Delanie Adams
Sorbo mi nariz, estoy vuelta un desastre, mis emociones lo están. Pero el pelirrojo frente a mí aun me sonríe, espero paciente a que empiece a hablar y lo entendería si no lo hace, ¡Dios! Me costó tanto poder contarle lo de mi padre, ni siquiera Clara lo había escuchado de mis labios, ella lo sabía por ser allegada a la familia y por las pequeñas cosas que mi madre le contaba. Dustin pasa una de sus manos por su cabello despeinándolo antes de hablar
—Mi madre y mi padre se separaron cuando yo tenía quince y mi hermana catorce—Comienza haciéndome parpadear atónita, no había mencionado a una hermana antes—Entre mi hermana y yo había una buena conexión tanto, que el que se hayan dejado nos afectó a tal magnitud de separarnos yéndose ella con mi madre y yo con mi padre porque ninguno de ellos dos merecía sentirse solo, la comunicación con ambas era frecuente ya que vivían en la ciudad vecina y con quince años no podía visitarlas a menudo, paso el tiempo y Athena sí comenzó a venir de visitas cada mes, se quedaba en casa de mi padre—Frunce sus labios antes de darme una mirada profunda—No preguntaste, pero la habitación que usaste cuando te quedaste allá era la de ella, papá la modificó para que fuese una de visitas luego—Explica—En fin, hubo un tiempo en el que dejo de visitarnos, dos, tres meses, solo llamaba, me pareció extraño por lo que yo decidí ir a verlas, creí que estaba enferma—Sonríe con nostalgia—Le compre una rosa blanca porque ella decía que era su favorita ya que era como la vida, blanca, hasta que tú le pusieras tu propio color. Llegue a casa de mi madre a tan solo unos meses de haber cumplido mis diecisiete—Lo veo respirar agitado por un momento
Es mi turno de apretar su mano
—No hay prisa—Susurro—Tomate tu tiempo
—Mamá era un poco evasiva cuando preguntaba por el estado de Athena, por lo que no tenía otra opción que verla con mis propios ojos, el día que llegue tardo un rato en bajar cuando lo hizo me extraño su vestimenta, llevaba una camisa extremadamente grande, lo cual no era común en alguien que amaba las blusas cortas que dejaban una línea de piel al descubierto y faldas acampanadas. Recuerdo compartir una mirada con mi madre antes de salir al patio trasero con mi hermana, siempre habíamos tenido mucha confianza el uno con el otro—Cierra sus ojos unos segundos—Ese día se rompió frente a mí, me confeso uno de los más grandes secretos y temores que podía tener una chica de apenas dieciséis años… Estaba embarazada—Mi corazón se acelera porque en realidad me estoy imaginando el temor de su hermana—Mamá tardo en procesarlo, papá se encerró en su oficina durante una semana entera, yo solo quería protegerla y ella, ella fue valiente porque asumió su rol desde el día uno. —Sus ojos se vuelven vidriosos y contengo la respiración
—Suena a que es una gran mujer—Confieso con una sonrisa en los labios para animarlo—Algún día deberías presentármela
Dustin sonríe bajando su mirada, pasa una de sus manos por su rostro antes de decir:
—Papá cree que no leo sus historias, pero sí lo hago, Dela—Confiesa—Lo hago sin que lo sepa, ¿Has leído, Dulce Nina?—Pregunta curioso
Asiento es la única novela de P. L Murray de genero romance, y fue muy cautivadora, aunque poco vendida en comparación a sus otras historias.
—Papá llamaba a Athena, Nina… En el final de la historia Nina tiene a su bebé y se convierte en una madre soltera rodeada del calor de sus seres queridos y criando a su hijo con todo el amor que le profeso desde que supo que estaba en su vientre, ese fue el final que mi padre le regaló a Athena y Ellah, pero no fue el que recibieron realmente—Se me estruja el corazón de pronto—Cuando tenía siete meses el parto de mi hermana se adelantó debido a complicaciones, recuerdo que la sala de espera estaba llena de globos, flores, peluches de felpa, todos por parte nuestra, de su familia que esperábamos con ansias conocer el rostro de nuestro nuevo integrante y besar el de la nueva madre… No pasó una de esas dos cosas—Y por primera vez veo a Dustin Murray llorar, un par de lágrimas bajan por sus mejillas antes de que este las aparte con el torso de su mano, una nueva sonrisa aparece en sus labios—Mamá había estado reacia a aceptar el embarazo de Athena, pero hoy por hoy ni ella, ni mi padre y mucho menos yo podemos imaginar una vida sin Ellah Murray, no te puedo presentar a Athena, pero sí contarte sobre quien fue y mostrarte la hermosa niña de risos indomables que nos dejó como un recuerdo…
Mis lágrimas volvieron a bajar por mi rostro, pero esta vez de forma silenciosa, tanto que ni siquiera yo note que lo habían hecho… Lo miro con detenimiento y me siento egoísta al haberme puesto en una burbuja en la que alegaba que nadie más salvo yo me podría entender, envidio un poco la personalidad y positivismo de Dustin que, aunque haya atravesado una mala situación no dejó que esto borrara su esencia, se mantuvo firme en quién es y en quien quiere ser para los suyos, y eso es algo que yo quisiera llegar a ser. Me arrastro en el suelo y lo tomo desprevenido envolviéndolo en un abrazo, estoy rota se nota en el aura negra que me rodea, pero él también lo está y aun así su aura es como un arcoíris brillante.
La vida es blanca hasta que tú le pongas tu propio color
Athena tenía mucha razón al creer en ello, mi vida fue blanca hasta que la pinte de negro, soledad y tristeza.
—Lo siento tanto, tu hermana fue una luchadora—Susurro en su cuello dejando que me devuelva el abrazo—Todos tenemos fachadas ¿Cierto?
—Es nuestra única forma de protegernos, pero también de destruirnos—Susurra de vuelta apretándome más contra él, y es que, ambos necesitábamos esto, un abrazo, una charla solo eso
Se separa un poco para poder verme y una sonrisa se forma en sus labios contagiándome y causando que una aparezca en los míos.
—Nell dice que está bien que faltes hoy, Dustin—La voz de mi madre nos sorprende, Lena Adams se encuentra en el umbral de mi habitación con su teléfono en mano y rostro rojo por las lágrimas; nos escucho