Mi querido hijo no sé cuándo esta carta llegue a tus manos, solo te he visto una vez, pero con la esperanza puedas conocer un poco de mí y aprender de mis errores, para poder así morir, con la única dicha que te deje algo que nadie podrá quitarte, un poco de conocimiento que atreves de los años adquirí, tu madre es una buena mujer y tus hermanos… bueno ellos no sé si hablaran contigo en algún momento de sus vidas, ellos son mucho mayores que tú y cometí muchos errores mientras ellos crecían, pero te aseguro si pudiese retroceder lo haría, por ahora, hijo solo quiero que tú seas diferente a lo que yo y quizás tus hermanos somos. Meditándolo, a lo mejor ahora tu no lo veas, pero, lo mejor que pudo haberte pasado en la vida es crecer sin mí, porque si no me encontrase en la situación que estoy, seguiría siendo el mismo y cometiendo los mismos errores.
Hijo mío, cuando el final de un largo camino llega, como un rayo de sol, empiezas a recordar cada instante, cada situación y cada sentimiento que te hace revivir, pero solo en tu mente, esto produce impotencia al pensar que nada se puede hacer, que el tiempo transcurrido jamás se podrá recuperar. Ahora luego de atravesar ese largo camino llamado vida, a mi edad y con una sentencia de muerte que cada vez pesa más, siento la necesidad de recapitular mi vida, ¿Cómo paso tan rápido todo este tiempo? ¿a qué horas deje de ser un adolescente? ¿a qué horas deje de ser un niño?, ¿he vivido la vida que quería? ¿hice realmente todo lo que deseaba?, y es que es solo cuando estas cerca de la muerte que estas palabras tienen realmente valor. Es ahora que luego de muchos años tomo un respiro, y realmente pienso en que fue realmente lo que paso.
Encerrado aquí en esta cárcel que consume mis últimos días de vida, esperando que mi verdugo me lleve y así acabe con mi existencia, para no ser recordado, porque no fui un héroe, ni un genio, nada más otro hombre que se guiaba por su instinto, que buscaba satisfacer todas sus necesidades a toda costa, es entonces que repentinamente, una pregunta estúpida se viene a mi cabeza, recuerdo que estaba en el colegio el maestro cada vez que leíamos un libro nos preguntaba “¿podrían resumirlo en una palabra?”, y yo en lo único que podía pensar era ¿Cómo resumes libros de más de un millón de palabras en una sola? Era una idiotez para mí lo que él pedía. Hoy es risible que recuerde algo así en estos momentos, pero, ¿podría yo definir mi vida en una palabra?, ¿Qué palabra seria?, ¿Qué palabra describiría mi vida? Pensando y pensando al final la única que se repite en mi cabeza es “egoísta”, no me gusta lo que mi subconsciente me dice, enserio ¿fui egoísta?... río en mi interior por la respuesta de consolación que me doy a mí mismo y ¿Quién no ha sido egoísta? Mi filosofía era que el ser humano es egoísta de nacimiento, desde el día que llegamos al mundo buscamos la satisfacción en todo momento, entonces me pregunto ¿estoy dudando de mi filosofía al rechazar que la palabra que describa mi vida sea egoísta? El pensamiento que me acompaño siempre, el que yo he creído verídico desde hace muchos años repentinamente se vuelve una mentira para mí, enserio ¿se ha vuelto una mentira?... Si es así no quiero esperar más días para morir; si es así significaría que mis años en esta tierra estuvieron basados en una falsa y que mi vida fue un gran error.
Mi padre solía decir que había que pelear por lo que se quería, sin importar el costo que esto tuviera, para mí eso era una proclamación del egoísmo que luego asimile como mío. Y es que este mundo no está hecho para la gente débil, la que no puede luchar por lo que quiere, la que se compadece de otros, es irónico porque tarde o temprano llega el momento donde deseas que la gente se compadezca de ti, cuando te despiden de un trabajo o cuando simplemente no tienes nada. Que estúpida filosofía la que tenía. Que egoísta que he sido
Mi papa fue el presidente de una gran compañía, recuerdo que trabajo años ahí, eso nos permitió tener una vida cómoda, con todo lo que necesitábamos y más. Me acuerdo muy bien de su rutina diaria, se despertaba a las 5 de la mañana porque “a esa hora despiertan los ganadores”, mi madre se levantaba a darle el desayuno, y se iba a trabajar alrededor de las 6:30, 7:00 AM. No regresaba a la casa hasta las 8 de la noche, casi no lo veía, pero en mi niñez, jamás le recrimine porque sabía que lo hacía por nosotros. No fue sino hasta que fui adolescente que entendí cuanto lo necesitaba, hoy siendo ya un vejete, vuelvo a la posición que tenía cuando era un niño.
