DÉsolÉ: cuídate de mí.

XVIII: Ánimos por el suelo.

Siento como si se me hubiese agotado la energía de la nada, porque no sé cómo me siento tan fatigada, no tengo ganas de hacer nada, pero tengo que ir al instituto, me guste o no. Quisiera seguir durmiendo y dar una excusa de que estoy enferma o algo así, por mucho que me guste la idea, no puedo hacer eso, me sentiría muy mal por mentir de aquella manera. Me levanté con tanto cansancio que me quería quedar inmóvil mirando mi pantufla.

Me di una ducha rápida, por mucho que mis clases empezaran en dos horas, tengo que estar preparada para lo que sea. No solo me coloqué el uniforme, también el abrigo más cómodo que tengo en mi armario.

Al salir de mi habitación, me topé con Charles dando saltitos, como si me estuviese dando los buenos días a su manera, relinchó e insistió que le acariciara. Sigo tan fatigada que a dudé en acariciar sus crines o no. En fin, lo acaricié por un corto plazo y me dirigí a la cocina. En la cocina obviamente se encuentra Frederick, cocinando algo para mí.

―Buenos días ―me saludó.

―Buenos… ―dije sin ganas de terminar la frase.

Ayer no me drenaron sangre y comí bien, ¿por qué demonios me siento como si no hubiese dormido nada? Recosté la cabeza y brazos en la mesa como si tuviera intención de dormirme.

―¿Estás bien? ―me preguntó mientras sentí que acariciaba mi cabeza.

―No, pero puedo ir al instituto, solo me falta un poco de energía.

―Si es así, espero que te ayude mi tarta de café a recuperar tus energías.

Levanté la cabeza y vi cómo puso un plato con un trozo de tarta en la mesa, me emocioné, por su color parece más de chocolate que de café, pero no vacilé en empezar con mi festín.

―Eres mi salvación.

Frederick sonrió y asintió; su cabello sujeto lo hace ver mucho más tranquilo de lo usual. La tarta de café se siente esponjosa, no sé qué le habrá echado como para que quede así, solo sé que él parece un genio en repostería. Sentí un pequeño sabor a arequipe.

A pesar que la tarta de alguna manera me dio un poco de energía, seguía experimentando momentos en donde bajaba abruptamente y volvía a subir, como una montaña rusa de mierda. Al entrar al auto, el cual siempre Lysander me espera en silencio, con las manos en el volante y la vista fija al frente; a veces su comportamiento parece programado.

Hace mucho frío también el día de hoy, abracé mi mochila casi con fuerza y miré al frente. Salimos del lugar despacio antes de que Lysander empezara acelerar. Los asientos se sienten tan cómodos que me costará abandonarlos cuando lleguemos. Un poco más y me rindo ante la tentación de sueño que estoy experimentando.

―Pareces no encontrarte muy bien hoy ―dijo Lysander.

Su observación me toma por sorpresa.

―Creo que es fatiga ―respondo intentando reír un poco―. Si yo fuera una batería, estaría al quince por ciento.

―Los humanos parecen tener cuerpos un poco… cambiantes de vitalidad.

―Suenas como un robot al decir eso, solo falta que digas: deseo hacer un zoológico de humanos ―dije sin sentido.

―No es mala idea.

―¿Enserio? ―me exalté.

―No.

Qué cortante.

―A veces tu sarcasmo es un poco dudoso, Lysander.

―Odio los zoológicos, a excepción aquellos que tienen un terreno extenso donde los animales tengan espacio para sentirse en su habitad, pero en sí, detesto los zoológicos.

Parece que descubrí algo nuevo de Lysander: ama a los animales; por mucho que no sea algo que él demuestre, puedo notar ese fervor por ellos, por algo se preocupa mucho por Charles.

―¿Cómo adoptaron a Charles? ―pregunté por curiosidad.

Me miró con esos intensos ojos verdes por el retrovisor, a veces su color de iris parece un verde casi irreal, como el de una piedra preciosa, luego recordé algo «¿los vampiros de cuarta escala no suelen tener una tonalidad de ojos un poco oscuros? Si es así, ¿por qué Lysander tiene los ojos verdes?»,

―Frederick se lo encontró cuando aún era un recién nacido, tal parece que su madre murió dando a luz, el dueño de ese corral no quería criar a Charles, él nació con una discapacidad en una pata ―explicó.

―¿Es por eso que a veces camina un poco raro?

―Sí, y una discapacidad así no podría aguantar el peso de un niño, ese señor se dedicaba a ganar dinero a costa de darles un paseo en poni a los niños de la localidad, no quería un animal “defectuoso”. Frederick decidió tener a Charles, se encargó de sus vacunas, de tratar su discapacidad y lo educamos juntos.

Me reí.

―¿Qué es tan gracioso? ―Frunció el ceño.

―Lo siento, lo último que dijiste suena como si tú y Frederick fuesen… ya sabes.

―¿Qué quieres decir con eso?

Bufé, necesito expresarme mejor, no tengo que olvidar que estoy hablando con Lysander, no con Frederick.

―Me refiero a que contaste lo último de la historia como si tú y Frederick fuesen los padres de Charles, son tan unidos con respecto a Charles que a veces parecen casados.

No me contestó por un gran momento, pude ver en el retrovisor el rostro enrojecido de Lysander, pensé que se encontraba furioso por el ceño fruncido, pero el gesto en sí es un poco extraño para un vampiro tan serio como él. Cuando por fin se rompió el silencio, él carraspeó y dijo:

―¿Un Ancestro y un Sirviente?, eso suena como un chiste muy malo.

Parpadeé varias veces hasta que por un momento creí haber descubierto algo importante, se tomó mi comentario tan enserio cuando es evidente que estoy bromeando.

―¿Tú de verdad estás…?

―No digas nada, tampoco se lo digas a Frederick ―suspiró, parece frustrado―. Bajé mi guardia por un momento.

Descubrí dos cosas de Lysander esa mañana: uno, le gustan los animales, y dos, parece tener sentimientos románticos por Frederick.

 

[…]

 

Antes de entrar al instituto, revisé mi celular, tengo un mensaje de mi papá, deseándome un buen día, sonreí por el gesto, parece que de verdad está preocupado por mí, por algo hizo que Milo y los demás vigilaran el internado.



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En el texto hay: vampiros, lgbt, discriminacion

Editado: 20.05.2021

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