DÉsolÉ: cuídate de mí.

XV: Gabriel.

Para calmar mi mente, recité los nombres de los dinosaurios que me sé de memoria, es una manera de calmarme, sobre todo al darme cuenta que algunos vampiros me están mirando desde que entré a las instalaciones. «Parasaurolophus, diplodoco, brachiosaurus, carnotaurus…», seguí así por un largo lapso.

―¿Cazadora? Más bien es la mascota de los Puros.

Me detuve ante ese comentario, sé que provino de un vampiro, ya que lo escuché provenir de ese grupo, por un momento pensé que me iba a costar saber quién fue el que soltó ese comentario, sin embargo, lo supe porque no ocultó su mirada de desprecio y asco hacia mí. Fruncí el ceño, miré a ese vampiro de ojos negros, y cuando me iba dirigir hacia él, alguien me frenó.

―Qué bueno que te encuentro ―dijo en un tono de voz alto, para luego susurrarme al oído―. No hagas nada de lo que puedas arrepentirte. No vale la pena meterse con ellos.

Me dio un escalofrío sentir la respiración de Olympia en mi oreja, «velociraptor, ornitomimo, alosaurio…», intenté calmarme nuevamente, el acercamiento de Olympia ya no se me hacía tan raro, ella siempre me buscaba.

Dudé un poco en responderle, así que la miré a los ojos, luego miré al imbécil que me está viendo a la distancia, hasta que volví a centrar mi vista en ella y dije:

―Bien.

Fue inevitable caminar juntas hasta el salón de clases, aunque no hablé, hasta que ella intenta buscarme conversación.

―¿Ese arete es nuevo?

Cierto, se me olvidaba que yo no suelo usar aretes, hoy me acordé en usarlos, no sé de dónde viene ese entusiasmo.

―No, lo tengo desde hace mucho, supongo que casi no los uso. ―Me encogí de hombros.

Noté que Jessie no entró al salón con nosotros, así que solo somos ocho personas en este salón, no sé qué habrá pasado con ella, solo espero que esté bien.

Saqué mi cuaderno de apuntes, metí el separador ―o marcapáginas para otros― que me regaló Olympia, no sé porqué lo metí a mi bolso, simplemente que me pareció tan bonito que no evité meterlo ahí. En fin, se empezó la clase y yo intenté concentrarme, si no fuese porque sigo pensando en dinosaurios, sobre todo de mi querido T-Rex y mi Triceratops, extraño mis figuras de mis amigos dinosaurios, mis pósteres, todo.

Intenté no distraerme, aunque se tornó un poco complicado, mis apuntes se hacían cada vez más dudosos, estoy confundida.

―Parece que te gustó el separador ―me dijo Olympia en voz baja.

Yo solo asentí. No entiendo por qué su voz susurrante me da un poco de escalofríos, Olympia es otro enigma, al igual que Frederick. No sé qué hacer, supongo que me he involucrado mucho con los vampiros a nivel personal, tengo imágenes distorsionadas de ellos.

Otra vez siento los ojos de Olympia sobre mí, no entiendo por qué me está mirando tanto, se me hace un poco extraño, ya que es la primera vez que puedo sentir que alguien me mira de manera fija mientras hago una actividad, a veces pienso que ella no presta atención en las clases.

 

[…]

 

A la hora de descanso, Jack me contó en que Jessie amaneció con fiebre y que ahora estaba en la enfermería, él y yo no conversamos mucho, sobre todo por la forma de ser de él, quien suele ser un poco esquivo y no alarga las conversaciones. Se retiró diciendo que iba a verla y le mandé saludos a través de él, ya que no me siento en condición de hablar con Jessie o de cuidarla, ya que en estos momentos no me siento muy bien.

Milo se me acercó y se sentó a mi lado.

―No te ves muy bien hoy, Bae.

―Supongo que no.

―¿Qué ocurre?

―Creo que tengo dudas con respecto a los vampiros.

Ella me miró en silencio, hasta que me dijo:

―Supongo que es algo normal. Te diré mi humilde opinión: odio que seas un cebo, ser un cebo consiste en que tengas la peor experiencia con muchos vampiros, mi hermano ha experimentado eso.

―Casi nunca me cuentas de tu hermano.

―Él odia que hablen de él, incluso a sus espaldas ―bromeó.

El hermano de Milo fue uno de los mejores cebos que la AC pudo tener, sin embargo, se retiró de esa labor luego de que ocurriera un incidente con uno de sus propietarios.

―Pero de vez en cuando se convierte en un esclavo de sangre.

―Los esclavos de sangre tienen a la ley de su lado por si su propietario hace algo, mi hermano era un ignorante de ello, cuando lo descubrió, no quiso formar parte de la AC ―, me miró con seriedad―. Bae, no seas más un cebo, ser un cebo es convertirse en una mera herramienta para la AC, desde hace años la ley prohíbe los cebos, si descubren que eres uno, tu padre podría estar en peligro de ser arrestado por dejarte hacer esto.

Yo elegí ser un cebo, a pesar de que mi padre está en contra de ello.

―Tú trabajas para la AC, no deberías hablar mal de ella.

―Mi papá es oficinista y odia la empresa en donde trabaja. Vigilar a los vampiros es una labor que no daña a nadie. Me imagino que debes tener dudas, Boomer me contó lo agradable que es tu actual propietario.

―Sí, lo es. No solo él me hace dudar del mundo de los vampiros, también Olympia Townsend.

―Ah, Townsend, veo que te llevas mejor con ella, la veo sola a cada momento. Bae, los seres humanos somos seres llenos de perjuicios, ¿sabes lo que pensaron los primeros ingleses cuando invadieron América y vieron a sus nativos de piel rojiza?

―¿Qué?

―Pensaron: sucios salvajes o demonios rojos. El ser humano piensa mal de lo desconocido, teme de él y lo juzga. ¿Cuántas veces no te han discriminado por tu color de piel, Bae?

Aunque no he recibido discriminación por ello últimamente ―tal vez porque casi no salgo―, aunque tuve que vivir con eso desde pequeña, una parte de la familia de mi mamá no me querían por haber salido con el color de piel de mi padre, me han mirado mal muchas veces e incluso en Venezuela, mis compañeros me decían esclava, solo por diversión. Sí, soy una esclava, pero de mis propios sentimientos, si quiero, puedo dejar a la AC por cuenta propia.



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En el texto hay: vampiros, lgbt, discriminacion

Editado: 20.05.2021

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