Narrador omnisciente
Esa mañana era distinta a las otras, esa mañana Dustin se levantó apresurado por llegar a la casa de la rubia de ojos verdes con la que el noventa y cinco por ciento de las veces discutía por su terquedad, y es que, Delanie había demostrado ser un palo difícil de roer, por más que intentaba caerle en gracia el chico siempre terminaba con una maraña de protestas y quejas de parte de la rubia.
Para este día no irían a correr al parque, lo tomó de descanso porque aunque no lo dijo, Dustin había notado un cierto cambio de humor en Delanie, le seguía gritando e insultando como siempre, eso sí, pero había algo en su mirada que estaba apagado, a eso se le suma que últimamente se irritaba de la nada y explotaba en crisis de rabia que la hacían encerrarse en el primer lugar que encontrará. Para él era preocupante la situación, aunque casi tenían un mes de haberse conocido a la fuerza (Por parte de la chica) Dustin podía decir con ciencia cierta que no sabía quién era ella, Delanie tenía muchas fases, cambios de humor repentinos que él sabía que derivan de algún recuerdo o situación.
Frente a su espejo de cuerpo completo, mientras se arreglaba el cabello con los dedos pensó en su madre, que aunque no vivía con él le había inculcado numerosos valores, como el de la tolerancia que era lo que más necesitaba con la chica que se encargaba de despertar todas las mañanas de lunes a viernes sin excepción. Suspiró con pesadez y tomó su bolso del perchero de su habitación, lo guindo en su hombro y bajó las escaleras.
En la planta baja los murmullos y risas llenaban el lugar, al entrar a la cocina se consiguió con los protagonistas de aquellos sonidos. Una morena de rizos africanos con su teléfono en mano y su uniforme azul, junto a ella el pelirrojo con barba de a penas unos días, el último se encontraba sentado en un taburete mientras que la mujer estaba a su lado mostrándole algo desde su móvil. Ambos reían con fuerza al punto de no poder respirar, lo que al chico le sacó una sonrisa.
—¿Amanecimos de buenas?—Preguntó adentrándose más en la cocina y haciendo que la pareja lo notará
La morena se enderezó sin despegar la sonrisa de sus labios, se acercó al chico y le dio un leve beso en la mejilla antes de ofrecerle el desayuno, Dustin tomó asiento junto a su padre mientras Nell, le preparaba su plato
—Era un vídeo de una nueva aplicación que Nell descargó en el trabajo—Respondió el padre pasando el dorso de su mano por sus ojos para borrar el rastro de las lágrimas que la risotada le había sacado—¿Ya te irás?
Dustin asintió, juntando sus manos sobre la mesada. Nell volvió junto a ellos y dejó un plato de comida y un jugo de naranja frente al chico. Ambos tenían una buena relación de hijastro-madrastra. Se llevaban bien, es qué, ¿Cómo no querer a esa mujer? Ella se ganaba hasta a la persona más amargada y asocial del planeta con solo intercambiar un par de palabras.
—Gracias—Dijo, tomando su cubierto y comenzando a devorar su desayuno bajo la atenta mirada de la pareja de esposos frente a él. Al notarlo dejó el bocado a medio camino de su boca y alzando una ceja preguntó:—¿Sucede algo?
Su padre negó, pero vaciló por un momento antes de hablar.
—¿Hoy tampoco llevarás tu coche?
Dustin parpadeo un par de veces, tenía alrededor de casi un mes sin usar el coche, o por lo menos no los días de semana.
—No, estoy bien, Nell puede usarlo así no tendrás que llevarla al trabajo ni preocuparte por la hora de su salida—Agregó tratando de sonar seguro
El pelirrojo y la morena compartieron una mirada y es que ambos tenían el presentimiento de que había algo más oculto tras él hecho de que él chico no quisiera llevar su auto los días en los que pasaba por la casa de la hija de Lena Adams.
—De acuerdo—Asintió el padre, sin despegar los ojos de su hijo mayor
Dustin comenzó a sentirse incómodo por la manera tan intensa en la que lo veían así que dejó de lado su plato para encarar la situación
—Me asustan sus caras de sociopatas impulsivos, si llevan meses planeando matarme y este es el momento avísenme para decirle a Drake que haga mi biografía y a Blake que compre una ouija
La morena volcó los ojos, mientras que el hombre de ojos grises sonrío ampliamente.
—¿Cómo es Melanie?—Preguntó la mujer tomando el plato del chico
Dustin bufó antes de corregir
—Es Delanie, no Melanie—Musitó
—¡Oh! Por supuesto, lo siento
La mujer fingió, sabía perfectamente el nombre de la hija de su compañera de turno, pasaban veinticuatro horas prácticamente juntas.
—Es... ¿Genial?—Sonó más a pregunta que respuesta
El chico se ganó una nueva mirada de parte de los esposos Murray. Su padre fue quien alzó una ceja confundido y tal vez algo esperanzado porque sus sospechas en verdad fueran ciertas.
—Eso se oye... No muy genial—Acotó el hombre rascando su corta barba
Era complicada la situación con esa chica, Dustin lo sabía desde el día uno, pero aún así existían esos cortos y escasos momentos en los que la había visto libre de preocupaciones, que el brillo de sus ojos se encendía dejando ver qué había mucho más de ella por conocer y que era luz, colores, no una paleta de tonalidades neutras, así sentía a Delanie Adams, neutra. Algo estaba frenando su chispa, algo le impedía ser quien en realidad es... Y él se había propuesto una meta; descubrir el qué.
—Ella es cool, un tanto floja y perezosa... Mucho en realidad, pero es una buena chica—Se encogió de hombros
—¿Es linda?—Se atrevió a preguntar la mujer, y es que ya tenía mucho rato saboreando la pregunta en su paladar, recibió una mirada cargada de reproche por parte de su marido, pero simplemente lo ignoró
Dustin rascó su nuca y se removió más incómodo aún, se preguntó internamente cómo es que no había visto venir está tanda de interrogatorios desde que tomó asiento. Los ojos grises de su padre mostraban complicidad y para su desgracia no era a su favor.