los de ascendencia nativa, asiática, africana y mestiza. Terminé declinando más a la primera conclusión, ya que normalmente piensan en sangre.

 

[…]

 

Tuve una gran charla con mis amigos, intenté no dar detalles sobre mis misiones por buenas razones, una de esas es porque hay otros vampiros en las instalaciones y pertenecen a la clase aristócrata, yo normalmente ayudo a espiar a los que son de esa clase, ya que los sirvientes solo pueden alimentarse de la sangre de sus amos. Normalmente los vampiros se juntan entre ellos en los ratos libres ya que ningún humano se les acerca, a excepción de Olympia, no se relaciona con los de su especie, el clan Townsend es conocido por ser reservados y por casarse entre familiares para preservar el apellido, algo muy asqueroso.

―Ah, con que tu amigo Boomer esperó a que abrieras los ojos, ¿no es esa una señal? ―sugirió Jessie con cierta malicia― Estoy segura de que le gustas, ¿no piensas lo mismo, Jack?

―No quiero que me introduzcas a eso ―dijo mientras se concentra en su libro de Hamlet.

―Estás loca, Jessie. Eddie es mi amigo, nos conocemos desde niños y nuestros padres son amigos ―aclaré.

―Pero hablas siempre bien de él y él siempre se preocupa por ti, incluso una vez te invitó a su casa.

―Admiro a Ed, es un estratega talentoso ―admití y luego carraspeé para imitar la voz de un interlocutor―: ¿Quieres planificar tu futuro?, consulta a Eddie Boomer; ¿quieres detener una dictadura?, consulta a Eddie; ¿necesitas librarte de un vampiro?, habla con Eddie; ¿quieres invadir un país?, pide consejos de Eddie; si está interesado, di el nombre de Eddie tres veces mientras sostienes una tarta de mora.

Jessie se sostuvo el estómago mientras reía y yo me reí con ella, Jack apretó los labios para evitar reír y verse maduro delante de nosotras, aunque Jessie sabe más de su mellizo que yo. No me tomo muy en serio cuando mencionan de que Eddie y yo haríamos buena pareja y esas cosas, aunque algunas veces me parece vergonzoso, imaginarme estando en una relación con mi mejor amigo es un poco extraño y a veces me resulta incómodo pensar eso mientras estoy en compañía de Ed.

El descanso me pareció corto, no fue suficiente para mí, pero por lo menos me sentí muy bien hablando con Jessie y Jack. Nos tocó diseño y tecnología, así que nos hicimos en otro salón equipado con lo que necesitábamos, Olympia no había llegado, pero en mi lugar hay una caja de bombones, por un momento pienso que se equivocaron de persona, en cambio, mis dudas desaparecieron cuando vi una nota con mi nombre, es una caligrafía cursiva y preciosa, sin manchas de tinta, decidí guardar eso en mi bolso, no se ve abierto, sin embargo, hay casos de envenenamiento por dulces aparentemente inofensivos. En unos segundos, llegó Olympia y escucho con claridad a mis amigos susurrando por mi supuesto admirador que me dejó la caja de bombones, la vampiresa no me mira por un buen rato hasta que llega nuestro maestro. Tengo la mala suerte de estar tan cerca de Townsend, tanto que ya sé a qué huele su perfume: a lavanda; juguetea mucho con sus rizos rubios y parece no querer mirarme ya que estamos de lado a lado, puedo sentir su baja temperatura corporal sin necesidad de tener contacto físico con ella, no niego que los vampiros portan una belleza mística, pero es a costa de la sangre de un ser humano.



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En el texto hay: vampiros, lgbt, discriminacion

Editado: 20.05.2021

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