Dustin Murray
Estoy rodeado de más libros de los que pueda contar, frente a mí en la gran mesa de estar de la casa de mi padre la morena que se ha pasado la tarde metida de lleno en los estudios.
—¿Deberíamos descansar?—Pregunta de pronto con un casi imperceptible acento italiano—No es que me quiera rendir ni nada, pero te noto desconectado
Sonrío y dejo de lado el libro del cual estaba extrayendo acotaciones importantes que tal vez le podrían servir a Miranda para su jornada de estudio.
—Lo siento, es que no sé, estoy en otro planeta
Me levanto caminando rumbo a la cocina por algo para merendar y activarnos un poco más
—De acuerdo, ¿Cómo está tu madre?—Me sigue
Saco un jugo de fresas de la nevera, un tarro de nutella, alcanzó un paquete de pan de la alacena y preparo el resto para comer
—Esta muy bien, se volvió a casar dos años después de la separación con mi padre, es un buen sujeto—Unto un poco del chocolate en una de las caras del pan y la chica sirve el jugo en los vasos—Es latino, mexicano para ser exactos y le lleva un par de años más... Están criando a Ellah juntos
Ella asiente prestándome atención
—Dale saludos de mi parte y a la pequeña Ellah—Sonríe—Estoy segura de que ha de tener mucho de Athena
Miranda fue mi amiga durante mi infancia cuando vivía con mis padres en la que casa de mi madre. Tuvimos una buena conexión por muchos años, nos distanciamos cuando mis padres se separaron y yo tuve que mudarme de ciudad, aún manteniamos contacto por redes, pero lo perdimos luego de que ella y su familia regresaran a su país natal; Italia.
Cuando la ví en el instituto no me costó nada reconocerla, tiene el mismo par de ojos miel, sus rizos castaños aunque más suaves siguen viéndose como los de la chica de cabello salvaje e incontrolable y su piel tostada, Miranda Ferroy en todo su esplendor.
Cambio el tema de repente con la misma pregunta que me ha rondado desde que llegó
—¿Por qué te incorporas a estás alturas en el instituto?
Se tensa por unos minutos y en el momento me arrepiento de haberla incomodado
—Lamento la imprudencia—Paso una de mis manos por mi cabello apenado
Niega con su cabeza y un intento de sonrisa se posa en sus labios, pero se esfuma rápidamente y el pequeño reflejo de un alma rota aparece en sus ojos miel y me es imposible apartar el par de ojos verdes que se toman mi mente sin intención de abandonarla
—Tuve algunos problemas personales, un novio—Vuelca sus ojos—Ex novio, Marco—Pasa una de sus manos por su cabello luciendo incómoda
—No tienes que contarme si no quieres—Le hago saber con calma
—Sí quiero, desde que llegué eres la única persona con la que he hablado y esto me está taladrando por dentro—Toca su pecho, asiento dejando que continúe, humedece sus labios—Marco se hizo adicto a las drogas hace algunos meses y aunque trate de ayudarlo el vicio fue más fuerte... Demasiado, un día él—Mira al vacío por unos segundos antes de volver sus ojos a mí—Me drogó... Sin mi consentimiento en una fiesta, casi abusan de mí ahí—Baja la mirada avergonzada—Supe que las cosas ya se habían salido de control y que yo sería quién pagará los platos rotos solo por enfrascarme con alguien a quien no le importaba en lo absoluto—Bufa—Mis padres luego de presentar la denuncia en su contra decidieron que lo mejor era traerme aquí, de nuevo, lejos de él... Todo esto sucedió hace apenas tres meses, en los que estuve viendo clases de manera online, y hace apenas una semana algo en mí me animó a ir al instituto, sin saber que ahí estudiaba pecas
Sonrío porque de esa forma solía llamarme cuando éramos pequeños
—Lamento todo lo que te ocurrió, sin duda alguna no te merecías nada de ello y agradezco mucho el que no haya pasado a mayores...—Tomo su mano y le doy un suave apretón—Es bueno tener a una vieja amiga de vuelta
Ella asiente
—Tiene prohibido contactarse conmigo, pero hace quince días recibí un email de su mejor amigo... El juez lo internó en un centro de rehabilitación—Mira sus manos—No sabes cuántas veces hablé con él, con sus amistades y familia... Nadie me escuchó, nadie me creyó, y luego cuando todo pasó me señalaron por mucho tiempo diciendo que yo me lo busque ¿Por qué?—Me mira—¿Por querer hacer lo que ellos no y ayudarlo con su adicción? ¿Por querer ser un pilar para él? ¿Por esa razón me lo busqué? A veces pienso que sí, tuve la oportunidad de apartarme y quizás todo hubiese tomado otro rumbo...
—No tienes culpa de nada, mucho menos de querer ayudar a alguien a quien aprecias y quieres... Muchas veces nos desgastamos con personas que no lo valoran—Trato de animarla—No vale la pena señalarte por algo de lo que jamás tendrás culpa
Asiente pareciendo entenderme
—En el fondo quiero lo mejor para él—Confiesa—No me malinterpretes, no quiero saber nada acerca de Marco, pero sí quiero que supere su adicción y que se convierta en una mejor versión de lo que hoy es
Alzo mi comisura izquierda sonriéndole de la manera más honesta posible, Miranda es como yo, no tenemos espacio para odiar a las personas aún cuando estás nos han dañado tanto. Sabemos cuándo alejarnos, pero no sabemos cómo odiarlos.
Delanie Adams
—¡Lo odio!
Respiro profundo tratando de apartar mis pensamientos que se encuentran hechos un lío.
—¡Gran hijo de su p... Ahg!—La castaña salta sobre su sitio como si hiciera un berrinche
La he dejado desahogarse por lo que son diez minutos mientras yo espero sentada en el porche de su casa. Clara camina por su patio delantero llamando la atención de sus vecinos cada vez que grita, llora, patea o maldice.
—¿¡Por qué a mí!?—Chilla alzando sus brazos al aire—¡Lo voy a matar por estúpido, gran imbécil!
Una anciana que pasea a su perro se nos queda viendo mientras que mi amiga sigue soltando aberraciones sin prestarle atención