Delanie Adams
—¿Descremado?
—¿Uh?
—El café—Explica el chico que está tomando mi orden
Abro mi boca para confirmar, pero termino cerrándola y asintiendo, se va no sin antes recalcar que traerá nuestro pedido rápido.
Miro por la ventana del ciber café al que vinimos a pasar la mañana, la primera salida luego del “Incidente” con el trozo de harina cocido que casi me deja en modo tiesa, nos motivo a seguir haciéndolo y hemos agarrado cierto gusto a pasar tiempo en familia, como los viejos tiempos.
Está mañana he estado más distraída de lo normal, no hay mucho que decir es solo qué, hay días en los que me olvido de lo que ha ocurrido en mi vida y hay otros en los que estoy contra el suelo sin dejar de pensar, suponer y crear expectativas que sé que son muy poco probables.
Junto mis manos sobre la mesa mientras mi madre le habla a papá sobre la rutina que teníamos todas las mañanas yendo al parque a trotar. Ambos se sumen en su plática notándose al pelinegro embelesado con lo que la rubia le cuenta. No oculto la sonrisa que me produce verlos así, mucho menos porque a Gerard Adams se le nota que está echando brillitos por mamá.
Unas risas provenientes de la mesa del fondo llaman mi atención, una pareja joven se encuentra en ella y el nudo en mi estómago se hace presente al verlos bromear. La chica le saca la lengua mientras que él le toma una foto con su celular. La nostalgia me invade haciendo que aparte la vista y el malhumor me gane
No quiero arruinar el tiempo que paso con mis padres, pero tampoco puedo evitar que algunas cosas me rebasen. Un teléfono comienza a sonar al mismo tiempo que el mesero llega con el pedido. Mamá se disculpa yendo a atender la llamada y luego de agradecerle al chico por el servicio mi padre me lanza una mirada analítica y sería.
—Ya pasará—Susurró mi padre para que fuese más privado el comentario.
Aunque sabía perfectamente lo que quería decir me hice la desentendida y alzando una ceja lo mire
—¿Cómo dices?
Él sonrío delicadamente, no de manera exagerada o que me transmitirá algún sentimiento fuerte, era una simple sonrisa sin motivo de nacimiento, solo estaba allí para acompañar sus palabras cargadas de sabiduría tras tantos años de vida.
—Lo que sea que te tenga tan pensativa, ya pasará
La seguridad en su tono y la manera en la que su mirada me transmite tranquilidad me hacen creerle un poco. Pero aún así sigo sintiéndome hundida y sin rumbo en cierta situación.
—No es na…—Trato de minimizar, pero me interrumpe
—Siempre es algo—Mueve la cuchara dentro de su taza de café sin mirarme está vez—Aunque siempre queremos ocultarlo bajo palabras vacías. Eres más fuerte de lo que creí Girasol, puedes con esto—Alienta y yo niego dudosa—Y si no es así aquí tienes a papá
Sonrío débilmente y sin ganas, suspiro resignada y a mi estilo trato de explicarle sin ahondar mucho en el contexto real de la situación. Es mi padre por Dios, no le diré lo que pasa en mi vida amorosa
Alto…
¿Tengo vida amorosa?
—Es algo similar a mis libros ¿Sabes? —Miro el líquido atrapado en la taza de cerámica frente a mí—La protagonista con problemas y líos en su vida conoce algún chico que entra en la trama con algún propósito para ella o ella para él—Muerdo mi labio inferior—Pasan por miles de cosas, aventuras, altibajos y mucho más. Pero en el camino el uno va entrando en el corazón del otro y viceversa—Alzo la vista y me encuentro con el azul de los ojos de papá mirándome atentamente—Se enamoran, algunas veces no logran estar juntos a la primera y ponen el amor a prueba dónde cada uno debe sacrificarse por el otro sin importar qué o quién. En fin, la cosa es que en la mayoría de mis historias clichés la chica termina con el chico que la flechó… Pero, siento que mi historia en realidad no va por ese rumbo justo ahora, creo que estoy atrapada en algo unilateral
—¿Qué te hace creer eso? —Indaga curioso
Me encojo de hombros
—No lo sé, tal vez mi escritor me odia. Tal vez quiere incursionar y cambiar la trama y en vez de sumar un libro más con un felices por siempre quiere dejarme con un en otra vida tal vez
—O tal vez—Papá se hace el pensativo—Solo estás en un momento crítico de la historia, tal vez no has llegado al final
—¿Y que tal si sí he llegado? —Pregunto ansiosa y temerosa—¿Qué tal si es aquí donde él o ella quiera firmar el pie de página con un simple y vacío fin?
Niega lentamente dándole un sorbo a su bebida
—No todas las historias terminan en el primer libro con el final esperado, inclusive algunas merecen biologías, trilogías y hasta sagas. No sabes si apenas estás en el último capítulo de tu primer libro ¿Y sí el felices por siempre no llega? ¿Pero sí el continuará? —Una de sus manos se presiona sobre la mía dándole un apretón—Estoy seguro de que eres una gran protagonista y por eso tu escritor te dará ese final que te corresponde, uno donde te sientas plena contigo y muy liberada. Solo confía
Comienzo a asentir sin dejarme decaer
—Gracias duende
Papá me guiña un ojo. La rubia mayor de los Adams vuelve a la mesa con su teléfono en mano y una gran sonrisa en sus labios. Alzo una ceja dispuesta a preguntar que la trae de tan buen humor. ¿Qué noticia pudo haber recibido?
—Tendré una entrevista con el director del hospital—Confiesa como si leyera mi mente—¡Fui seleccionada para ser la próxima jefa de mi departamento! —Chilla eufórica
Tanto mi padre como yo le regalamos sonrisas genuinamente orgullosas. ¿Cómo no estarlo? Todo lo que ha hecho, los frutos que recibe, son más que merecidos.
Papá me mira y de manera cómplice me regala una sonrisa, sé que se debe a qué no hablará sobre mi rara, pero funcional, forma de expresar lo que sucede en mi vida.
•••
El camino de regreso a casa es silencioso, agradable y muy cómodo. Me dejo llevar por mi curiosidad mirando a todas partes, preguntando en tiendas sobre cosas que no compraré, pero que de igual manera me emocionan. Entré a una tienda de peluches de felpa y no pude permanecer más de un minuto dentro. Los recuerdos de cierto chico y un peluche de perrito me hicieron salir de inmediato y con el corazón estrujado.