Corro de un lado a otro tomando rápidamente mis cosas, un vaso de jugo de fresas me espera sobre la encimera, mamá observa como su hija se mueve por todas partes con su mochila a medio cerrar y una cara adormilada.
La escucho suspirar pesadamente, no sé cuántas veces ya me ha sermoneado está mañana, pero espero y ya no lo haga
—¿Que haré contigo, Delanie Adams?—Pregunta, cruzando sus brazos sobre la encimera—. Las quejas de tus profesores aumentan cada día, tengo una citación para este viernes en la oficina del director Stone, y no necesito de magia para saber que se debe a esto—Me señala—A tu falta de responsabilidad.
Cierro la cremallera de mi bolso, y me encamino por el jugo.
—Soy responsable, impuntual, pero responsable—Defiendo.
Ver a Lena Adams sin su típico uniforme me es completamente extraño, sé que luego de sus guardias en el hospital le dan unos días de descanso, pero sigo sin poder acostumbrarme a ella sin su bata.
—Eres irresponsable, no cumples con llegar a la hora a las clases, lo cual te convierte también en una irrespetuosa—Abro mis ojos con indignación, mamá alza su mano para evitar la defensa que tenía preparada—Son solo excusas tras excusas, ¿Sabes el tiempo invertido en impartir lecciones cinco días a la semana? ¿El esfuerzo que hacen tus profesores? Dejan familias, niños pequeños, para salir y hacer lo que aman, o conseguir el pan para su mesa, ¿Lo valoras, Delanie? No, ¿Te has detenido a pensar en la frustración que deben sentir al tener que llevar a uno de sus alumnos a clases en verano? En el tiempo en el que se supone deberían estar descansando de una jornada agotadora. Estoy muy segura que no lo has pensado, no te importa, pero a mí sí. Y te daré una oportunidad más, solo una—Alza su índice, y en su mirada veo la seriedad—Es momento de tomar las riendas de tu vida y llevarla por el camino correcto, no dejes que los fantasmas que habitan en tu mente te controlen, porque si les das el privilegio, te destruirán.
Miro a mi madre, sé que sus palabras son ciertas, sé que mi problema tal vez sea por falta de compromiso conmigo misma. Pero no sé cómo solucionarlo.
La rubia rodea la encimera y toma las llaves de su auto, sin decirme alguna otra palabra y respetando su silencio camino rumbo a su auto. Y nuevamente rumbo a interrumpir una nueva clase a medio comenzar.
¡Yei!
•••
Se están besando...
En medio del pasillo, con casi todo el instituto a su alrededor, mirandolos. Esto será primicia.
Tengo la ligera intención de tomar mi teléfono y sacarles una foto, esto es completamente extraño.
Clara me había dicho semanas atrás que está coqueteando con Xan Butler, capitán del equipo de fútbol, jamás mencionó que el coqueteo había subido a un nivel más... Carnal. La castaña se encuentra entre los brazos del futbolista, él tiene su característico uniforme amarillo y blanco por lo que se vuelve el centro de atención. No hace falta decir que los jugadores de fútbol son los populares, tampoco que las porristas son prácticamente sus... ¿Novias? Si es que se le puede llamar así. Por lo tanto que alguien como Clara una humilde mortal este intercambiando su ADN con el rubio es más que impresionante.
Unos cuantos pasos se avecinan, giro para encontrar a Rose Procter, capitana de las porristas. Todo su cuerpo se encuentra rígido, tenso. Sus labios formando una fina línea y un gran ceño fruncido adornando su redonda cara llena de pecas.
Mis ojos viajan de Rose, a la parejita feliz, de ellos, a la parka (Rose) y viceversa. Oí algunos rumores en los que se decía que Butler y Procter tenían una relación, pero que acabó repentinamente, ya que nunca ví algo sospechoso entre ellos creí que solo fueron eso, simples rumores.
—¡Xan!—Exclama la pelinegra, sus brazos cruzados sobre su pecho, su cuerpo atrapado en ese diminuto, ajustado y para nada cómodo uniforme de porrista.
Xan y Clara se separan de forma inmediata, sus rostros se encuentran teñidos de un color carmesí, bien, en realidad solo Clara está sonrojada. Las respiraciones erráticas de ambos se escuchan a través del mutismo en el que ha caigo todo el pasillo. Es como que con su rugido, Rose nos haya podido congelar.
Los ojos de mi amiga se entrecierran al ver a la pelinegra, le da una mirada al rubio, se le nota confundida. Sus ojos cafés se encuentran con el verde de los míos.
—¿Que carajos estás haciendo?—Pregunta la chica de uniforme ajustado.
El jugador pasa una de sus manos por su cabellera rubia y niega un par de veces.
—Nosotros terminamos, Rose, aceptalo.
Su voz se escucha ronca, y como no, si con tremenda sesión de besos me sorprende que aún tenga una.
La pelinegra pisa con fuerza como niña pequeña haciendo berrinche.
—¿Por esta, Xan?—Señala a Clara—¡Eres un imbécil!
El rostro del chico se endurece.
—Solo olvídalo, Procter, déjame en paz—La señala con su índice—Y ni se te ocurra desquitarte con Clara.
Miro estupefacta la situación, quisiera tomar asiento y una soda, parece una serie de netflix lo que estoy viendo. La pelinegra balbucea en susurros un montón de cosas más haciéndolas imposibles de escuchar para la gente metiche, como yo. La vemos irse, con su séquito detrás. Parpadeo un par de veces. Eso fue... Innovador, Rose Procter no deja que la humillen con tanta facilidad.
El círculo de personas comienzan a dispersar, debería seguir mi rumbo, pero me mantengo pegada a la pared en espera de mi amiga, la castaña intercambia algunas palabras rápidas con Xan y camina a mi dirección con una sonrisa de oreja a oreja.
—Eso fue...—Trato de conseguir un adjetivo pero me encuentro con un vacío—Pensé que Rose se te iría encima.
Como ya es costumbre en ambas, Clara engancha su brazo del mío para caminar juntas.
—Yo también lo creí, por una milésima de segundo mi mente comenzó a buscar una posible salida por si el terremoto Procter venía por mí.