Capitulo 19

Dustin Murray

Dos semanas, habían pasado dos semanas desde que encontré a Delanie en la calle vuelta un ovillo y hecha un desastre. Todo lo que había logrado avanzar con ella se había ido a la ruina, se volvió más cerrada de lo que fue en un principio, se irritaba con mayor facilidad que antes, todo le molestaba incluso la escuche un día llorar en el baño de su habitación. Cuando le pregunte a Lena que ocurría me dijo que era cuestión de darle un poco de tiempo, lo que Delanie cargaba con ella era demasiado pesado y la estaba hundiendo.

Llegue a la casa de las Adams un poco más tarde de lo habitual, desde que Delanie entró en su crisis de volverse asocial ya no estábamos yendo al parque, era como si su madre o yo no quisiéramos presionarla, sabíamos que ella decidiría cuando era momento para continuar. Toque el timbre esperando desde el pórtico, un par de segundos más tarde la cabellera rubia de una versión más adulta y profesional de Delanie se asomó por la puerta; Lena Adams. Me recibió con su sonrisa cálida y serena, pero el que hubiese usado maquillaje no era suficiente para que no notará las ojeras en sus ojos cansados.

—Buen día, Dustin—Beso mi mejilla al entrar por el umbral de la casa adentrándome en la acogedora sala de estar, cerró la puerta y pude notar que no llevaba su uniforme—¿Desayunas con nosotras?

No sería la primera vez que lo hiciera, pero ese día había algo más en el aire, algo qué me estaba respirando tan cerca, pero a la vez tan lejos. Y mis sospechas estaban ahí, pero no podía sacarme la duda solo. Negué sonriéndole:

—Gracias, pero ya desayuné en casa

Ella asintió, me miró unos segundos con detenimiento y dejó salir un largo suspiro juntando sus manos. Estaba dudando, lo podía ver, sabía que había algo que necesitaba decir, pero no lo lograba. Separó sus labios y cuando pensé que escucharía lo que me quitaría la duda dijo:

—De acuerdo, ve a despertar a Dela antes de que se les haga tarde

La mire unos segundos preguntándome ¿Qué está pasando? La vi sonreír antes de volverse a la cocina. Subí las escaleras y me dirigí a la habitación de la rubia, toque a su puerta tres veces esperando a que me rugiera desde adentro que me largué, pero no pasó, no hubo respuesta, como ya era costumbre en ella. Dormida otra vez, pensé. Puse mi mano en el pomo y este cedió cuando lo giré, cuidadosamente fui abriendo la puerta, solo por molestarla saque lentamente el silbato de mi bolsillo, mi parte favorita era verla saltar de la cama, también era la parte más dolorosa para ella.

Cuando la puerta quedo completamente abierta no tuve que dar ni un paso, la luz de la lámpara de mesa de Delanie estaba encendida dejándome ver el caos que había a su alrededor, todo estaba tirado, sus libros, ropa, las sabanas de su cama, incluso ella que estaba vuelta un ovillo en el suelo con su espalda contra su cama, su cabeza estaba entre sus rodillas y el sube y baja de sus hombros me dio a entender que estaba pasando. Mi mano quedo aferrada al pomo, mis ojos en ella y la habitación. La preocupación me subió a niveles de gran escala. Mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo, lo ignore dando un paso en el interior de la habitación.

La rubia alzo su rostro, su rostro estaba bañado en lágrimas que bajaban por sus mejillas hasta caer por su mandíbula, tanto su nariz como ojos estaban rojos e hinchados, las bolsas bajo estos me trajeron a la mente la imagen de su madre cuando me abrió la puerta.

—Te odio—Susurro en mi dirección

Y cualquiera en mi lugar se ofendería, pero yo sabía que no era en serio. Sabía que ella estaba pasando por un mal momento y había dos opciones, irme y dejarla enfrentar esto sola, o…

—Me alegra que estemos en ese nivel de confianza, nos llevamos muy bien—Bromee dando pasos hacía ella hasta acuclillarme justo frente a la rubia, detallando cada cosa: su corta melena que parecía un nido de pájaros, el que parpadeara con lentitud, como si sus parpados pudiesen colapsar en cualquier momento—¿Mala noche?

Pregunte mirando el lugar otra vez, de nuevo el teléfono en mi bolsillo vibro, pero, otra vez lo ignoré.

—No logre dormir… Ni un poco—Contestó, cortante, sin ánimos de seguir la conversación

—¿Pesadillas?—Seguí, si quería ayudarla tenía que por lo menos saber que estaba pasando

Una falsa sonrisa se asoma en sus labios

—Sí, contigo—Escupió, claramente enfadada

Al contrario de la suya, mi sonrisa sí fue autentica, me acomode mejor sentándome como indio en el mismo lugar, quisiera o no aquí me iba a quedar, con y para ella.

—¿Y qué se supone que te hice?—Volví a preguntar conociendo la respuesta

—Arruinar mis mañanas con tu presencia—Me miró y fue difícil comprender lo que el verde de sus ojos transmitía—Estoy harta de todo, de esto—Movió sus manos para generalizar—No importa lo que hagas, Dustin, de cualquier forma, siempre llegaré tarde ¿Sabes por qué?—Negué—Porque no puedes ayudar a quien no quiere ser ayudado y no me importa, en realidad, me vale mierda si llego o no a la hora prevista

Involuntariamente mis ojos delataron el asombro al escucharla, Delanie era grosera sí, pero no vulgar, y si en ella estaba la opción modificaría la frase, en vez de expresarse con la frase anteriormente dicha en otra circunstancia diría algo como: me vale un aguacate.

—¿Entonces quieres que deje de ayudarte?—Continué 

Asintió limpiando el rastro de lágrimas de sus mejillas con torpeza, en ocasiones podía llegara a parecer una niña de seis años y no una adolescente de dieciocho.

—Sí, déjame tranquila con mi vida caótica y desastrosa… Sé que mamá fue quien inició todo esto, pero estoy agotada—Susurró frunciendo sus labios en una fina línea.

Busque su mirada, pero me fue imposible encontrarla.

—No te creo—Asegure presionando mi palma contra mi bolsillo donde mi teléfono volvía a sonar—Esa no es la razón por la que estas de malhumor, no reaccionarías de esta manera—Señale el lugar hecho un desastre—Solo porque ya no quieres mi ayuda.