(Narra Sehun)
Después de mi graduación, debo admitir que mi separación con Andrea me perturbó un poco. Era la primera chica que se había ganado mi corazón, es cierto que hubieron muchas chicas antes que ella pero todas eran relaciones pasajeras más sexuales que románticas y, justo cuando estaba apunto de rendirme con el sexo opuesto, apareció ella con sus hermosos ojos color miel, su simpatía innegable, sus labios sexys que me tentaban a besarlos desde la primera vez que los vi y esa sonrisa tan irresistible, capaz de robarle el aliento a cualquiera. Quizá si fuera cualquier otra no me sería tan difícil separarme de ella, porque antes de nuestro encuentro siempre consideré el amor verdadero y el romanticismo como simples ridiculeces para la gente que no tiene sueños ni metas, pero con ella siempre se sintió diferente, se convirtió en mi nuevo sueño, la amaba con locura. Mientras estaba absorto en mis pensamientos, sentado en la silla de aquel restaurante al que la había llevado en nuestra primera cita, pude notar como ella no paraba de contemplarme con sus ojos nostálgicos y esa sonrisa que esbozaba siempre que quería ocultar que estaba al borde de las lágrimas, pues en un par de horas tendríamos que marcharnos al aeropuerto.
Tres semanas antes, cuando discutimos por segunda vez sobre mi regreso a Corea, le pedí, casi le rogué que viniera conmigo. Sin embargo, ella tuvo que negarse excusando que le faltaba sólo un año para terminar la universidad y no quería "ser una carga para mí", entonces le prometí que no me rendiría con ella y acordamos que daríamos una pausa a nuestra relación pero sólo sería eso, una pausa. Pasaron las horas y llegó el momento, nos reunimos con Chen en el estacionamiento del restaurante al que él, su padre y Jordana habían acudido para luego ir al aeropuerto en autos separados. Chen se fue con Jordana, mi padre con el señor Kim y Andy conmigo por supuesto.
Ya en el aeropuerto, unos minutos antes de que yo subiera al jet privado, abracé con mucha efusión a Andy y le di un último y largo beso. Sabía que para ella tampoco era fácil esto de la separación, sabía que ambos sentiríamos el mismo dolor en el pecho eventualmente cuando el jet se alejara hasta perderse en el cielo.
Pasaron los meses y no perdí del todo el contacto con Andrea, le enviaba mensajes y cartas seguido para saber cómo estaba y asegurarme de que no me había olvidado. Llegado el mes de Julio, ella me avisó que su graduación estaba próxima y entonces subí al primer vuelo de la mañana siguiente con destino a New York. Por cuestiones de trabajo, no me fue posible estar presente el día exacto de su ceremonia de graduación, pero sí pasamos todo un día juntos como solíamos hacerlo hace un año y con eso nos bastó. Aunque el plan original era que Chen viniera conmigo, al final desistió excusando que tenía mucho trabajo, pero yo sabía que la verdadera razón era que no quería ver a Jordana, pues ambos ya habían establecido relaciones con personas distintas y sabía que le dolería verla con Baekhyun. Así que sólo me entregó una caja de regalo con la encomienda de que se la entregara a ella como regalo de graduación de su parte.
Horas antes de marcharme, busqué a McClane en el restaurante donde Andy me había dicho que trabaja y le entregué la caja de regalo muy obedientemente, ella sólo la miró con curiosidad y tal vez hasta un poco de nostalgia antes de aceptarlo y que yo me despidiera finalmente. Antes de marcharme, ya en el aeropuerto, le pedí a Andrea por segunda vez que viniera conmigo, según yo, ya no tendría pretextos para negarse y se vería encantada al decirme que sí. Sin embargo, las cosas no ocurrieron como yo esperaba, ella se negó diciéndome cruelmente que dejara de hacerme ilusiones tontas, porque eran sólo eso, ilusiones; luego terminó de romper mi corazón al decir que ella sabía que su destino no estaba en Corea y por lo tanto, tampoco conmigo. Luego de decir eso, se dió la vuelta y se marchó sin más.
Esto último me afectó profundamente, no podía comprender cómo la persona que yo consideraba como el amor de mi vida me había deshecho de esa manera, no entendía sus razones para hacerlo si todo lo que yo había hecho era luchar por estar con ella, ya hasta había conseguido una casa grande y lujosa para que se sintiera cómoda y pudiéramos formar una familia, tenía planeada una cena romántica en esa misma casa para pedirle matrimonio la noche de regreso a Corea, de lo cual yo había estado seguro que haría. Entonces, al bajar del avión, me fui directo a aquella casa y contemplé entre lágrimas de rabia la mesa que estaba puesta en el balcón de la sala con un par de platos y un par de copas acomodados simétricamente uno frente al otro . Dos minutos después, con una rabia que no pudo ser contenida más tiempo, arrojé el mantel al suelo, tirando todo a su paso y rompiendo los platos de cerámica y las copas de cristal que estaban encima, luego aventé contra la pared la pequeña caja que contenía la sortija antes de romper en un llanto desenfrenado finalmente y deslizarme hacia abajo por la pared lentamente hasta quedarme sentado en el piso. Y lo peor era que, a pesar de todo lo que había pasado y mis intentos inútiles por odiarla, no podía dejar de amarla ni un segundo.
Pasaron los meses y mis sentimientos de rabia se apagaron poco a poco, intenté olvidar también con el pasar del tiempo el amor que le tenía. Había pasado ya casi un año desde la última vez que la vi y me sentía mucho mejor hasta que Jordana vino a trabajar a Corea. Días después de su llegada, me reuní con ella para platicar y entonces pasó lo inevitable, salió el tema de conversación sobre Andrea y entonces me contó que se había ido a Canadá hace un par de meses para trabajar en la empresa de sus padres, pues los padres de Jordana vivían en Canadá y tenían una empresa de crema de avellanas así como miel de Maple. Andy había quedado encantada con esto la vez que fueron de vacaciones y entonces había tomado la repentina decisión de irse a vivir allá y trabajar como publicista en la empresa de los padres de Jordana. Ésta última tenía un hermano mayor que también trabajaba en la empresa y se habían entendido muy bien desde la primera vez que se vieron. Las palabras de Jordana me afectaron consecuentemente, aunque frente a ella puse una postura de indiferencia y sólo dije que le deseaba lo mejor. Sin embargo, pareciera que se empeñaba por hacerme sentir mal.