DÉsolÉ: cuídate de mí.

XII: Lo que oculta Frederick.

                Al día siguiente me desperté como si no quisiese levantarme de la cama, estoy cansada, supongo que es por la sangre que bebió Frederick ayer, pero fue muy poca a comparación del consumo de otros vampiros. Después recordé que me mantuve despierta haciendo tarea y dibujando garabatos en mis cuadernos viejos. Me di cuenta que dormí en una posición extraña, me duele la pierna por ello y me quejo del dolor momentáneo.

                En mi cama están mis cuadernos desordenados, mi lápiz de dibujo, el cual me clavé la pierna con él por accidente y eso me hizo casi maldecir por un momento, «genial, este es el despertar más horrible que he tenido». Pensé que había dejado la luz de mi habitación encendida, pero me equivoqué, está apagada «o el foco está quemado, quién sabe». Flexioné mi cuerpo un poco antes de decidirme en ponerme otra ropa, no quiero que sepan que dormí con la misma de ayer.

                Miré mi celular, me sorprendí por la hora en la que me levanté y el montonal de llamadas perdidas de mi papá, «pero recomendaron que no hiciese muchas, ¿por qué me llamó esa cantidad de veces?», son veinte llamadas perdidas en total. Abrí mis mensajes y leí uno de mi papá: Eddie y Max dijeron que estuviste ayer con ellos, espero que te encuentres bien, no dejes de comunicarte con ellos. Sonreí y contesté un: Ok.

                Me coloqué una camiseta amarilla con el estampado negro de una pipa y el nombre SHERLOCK en el mismo color; un pantalón hasta las rodillas y mis pantuflas de pingüino.

                Intenté apartar el sueño de mis ojos y salí de mi habitación, no me preocupé por la luz, ya que los pasillos son oscuros. Me dirigí a la cocina, en cambio, antes de llegar, fui recibida por Charles, quien insistía en que le acariciara la cabeza, no sé si le echan loción, pero huele a vainilla. Charles me inspira ternura en el fondo de mi corazón, no me sorprendía ya en que Frederick sonriera tanto con un poni tan lleno de personalidad como este, ni me sorprende lo consentido que es.

                Al entrar a la cocina, Frederick está ahí, me recibió con los buenos días y me tendió un vasado con jugo de mora.

                ―Buenos días ―correspondí al saludo y recibo el jugo de mora.

                ―Te ves un poco cansada aún ―comenta buscando ingredientes.

                ―Me desvelé dibujando un poco.

                ―No sabía que te gusta dibujar.

                ―Caricaturas, nada más, aunque quiero aprender otras técnicas de dibujo y pintura ―admití con la mirada perdida.

                ―Ea, qué bueno que tengas planes para tu futuro. Noté que te desvelaste, toqué tu puerta, pero no abriste.

                La vergüenza se apoderó de mí, me costó mirarlo a los ojos, y mucho más al saber el otro dato:

                ―Dejaste la luz de tu habitación abierta, así que entré para apagarla, la vejez mental me hizo ahorrador.

                ―Perdón por eso.

                Ignoré por un momento el hecho de que se metió a mi habitación, tal vez porque no lo culpo de hacerlo, lo hizo para ahorrar electricidad. Es cierto que me inquieta saber que un vampiro entró a mi habitación sin yo saberlo, pero con tal de que no haya hecho nada extraño o perjudicial para mí, todo bien.

                ―No te preocupes, los humanos no siempre pueden controlar su sueño. Sin olvidar el hecho de que ayer perdiste algo de sangre.

                ―No fue mucha.

                ―Me alegra saber eso ―, sonrió.

                Los vampiros no pueden dormir, su cuerpo no necesita ello, escuché que sí pueden descansar, pero sus cuerpos siempre están alertas.

                ―¿Qué estás cocinando?

                ―Paella. Por si no lo sabes, casi hora de tu almuerzo.

                Suena como si yo fuese su hermana pequeña o hija, cualquiera de las dos opciones es válida, pero considerando su edad, diría que su comportamiento es como la de un papá cariñoso, eso hizo que mi corazón se reconfortara. No puedo creer que en tan corto tiempo me he encariñado de un vampiro, Frederick debe estar usando su letal carisma en mi contra.

                ―¿De dónde sacas dinero?

                ―Del banco ―bromeó.

                ―No, me refiero a qué trabajas para poder conseguir el dinero para pagar por esta casa.

                ―Actualmente el internet es muy bueno para varias cosas, así que trabajo en casa, soy algo parecido a un asesor. Puedo tener varios trabajos, ya que técnicamente no tengo la necesidad de dormir.

                Me sorprende que pueda conseguir dinero de esa manera, yo siempre me pregunté de dónde sacaban dinero todos esos vampiros.

                ―¿Cuántos años tienes, Frederick?

                Él tocó su barbilla y se quedó pensativo por un gran tiempo.

                ―No lo sé, solo sé que soy mucho mayor que Lysander, debo tener el doble de su edad.

                ―¿Cuántos años tiene él?

                ―Quinientos años.

                Me quedé con la boca abierta.

                ―O sea, ¿tienes más de mil años?

                ―No estoy seguro, dejé de contar cuando llegué a los trecientos, pero por la época, se podría decir que sí tengo esa edad. Si no mal recuerdo, nací en el año 1010.

                Tal vez no sea el vampiro más viejo, no sé las estadísticas de edad que cumplen ellos, pero por el momento, Frederick es el vampiro más viejo que conozco. También el único que tiene un parche puesto, lo cual me causa mucha curiosidad.

                ―Eres viejo.

                Me sonrió.

                ―Lo sé.

                Bebí el jugo de mora y lo saboreé un poco antes de tragar por completo, hasta que sonó mi celular, al ver la pantalla, noté que se trata de Eddie. Contesté la llamada:



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En el texto hay: vampiros, lgbt, discriminacion

Editado: 20.05.2021

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