Cerrando los ojos un instante, pienso que de hecho hay una cosa en la que siempre le estuve agradecido a mi papa, y esa era mi mama, ella era divertida y alegre, todo el tiempo sonreía, era una dama en su manera de vestir, de hablar, de caminar. Y es en este preciso momento que recuerdo fue ella, una de las personas a la que más he querido, fue a la que más egoístamente he tratado. Es doloroso, pensar en una de las primeras víctimas de mi egoísmo fue mi madre, ella que lo daba todo por mí, me cuido en todo momento, pero yo perdido en mi juventud me olvide de que ella era un ser humano, que necesitaba mi apoyo y mi afecto también. Mi madre murió cuando yo era joven, se suicidó y yo no estuve con ella. Cuando tenía 15 años mi padre y yo tuvimos una gran discusión, él no estaba de acuerdo con la clase de amigos que yo tenía, decía que eran unos vagos, y si lo eran, pero lo que él no comprendía es que en ellos encontraba lo que me hacía falta, un sentido de pertenecía, ellos me aceptaban sin preguntar o cuestionar cada decisión que yo tomaba, pero para mí papa eran sus enemigos, era el argumento diario, el me prohibía verlos y yo insistía en hacerlo. Hago una comparación en mi cabeza y me doy cuenta que yo hice lo mismo con tus hermanos, les prohibía hacer una infinidad de cosas por su bien, pero jamás me preocupé por entender que era lo que esas cosas o amigos significaban para ellos, ¿Qué era lo que esas personas le daban que yo no? Simplemente no me importo, olvidando que yo había hecho lo mismo en mi Juventud con mi padre, lo que desato que por varios meses yo estuviera fuera de mi casa, anduve vagando por un tiempo, algunos de mis amigos me daban posada, pero era días o a lo mucho unas semanas ya que todos vivían con sus padres quienes no veían con buenos ojos que yo no tuviese casa y así pasaron, no recuerdo, alrededor de 6 a 7 meses en los que no vi a mis padres, ni supe de ellos. Hijo, no hagas eso con tu madre, la conozco y sé que ella cuidara de ti, y si en algún momento te sientes perdido, recuerda el amor con el que ella te cuida, si sientes que quizás ella no te comprende, se paciente como ella lo ha sido contigo, no cometas el error de alejarte de la mujer que más te amara en la vida. Recuerdo que el tercer mes fuera de casa, conocí a uno de mis mejores amigos, su nombre es Jeffrey, quien ha ocupado la posición de padre para ti, talvez tu mama no te ha explicado eso, no te preocupes yo te lo aclarare en esta carta. Como te decía cuando conocí a Jeffrey, él estaba en una pandilla, recuerdo muy bien nuestro primer encuentro yo estaba en la banca de un parque, pensando en suicidarme al siguiente día, no estaba acostumbrado a vivir en ese ambiente y era difícil el sobrellevar esa situación, claro esta es que jamás pensé en el suicidio como algo enserio, Jeffrey llego a preguntarme que hacia ahí “tienes que pedir permiso si quieres usar alguna cosa de este parque” desperté de un salto cayendo al suelo, lo que provoco que Jeffrey, se riera, para luego ofrecerme un desayuno en su casa, que era un pequeño cuarto, donde tenía todo lo que necesitaba según él. A mí al contrario me parecía un lugar bastante vulgar y muy desordenado, pero que le podía expresar al joven junto a mí, al que ya de por si le estaba agradecido por no matarme.
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nostalgia de una vida, un adios definitivo, decisiones con pasado
Editado: 27.07.2019