Sabes le conté mi historia a uno de mis compañeros su nombre era Koji, me regaño como por una hora por haber abandonado a mi familia, recuerdo que me molesté ese día y me maldije por andar exponiendo mi vida personal con cualquier persona, me dolió escuchar la verdad, más viniendo de alguien que era leal, Koji se había casado con 20 años, tenía 3 hijos por los cuales trabajaba, era todo un padre y un esposo ejemplar, muy respetado entre los monta carga, yo lo tenía de menos, comparaba su vida, con mi antigua vida y me parecía que él era nada a comparación mía, pero dentro de mi alma sabía que hacia esas comparaciones sobre todo monetarias, porque me sentía humillado y frustrado que un pobre peón, fuera mejor ser humano que yo, nunca te compares con nadie, hijo, pero si aprende de cada persona que conozcas, porque por muy irritante que alguien pueda ser siempre te dejara algo valioso para tu vida, en aquel momento de mi vida Koji se convirtió en mi enemigo, no porque me hubiera hecho algo malo, sino porque él era realidad, una realidad que yo escondía, para matar remordimientos, lamentos, pero eso solo se vuelve más grande con el tiempo, hasta que explota en tu cara, causando un daño mayor del que puedes imaginarte. Trabajé de monta carga por unos tres meses, me dio para mal comer, entonces decidí vender uno de los muebles de Janice para pagar mi boleto de regreso, no me dieron mucho así que tuve que arreglármelas en un viaje económico.
Tome varios trenes y autobuses hasta llegar a Madrid, España, ahí vivía un ex compañero de universidad, no lo veía hace años, pero esperaba que él me tendiera la mano, y me prestara el dinero para regresar y arreglar mi situación, lo busque por un mes, estaba desesperado, dormía en la calle, a veces personas se compadecían y me daban una moneda las cuales varias veces ocupe para llamar a Laila, pero ella me colgaba, mis intentos eran en vano, estaba viviendo en la miseria, espero y no te compadezcas de mí porque aun en lo más bajo, nunca pensé en nadie más que en mí, buscaba regresar por el dinero nada más, después de mucho buscar al final encontré a Carlos, lo que no fue de mucha ayuda porque estaba en la quiebra, había hecho malas inversiones y no tenía nada, me dejo quedarme en su pequeño apartamento donde apenas y cabía el, para ese punto ya estaba desesperado recuerdo que le dije a Carlos que me ayudara a reunir dinero para comprar un boleto de avión, pero él no me creía me dijo que buscara un trabajo y ahorrara, yo no tenía la ciudadanía española por lo que tuve que trabajar en pequeños establecimientos donde no me pagaban mucho.
En España conocía a Rachel, era una chica que trabajaba conmigo, me ayudaba con mis torpezas, me cubría cada vez que llegaba tarde, y aunque algo distinto y especial surgió entre nosotros, yo no podía dejar de pensar que en esa ciudad había vivido Denis por un tiempo, cuando estuvo casada, su recuerdo me perseguía, nunca importo en que parte del mundo estuviera ella viajaba conmigo en mi cabeza. Rachel y yo nos mudamos juntos, en un pequeño apartamento, olvide el regresar con tus hermanos al ver que la compañía de mi nueva pareja me hacía bien, deje de tomar y deje las fiestas, trabajábamos juntos por mejorar el apartamento, nos divertíamos en una manera especial, no la amaba, pero si sentí por ella un cariño muy especial, que la hizo casi indispensable en mi vida, me convertí en lo que nunca fui, un hombre responsable, atento y compasivo, pero no era feliz, tus hermanos se venían a mi mente, no sabía nada de ellos desde hacía un tiempo, n i siquiera recordaba porque me había alejado de todos, pero decidí mantenerlo así, por 5 años no los vi, Rachel y yo nunca pudimos tener hijos, ella era estéril, pero eso no impidió que nos casáramos, un domingo en una ceremonia pequeña, era mi segundo matrimonio, y más que por amor o felicidad, lo hice por miedo a la soledad a la que yo mismo me había condenado, Janice unió a mi familia y yo la separe. Los años en España pasaron rápido, me la pasaba trabajando, no tenía tiempo para pensar en nada, Rachel me advertía que era mi conciencia de lo que huía, no le preste atención, hasta un mes antes del cumpleaños 16 de Jessica, recordé su nacimiento, y nuestra relación padre-hija a través de los años con altas y bajas, me la imaginaba ya toda una mujercita y en ese preciso instante mis remordimientos me hundieron en un ataque de rabia contra mí mismo, por haberla abandonado, Isaac se me venía a mis recuerdos no era más que un bebe la última vez que lo había visto, hice mis maletas y las de Rachel y regrese para estar con tus hermanos, en mi pobre entendimiento pensé que ellos estarían felices de verme, que ciego estaba, no me había dado cuenta cuánto daño les había hecho.
El día que llegué a la antigua casa donde Laila y Jessica vivían, me encontré con la noticia que Laila se la había vendido a tu tía verónica, esta me recibió con hostilidad, apenas si me saludo y ya me estaba corriendo, Jeffrey estaba dentro de la casa al escuchar mi voz, se asomó a la puerta, me veía asombrado hasta que me abrazo “eres un maldito, ¿Cómo te atreves a irte así?” dijo; yo lo abrace a los minutos salió un niño de 7 años corriendo, era Isaac, estaba en pijamas aun, como instinto lo cargue, pero sorpresivamente Annie apareció y lo arrebato de mis brazos, me miraba furiosa, como si quisiera fusilarme con la mirada.
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nostalgia de una vida, un adios definitivo, decisiones con pasado
Editado: 27.07.2019