En clase de diseño y tecnología, nuestro profesor nos recibió de la misma manera, dándonos los buenos días y estrechando la mano de mis compañeros de clases, tuve que usar el abrigo de mi mochila, después de todo es el Autumn Term, poco a poco empieza el invierno. También parece que empezará a llover en cualquier momento.
La clase fue muy normal, tan callada que dudé un poco en si estaba con mi verdadero grupo, es cierto que no suelen ser indisciplinados, sin embargo, siempre me toca con grupos un poco conversadores, a veces hasta ruidosos. Para una persona latina como yo, que se había acostumbrado a estar en la misma aula que con treinta engendros de pesadilla, saber que el lugar nativo de mi padre suele tener nueve alumnos en cada aula fue como un respiro, no había tanto ruido y a los profesores se les hace fácil de manejar.
Al salir de clases, me acerqué a mi profesor.
―Hola señorita Simons, ¿en qué puedo ayudarle?
―Era para preguntarle con respecto a los bombones que recibí, ¿usted sabe quién fue? ―le dije casi en voz baja.
Él me sonrió y dijo:
―Lo siento, señorita Simons, yo tampoco comprendo cómo llegaron esos bombones ahí. Tal vez el conserje Campbell sepa algo al respecto, es el único que tiene la llave de esta aula a parte de mí ―me informó.
―Ah, muchas gracias, maestro.
Genial, no logré recolectar la información que necesito, mi curiosidad por los bombones creció mucho más de lo que me imaginé.
Cuando las clases terminaron, acompañé a Olympia en la salida y nos pusimos a platicar un poco, sentí que admiraba mi entusiasmo en las clases de educación física, a pesar de que me guste hacer ejercicio, no es algo que haría para vivir. Nos tuvimos que refugiar con el paraguas que ella trajo, parece tener muy buena intuición cuando se trata del clima.
―Parece que ya vinieron por mí ―anuncia Olympia con cierto desánimo―. La lluvia no ha cesado, puedes empaparte. ―Hizo que sostuviese el paraguas.
―¿Por qué me lo das?
―Devuélvelo mañana si puedes, no hay problema en dejártelo, mi capa es impermeable después de todo ―dijo colocándose su capucha―. Nos vemos mañana.
―Sí, nos vemos mañana.
Cuando subió al auto a gran velocidad y se fue, me quedé mirando el paraguas, tiene el emblema de los Townsend, no entiendo la obsesión de ese clan por plasmar su emblema en todas partes. Bueno, tendré que devolver esto mañana. Suspiré y miré al frente por un buen tiempo. La lluvia se ve bastante agresiva el día de hoy.
Esperé por un rato hasta que por fin vi a Frederick venir por mí, me apresuré para entrar al auto y metí la sombrilla en una bolsa que usé para guardar mi botella de agua fría.
―¿Cómo te fue en tus clases? ―preguntó Frederick mientras pisaba el acelerador.
―Me fue muy bien, hoy estuvo muy callado, debe ser porque se aproxima el invierno ―le contesté.
―Eso parece, tendré que llamar a alguien para que ajuste la calefacción ―me dijo con normalidad―. El jueves me voy a reunir con la vampiresa Hoffman, intenta no salir de tu habitación o evitar encontrarte con ella. Sé que no tienes los instintos de los vampiros, por ello le diré a Lysander que se haga cargo de ti para que no te cruces con ella.
«Es cierto que siento más empatía por Lysander, sin embargo, le sigo temiendo» me dije mirando por la ventana polarizada, casi no veo nada por culpa de la lluvia que distorsiona todo. Aún tengo frío.
―Creo que Lysander preferirá quedarse a tu lado para supervisar la charla.
―Sé que no será fácil en convencerlo, pero es mejor prevenir muchas cosas, escuché que la señorita Hoffman odia ser interrumpida o vigilada mientras mantiene una charla, por ello no traerá a su Sirviente a la reunión.
¿Por qué me cuenta todo esto? Tal vez tiene sus propósitos para ser así, es como si me intentara proteger de ella, ese acto de querer protegerme me recuerda un poco a mi padre.
―Actúas como un papá protector ―le dije casi sin pensar.
Sentí su mirada a través del retrovisor, creí ver una mirada melancólica en aquel ojo gris, no sé lo que piensa Frederick, tampoco sé cómo vivió para que sea el único Ancestro que queda en el mundo.
―Baetana, después de llegar, ¿podemos tomar un té juntos?, quiero hablar un poco contigo.
Levanté una ceja.
―¿Puedes tomar té?, ¿Tu cuerpo no lo rechaza?
―Siempre tomo un té que es saludable para la sangre, eso hace que se fusione con ella y que mi cuerpo no la rechace por completo, en cambio, puedo servirte un poco de té de menta, si te apetece.
―No hay problema para mí.
Tomar el té con Frederick no parece ser una mala idea.
[…]
Cuando llegamos, me tuve que refugiar rápido de la lluvia, Charles nos recibió casi corriendo de un lugar a otro, en cambio, Lysander intentaba usar todos los medios para que el poni se calmase y dejara de correr por el lugar.
Me dirigí a mi habitación y me tumbé en la cama, me relajé tanto que por poco me quedo dormida, si no fuese porque se quedó en mi mente tomar un té con Frederick, me di un baño, casi grité por lo helada que está el agua, pero aguanté; intenté usar algo que fuese “adecuado” para tomar el té, «cálmate, Bae, tal vez sea viejo de edad, pero dudo que te reprenda por usar ropa de hoy en día, es Frederick, él es muy relajado con respecto a eso», ahora que lo pienso, nunca lo vi criticar el atuendo de alguien. Usé la ropa más abrigada que tengo: un conjunto completo de tela doble y suave, de un color pastel, debo verme un poco ridícula, pero andar cómoda y abrigada es mejor que morir de hipotermia.
Respiré hondo, debería estar acostumbrada a tomar el té, pero esta será la primera vez que tomaré el té con un vampiro, ¿sus modales serán de otra época? Siempre tuve curiosidad sobre ello.
Mi cabello está un poco alborotado, pero no se ve mal, solo un poco esponjoso.