Aurora se encerró en su despacho apenas terminó la recepción. Afuera, los murmullos eran cuchillos invisibles. Algunos hablaban de su "valentía", otros la llamaban "locura con tacones de cristal". Pero ella, por primera vez en años, no necesitaba la aprobación de nadie.
Encendió la lámpara de escritorio y sacó un cuaderno viejo: el diario de su madre. El borde estaba mordido por el tiempo, pero cada palabra dentro tenía más filo que cualquier sentencia legal.
"No confíes en los que dicen protegerte. A veces, los enemigos vienen con tu sangre."
Aurora pasó los dedos por la tinta casi desvanecida. Su madre no había muerto por enfermedad. No realmente. Y si las piezas del rompecabezas estaban en lo correcto, entonces alguien en esa misma casa —tal vez incluso Iván— había sido el detonante.
Golpearon la puerta.
—¿Sí?
—Soy yo —dijo una voz masculina. No era Iván. Era él.
Gabriel.
El hijo del antiguo mayordomo, el chico de ojos grises que creció a su sombra... y que ahora se había convertido en algo más. Un confidente. Una promesa nunca dicha.
Aurora abrió, y por un segundo, su máscara de hielo se resquebrajó.
—No deberías estar aquí. Estás en su lista —susurró ella.
—¿Y tú crees que me importa? —Gabriel cerró la puerta tras de sí—. Dijiste que ibas a cambiar todo. Entonces no empieces a dejar a los que te apoyan afuera.
—No sé en quién confiar —admitió ella. Por primera vez, su voz tembló.
Gabriel se acercó lentamente.
—¿Puedes confiar en mí?
Aurora lo miró a los ojos.
—No lo sé… pero quiero hacerlo.
El silencio entre ellos era denso, pero no incómodo. Se sentaron frente al fuego y ella le mostró el diario.
—¿Esto es de tu madre? —preguntó él, hojeando con cuidado.
—Sí. Y si no estoy equivocada, aquí hay pistas que demuestran que mi padre fue envenenado. No murió por un paro cardíaco. Lo mataron. Y luego silenciaron a mi madre.
Gabriel alzó una ceja.
—¿Y tienes nombres?
—Todavía no. Pero tengo algo mejor… una carta que ella nunca envió. Está encriptada. Necesito tu ayuda.
Él asintió sin dudar.
—Entonces prepárate. Lo que estás a punto de descubrir podría cambiarlo todo.
Mientras Gabriel trabajaba en descifrar la carta, Aurora volvió a sentir ese dolor entre el pecho: el peso de toda una generación sobre sus hombros. Pero también sintió algo más… poder. Por fin estaba jugando en el tablero correcto.
Un par de horas más tarde, Gabriel alzó la vista.
—Lo tengo. No toda… pero una frase:
"El traidor lleva la sangre, pero no el corazón."
Aurora tragó saliva.
—Eso solo puede significar… Iván.
Un trueno sacudió los cristales de la ventana. Y entonces lo supo: el pasado ya no era una prisión. Era un arma. Y ella estaba lista para usarla.
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misterio, romance oscuro y traición familiar, herencia secreta y lucha de poder
Editado: 19.05.2025