Capítulo33 : cuentas pendientes
El salón de la casa estaba hecho un caos. Muebles empujados hacia los lados, el sonido de la música resonando desde el teléfono de Emma y cuatro personas moviéndose torpemente intentando coordinarse en un baile de TikTok.
—¡Louise, no vas al ritmo! —protestó Leni con el ceño fruncido.
—¡Estoy perfectamente al ritmo! Son ustedes las que van adelantadas —replicó Louise, concentrada en sus pasos.
Emma se giró hacia Rosa, que movía los brazos con un retraso evidente, como si estuviera escuchando la música con segundos de diferencia.
—Rosa… ¿qué estás haciendo? —preguntó Emma, conteniendo la risa.
—Yo qué sé, mija, yo solo muevo las caderas y confío en Dios —respondió Rosa, agitando los brazos con total descoordinación.
El intento de coreografía siguió hasta que una carcajada fuerte rompió la concentración de todas. Louise giró la cabeza de inmediato, encontrándose con Alejandro apoyado en el marco de la puerta, riéndose con ganas.
—Dios mío… Rosa, pareces un espantapájaros con calambres —soltó Alejandro, riéndose aún más fuerte.
—¡Qué gracioso eres, Von Bremen! —bufó Louise, cruzándose de brazos.
—No es mi culpa que Rosa parezca bailarina de salsa en una tormenta —se defendió, aún riendo.
—Ah, sí, claro —dijo Rosa, girándose con las manos en la cintura—. Si te parece tan fácil, niño bonito, únete.
Alejandro arqueó una ceja con una sonrisa confiada.
—¿Yo? Esto es pan comido.
—Ja, ya veremos —dijo Louise con una sonrisa desafiante.
Alejandro se colocó al lado de Louise, con las gemelas en primera fila esperando el desastre.
—Dale play, Emma —dijo Leni con emoción.
La música comenzó de nuevo y Alejandro empezó a moverse… de la peor manera posible. Sus movimientos eran torpes, desenfrenados y sin ritmo alguno. Su confianza inicial se fue evaporando a medida que intentaba seguir los pasos de Louise.
—¿Pero qué es esto? —se burló Rosa—. Parece un pulpo enredado en sí mismo.
Las gemelas estallaron en carcajadas.
—¡Bailas malísimo! —exclamó Louise, con una sonrisa burlona.
Alejandro se giró hacia ella con una mirada intensa y, sin previo aviso, la tomó de la cintura y la besó. Fue un beso corto pero arrebatador, que dejó a Louise sin aliento.
—¡Ey, ey, ey! —se quejó Leni—. ¡Esto no estaba en la coreografía!
—Sí, aquí no hay pasos de pareja, eh —agregó Emma con cara de fastidio.
Louise empujó a Alejandro con una ligera sonrisa y le señaló la puerta.
—Es tu turno de hacer TikTok, yo me voy.
—¿A dónde vas? —preguntó Alejandro con el ceño fruncido—. Nos acabamos de ver y no hemos tenido tiempo de… ya sabes…
Louise le puso los ojos en blanco.
—Voy a ver a Hades, a Laura y a Enzo. Tengo que aclarar algunas cosas, cuando me fui desaparecí como Cenicienta a medianoche.
El rostro de Alejandro se ensombreció de inmediato.
—No otra vez Hades…
Louise le dio una mirada desafiante.
—¿A este punto del partido aún tenemos problemas de confianza?
Alejandro suspiró, pasándose una mano por el cabello.
—Confío en ti. No confío en él.
Louise sonrió de lado y le dio una palmada en el pecho.
—Que confíes en mí es suficiente.
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Louise caminó con paso firme hacia el bar de Hades, vestida con un conjunto distinto al habitual. Esta vez, llevaba un pantalón blanco de cintura alta que realzaba su figura y una blusa de seda azul marino con escote en V, dejando al descubierto su clavícula. Unas sandalias doradas con tacón bajo completaban su look, junto con su cabello suelto, cayendo en suaves ondas sobre sus hombros.
Al cruzar la puerta, los ojos de Hades se posaron en ella de inmediato. Sus labios se curvaron en una sonrisa de diversión y sorpresa, apoyando un codo en la barra mientras la observaba con ese aire de superioridad natural que siempre lo acompañaba.
Louise avanzó con tranquilidad y tomó asiento en uno de los taburetes de la barra.
—Una copa, Hades —pidió con un tono relajado.
Hades sonrió con intención y se inclinó un poco hacia ella.
—Vaya, miren quién ha vuelto. Y con un atuendo diferente. ¿Qué pasó con el eterno vestido negro?
Louise rodó los ojos, pero antes de que pudiera responder, dos figuras la embistieron con fuerza.
—¡Louise! —chilló Laura, abrazándola con fuerza.
—¡¿Dónde demonios te metiste?! —exclamó Enzo, rodeándola con un brazo.
Louise apenas pudo respirar entre los abrazos y el aluvión de halagos.
—¡Mujer, estás radiante! —añadió Laura con una gran sonrisa.
—¡Qué falta de respeto desaparecer así! —reclamó Enzo con falsa indignación—. Nos dejaste en visto como si fuéramos mensajes de spam.
Louise se rió, apartándose un poco para poder mirarlos a los ojos.
—Lo siento, de verdad. Me fui a Cuenca con mi familia a pensar… y desconecté de todo. Ni siquiera miré el móvil.
Hades chasqueó la lengua, llamando su atención.
—Por un momento pensé que Alejandro te había encerrado en una torre o algo así.
Louise le lanzó una mirada de advertencia.
—No es gracioso, Hades.
Hades levantó las manos en un gesto de falsa inocencia.
—O algo mejor… —hizo una pausa dramática—. ¿Han terminado?
Louise exhaló, mirándolo con seriedad.
—No, Hades. No terminamos y no vamos a terminar. Lo amo.
El silencio que siguió duró apenas un segundo antes de que Hades sonriera con resignación.
—Lo supuse. Vi el partidazo de ayer… Solo puede jugar así si te tiene de inspiración.
Laura intervino con una sonrisa burlona.
—No seas envidioso, Hades. Desear cosas ajenas es un pecado.
—Exacto —se metió Enzo con una sonrisa traviesa—. Mejor fíjate en Laura. Está soltera, y la conoces desde que este lugar es tuyo.
Laura se sonrojó de inmediato y le dio un manotazo a Enzo en el brazo.
—¡Respeta! —bufó, poniéndose de pie de golpe—. ¡Idiota!
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de enemigos a amantes, de amor y odio, de amigos a amantes erticos
Editado: 20.03.2025