Capitulo 9: Tanda de penales.
Alejandro observó con creciente impaciencia cómo Louise no aparecía del club. Los minutos se alargaban y el caos en su cabeza aumentaba. Fuera, las calles comenzaban a llenarse de paparazzi, y el sonido de los flashes era inconfundible. Ya no podían ocultarse por mucho más tiempo. Las preguntas comenzaron a llegar de inmediato.
—¡Oye, Alejandro! —gritaban algunos reporteros a través de las vallas—. ¿Qué hace un futbolista tan famoso aquí? ¿A quién esperas? ¿Es a tu novia madrileña? ¿Por qué estás empapado?
Alejandro se sintió atrapado en un laberinto de preguntas. Cada uno de esos comentarios lo ponía más nervioso. Miró el reloj: Louise aún no salía.
De repente, la vio. Ella salió del club, caminando con tranquilidad, pero al instante se dio cuenta de lo que sucedía. Su bikini rojo diminuto, que las chicas influencers le habían dejado como parte del juego para exponer más su relación, hizo que los flashes comenzaran a dispararse aún más rápido.
—¡Joder! No es cierto, esta chica me va a matar —murmuró Alejandro, horrorizado por el giro que estaba tomando todo. Las cámaras la fotografiaban sin descanso, lanzando un sinfín de preguntas que él no podía controlar.
—¡¿Es tu novia?! —gritó uno de los reporteros—. ¿Por qué está empapada? ¿La relación es oficial?
Alejandro estaba al borde de perder la calma. Sin pensarlo, corrió hacia su coche y, desesperado, sacó lo primero que encontró del maletero: una camiseta del Atleti. No era ideal, pero era lo único que tenía a mano.
Con una mezcla de rabia y desesperación, corrió hacia Louise.
—¡Póntela ahora mismo! —exclamó, sosteniendo la camiseta—. No voy a viajar contigo en mi coche casi desnuda.
Louise, que no parecía tener ni la menor intención de colaborar, lo miró con una sonrisa burlona.
—¿Y tú qué? —respondió ella, arqueando una ceja—. ¡Esto es un traje de baño! ¿Nunca has visto uno?
—¡Póntela! ¡Ahora mismo! —insistió Alejandro, a punto de perder los estribos. La situación se les estaba escapando de las manos y no podía permitirlo.
Louise no hizo más que arrancarle la camiseta y, con un movimiento rápido, se la puso por encima de su bikini. En ese instante, los flashes de las cámaras casi los cegaron.
—¡¿Te estás burlando de mí?! —gruñó Alejandro, empujando a algunos paparazzi con un gesto decidido. Sin esperar más, la tomó de la cintura y empezó a caminar hacia el coche, apartando a los reporteros que seguían acosándolos con preguntas y más preguntas.
—¡Fuera de mi camino! —gritó, mientras los empujaba con determinación.
Finalmente, llegaron al coche y, tan pronto como la puerta se cerró, Alejandro arrancó el motor con furia. El coche salió disparado a toda velocidad.
—¡Baja la velocidad, idiota! —exclamó Louise, mirando por el retrovisor, donde los fotógrafos seguían persiguiéndolos.
—Si me ponen una multa, te la descontaré de tu salario —respondió Alejandro sin mirar siquiera, concentrado en el camino.
—¡Qué idiota eres! —protestó Louise—. Tendre que trabajar un año sin salario para pagarte todo lo que te he hecho perder hoy. El reloj, el móvil, ¡y ahora esto!
—Pues que así sea —replicó Alejandro, con un tono que no dejaba espacio para la discusión.
Ambos permanecieron en silencio mientras avanzaban por las calles de Madrid. La tensión era palpable, pero en ese momento, Alejandro no estaba dispuesto a hablar más. Tenía la sensación de que algo en él había cambiado, pero no iba a admitirlo en voz alta.
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Cuando finalmente llegaron a la mansión, los dos seguían en silencio, la tensión aún flotando en el aire. El coche frenó frente a la entrada, y antes de que pudieran bajar, las gemelas ya estaban en la puerta, esperando. Cuando vieron a Louise salir del coche, empapada y con la camiseta de Atleti puesta, no pudieron contener las sonrisas de satisfacción.
—¡Nuestra protesta funcionó! —exclamaron al unísono, corriendo hacia Louise y rodeándola en un abrazo. —¡Alejandro la ha traído de vuelta! 'Nos ha devuelto a nuestra bruja! ¡Y hasta la ha bañado, y le ha puesto su camiseta del Atleti!
Leni no pudo evitar hacer un comentario al ver el cabello mojado de Louise, y con una sonrisa pícara añadió:
—¡Hasta la hemos visto con su nuevo look, camiseta roja y todo! ¡Así sí que es un cambio de imagen!
Emma, mirando a Alejandro con una sonrisa de aprobación, intervino:
—Excelente trabajo, Alejandro. Te has ganado un desayuno, sin duda. Mañana, Louise te hará el desayuno... ¿verdad?
Alejandro la miró, con los ojos entrecerrados, claramente cansado del juego de las gemelas.
—No gracias. No quiero más de Louise por hoy —respondió, su tono tajante como si estuviera cortando cualquier conversación adicional.
Louise lo miró, claramente sin entender a qué venía ese comentario. Un destello de irritación apareció en su rostro.
—¿Ah, no? —preguntó, con tono mordaz—. ¿Te parece que no soy suficiente? Bien, la próxima vez que quieras que te haga algo, mejor búscate otra persona.
— Quisiera fervientemente que dejaras de meterme en problemas, pero tu naciste para amargarme la existencia.— alejandro musito con fiereza mientras le empujaba con el hombro.
—.No me empujes idiota, pide permiso. No seas animal.—. Louise le recriminto halandole el cabello. Alejandro volteo mas cabreado.
— ¿Crees que tenemos 5 años?—.Alejandro musito —. comienza a comportarte de una vez. Mira toda la mierda en la que me has metido en dos días Louise, solo dos dias. ¿Que voy hacer ahora? —. pregunto cabreado mientras la miraba fijamente.
Louise miró a Alejandro a los ojos, sin decir una palabra durante unos segundos. Un destello de incomodidad pasó por su mirada, pero luego, sorprendentemente, dijo:
—Lo siento. Sí, las chicas me estaban presionando... Y dije esa estupidez. Pero la verdad, lo que yo haya dicho no importa. Lo que está claro es que la gente ya está hablando de que fuiste a buscarme. Y eso, créeme, ya genera más rumores de los que puedes imaginar.
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de enemigos a amantes, de amor y odio, de amigos a amantes erticos
Editado: 20.03.2025