Despertar

#2

—Vamos Juli, aún tenemos que comprar ropa nueva para la fiesta —dice Érika apurando a la chica.

 Caminan hacia las escaleras blancas en contraste con las paredes color naranja y los muebles de tapizado negro de la gran sala. Las chicas desaparecen tras la puerta de la entrada mientras David se detiene para despedirse de Caitlin.

—¿Fiesta?

—Sí, la fiesta en la piscina de Matías.

—¿Piensan ir? —pregunta el chico entornando los ojos, como intentando descubrir algún secreto.

—Claro que sí, nunca me pierdo ese tipo de fiestas. ¿Irás con nosotras?

—Ya he quedado con unos amigos, nos veremos allí, no me avisaste a tiempo linda.

—Está bien.

—Ya me retiro —indica mostrando una sonrisa de medio lado —por lo visto ustedes van a salir.

—Iremos de compras, cosas de chicas —responde ella sonriendo de la misma forma.

—Suena a mucho dinero incluido.

—Mucho, mucho dinero incluido, ya sabes cómo son esas dos, pero si quieres te dejo pagar.

—Mejor no, ya será otro día —responde el chico en tono divertido.

 El muchacho sale de la habitación y Caitlin camina hacia el pequeño balcón desde donde podría verlo salir.

 Pocos minutos después comienza a cambiarse, tarea que termina justo a tiempo para salir al encuentro de Juliana que acaba de sonar el claxon del auto frente a la casa. Sube al auto donde espera también Érika y conduce dirección a la tienda "Moda secreta".

Se adentra en la enorme edificación con paredes azul cielo y grandes ventanas de cristal donde las recibe una chica uniformada con cabellos rubios recogidos en una coleta.

—Buenas tardes. ¿Puedo ayudarlas?

—Buenas tardes, buscamos vestuarios para una fiesta en la piscina.

—Bien, esa sección se encuentra en la segunda planta, que tengan una feliz estancia en la tienda, gracias por visitarnos.

 Las chicas asienten amablemente y se dirigen a uno de los asesores del lugar. Un chico vistiendo un elegante esmoquin se aparta de la entrada para que puedan entrar y se inclina ligeramente clara saludarlas.

—Buenas tardes. ¿A qué planta las llevo?

—La segunda —responde Caitlin con esa vocecita tan dulce y encantadora suya, disfruta seducir a los chicos solo porque sí.

 El joven asiente sin poder dejar de mirarla y presiona el número dos en el pequeño teclado junto a él. La segunda planta se encuentra llena de personas mirando los diferentes trajes de baño y ropa interior en las estanterías. Caitlin dirige su mirada a un pequeño armario de cristal a unos metros de ellas donde lucen tres conjuntos que logran llamar su atención. Uno de ellos compuesto por un short de franela rojo con adornos de flores negras, una blusa negra de tirantes finos ajustada hasta dos dedos por debajo del busto, una chaqueta de franela roja con flores negras, brazaletes dorados y sandalias rojas de tiras cruzadas. El vestuario a su lado consiste en un short de franela azul marino con adornos en forma de mariposas negras, una blusa negra de tirantes finos ajustada hasta dos dedos por debajo del busto, una chaqueta de franela azul marino con adornos en forma de mariposas negras, sandalias azules de tiras cruzadas y brazaletes dorados. El siguiente se encuentra integrado por un short de franela verde esmeralda con adornos en forma de estrellas negras, una blusa negra de tirantes finos ajustada hasta dos dedos por debajo del busto, una chaqueta de franela verde esmeralda con adornos en forma de estrellas negras, sandalias verdes de tiras cruzadas y brazaletes dorados. Eran los conjuntos perfectos, parecían haber sido hechos especialmente para ellas.

—Miren —dice para llamar la atención de sus amigas a la pieza de cristal.

—Son hermosos —responde automáticamente Juliana que los observaba con los ojos brillantes de emoción, ansiosa por poder lucir uno de ellos en la fiesta.

—Sí, tenemos que probarlos —confirma Érika poniendo en palabras lo que las tres ansían hacer.

 Se acercan a la chica uniformada de pie junto a la estantería y Caitlin toma la palabra.

—Señorita, nos gustaría probar esos conjuntos.

—Por supuesto, vengan por aquí.

 La muchacha las lleva a través de los estantes hasta los vestidores. Cada una ocupa uno de ellos llevando consigo el vestuario que eligió, Caitlin se viste con el conjunto rojo, Érika con el verde y Juliana con el azul. Luego de examinar minuciosamente como lucen los devuelven a cajas y se dirigien al lugar de la cajera. Le entregan las tarjetas de crédito, la muchacha se las regresa unos segundos después, acto seguido caminan hacia la salida y entran al auto, Caitlin toma el volante esta vez y conduce a casa.

 Entra en la enorme edificación y pretende subir a su habitación sin ser vista por sus padres que ya deben estar en casa, una charla educativa es lo que menos desea en el momento.

—Caitlin. ¿Cuándo piensas dejar de darnos problemas?

 Apenas coloca el pie en el segundo escalón cuando esa voz tan conocida la hace voltearse hacia la entrada.

—Mamá, no te vi cuando entré —responde desviando la atención del tema.

—Estaba en el jardín, responde mi pregunta Caitlin. ¿Está en tus planes dejar de traerle problemas a esta familia?

—Lo siento mamá, pero ustedes son los únicos que no se dan cuenta de que es ese profesor quien está ensañado conmigo.

—Según tengo entendido eres tu quien interrumpes constantemente sus clases para cosas sin importancia, hablar con tus amigas por ejemplo.

—A veces, pero generalmente sus regaños están totalmente fuera de lugar.

—Ya basta Caitlin, deja de buscar escusas, yo a tu edad nunca me comporté de esa forma.

—Lo siento, pero yo no soy como tú, tendrás que acostumbrarte.

—Mide como me hablas Caitlin, intento no perder la cabeza, pero me estás llevando al límite.

—No quise faltarte el respeto, pero es que no entiendes nada.

—¿Y qué tengo que entender, me explicas? Porque sí, de verdad no entiendo nada.




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