En el segundo y último día de campamento, el profesor Roldbar despertó antes que nadie y buscó a Thaly por la zona, no había vuelto la noche anterior y nadie la había visto.
—¿Qué crees que le haya pasado? ¿De verdad la habrá matado el fantasma? —unas chicas comentaban en voz baja. La desaparición de Thaly comenzó a poner nerviosos a los chicos. Todos empezaron a interrogar a Alex, el último que la había visto. Él se limitaba a negar con cara de pánico, asegurando que la había dejado en la puerta del cementerio y después de esperarla por horas el profesor lo había encontrado y obligado a volver.
Pasaron las horas de la mañana y al no haber rastro de la chica se dividieron en grupos para buscarla. Nicolás estaba seguro de que ella se encontraba bien, de todas maneras se unió a la búsqueda, con suerte la encontraría primero y tendrían la oportunidad de hablar a solas. Buscaron por el campamento y luego se dirigieron al bosque, no encontraban nada hasta que unos gritos atrajeron a todos.
Una chica miraba horrorizada un pedazo de carne, parecía un brazo cubierto de sangre y desgarrado con furia. El olor era insoportable, la carne expuesta a ese calor y humedad desprendía un nauseabundo olor y un grupo de larvas ya se asomaban debajo de la rosácea piel.
—Debe ser un animal muerto —afirmó un muchacho. Su seguridad se convirtió en espanto cuando metros más allá encontraron una camiseta bañada en sangre.
—¡Es de Thaly, llevaba eso puesto ayer! —gritó una de sus compañeras con lágrimas de desesperación. El pánico empezó a correr. Algunas chicas gritaban y lloraban, otras vomitaban ante la escena. Nicolás, quien permaneció viéndolo todo, rio por lo bajo, no se creía que ese fuese parte del cuerpo de Thaly, pero le daba crédito, si no hubiera sido porque había estado con ella la noche anterior, que habría jurado que un puma la había despedazado.
El profesor Roldbar no se creía lo del supuesto cadáver. Se negó rotundamente a llamar a la policía o a irse del campamento como los chicos le sugerían. Siguieron caminando por el bosque y encontraron más trozos de carne y ropa desgarrada entre las plantas y al borde de los senderos de tierra. Nicolás se dirigió hacia a Alex, quien miraba los restos con una falsa preocupación.
—Ya dime, dónde está Thaly, tengo que hablar con ella —le susurró.
—Está ahí, ahí y ahí —respondió señalando los trozos de carne desparramados.
—Es en serio, dime dónde está y te prometo que te ayudo a que todos se crean que la descuartizó un fantasma, se la llevaron los extraterrestres, o lo que sea.
—Eso suena tentador, te creerían más a ti... Te lo diré, pero primero convences a los profesores y al resto de chicos que en verdad está muerta.
Nicolás vio que sus opciones eran limitadas, o esperaba a que Natalia apareciera frente a todos o confiaba en Alex, y así, tenía la oportunidad de encontrarla unas cuantas horas antes.
Se dirigió hacia el profesor Roldbar y Martha. Ellos supervisaban la búsqueda de los alumnos desde el camino que comenzaba en la zona de camping y atravesaba la vegetación hacia el pueblo.
—Oigan, creo que en verdad le pasó algo a Natalia —mencionó casualmente.
—Por favor... no me digas que te crees eso de que un fantasma la descuartizó y se comió sus ojos —el hombre frunció el bigote y alzó la cabeza para mirarlo.
—No, eso no, pero por esta zona hay pumas, capaz alguno la atrapó. —Fingió preocupación.
—¡Ay no!, qué tal si le pasó eso. Nicolás tiene razón, creo que debemos llamar a la policía. —Martha se consternó con la información. Ella se debatía entre actuar como una adulta escéptica o tomarse en serio el cuento de terror basándose en las evidencias; mas la teoría de Nicolás era algo plausible y en lo que podía creer.
—¡Son patrañas! Esos niños nos quieren jugar una broma.
—Solo piénselo, ¿de dónde sacaron los restos?, esa no es carne de vaca, ¿y dónde está Thaly? No creo que se oculte tanto tiempo.
Martha ya estaba convencida de que una desgracia había ocurrido. El profesor Roldbar no quería admitirlo, pero estaba empezando a creer que algo malo le había pasado a la muchacha. Nicolás se retiró, intentando aguantar la risa. Alex lo esperaba cerca.
—Muy bien, yo creo que no falta mucho para que caigan. Ahora falta el resto de los chicos que todavía creen que es una broma.
—Está bien, que más me queda...
Se aproximaron a un grupo de chicos que comentaban lo ocurrido. Pensaban ir al pueblo y buscar ayuda. Si los profesores no colaboraban, ellos harían algo. A Nicolás no le agradaba mucho la idea de andar esparciendo rumores sobre la supuesta muerte de Thaly, no obstante, Alex no le daría ningún dato más sobre ella si no colaboraba.
—Profe Nicolás, ¿en verdad no saben dónde está Thaly? ¿Se trata de una broma o en verdad está muerta? —Los interrogatorios comenzaron ni bien se aproximó al grupo.
—La verdad no sé, no podemos estar seguros, pero el profesor Roldbar llamará a la policía, ellos determinarán si en verdad esos son sus restos. No queremos que se expanda el pánico así que traten de mantener esto en secreto, ¿está bien?
«Mantener la situación en secreto» eran las palabras mágicas para que en menos de veinte minutos todos supiesen que los maestros estaban considerando en serio que todo era verdad. El pánico comenzó a cundir. Varias chicas buscaban la forma de regresar por cuenta propia. Estaban muy lejos de la ciudad y los buses no llegarían hasta la mañana siguiente, ese fue el disuasivo para que permanecieran encerradas en las carpas. Alex, Lucas y Daniel incentivaron a formar un grupo de «investigación», para llegar al fondo del asunto y peinar el bosque, no solo el sendero. A cada hora había un nuevo chico que se les unía, aquello ya era grande. Se dispersaron y decidieron buscar la cabeza de Thaly, aquello sería prueba suficiente de que algo macabro se escondía en ese territorio.
Se dispersaron y decidieron buscar la cabeza de Thaly, aquello sería prueba suficiente de que algo macabro se escondía en ese territorio
Con la excusa de ayudar, Nicolás se les unió y aprovechó de alejar a Alex.
—Ya te ayudé, todos se lo creyeron, varias de tus compañeras incluso están llorando. Dime dónde está Thaly.
—La verdad no tengo ni idea —respondió resuelto. Nicolás deseó como nunca torcerle el cuello como a una pequeña alimaña—. Seguro se alejó bastante, o quien sabe y está cerca, riéndose de cómo la buscan.
—¡Alex, profe Nicolás, no se separen! —les gritó Lucas. Alex aprovechó de correr hacia el grupo y Nicolás se sintió como un estúpido, ese chico lo había engañado y gracias a eso ahora había un caos. Solo rogaba que los padres y la directora tuvieran un buen sentido del humor y no le hiciesen pagar las consecuencias por lo ocurrido con los alumnos bajo su responsabilidad.
Llegó la noche, si deseaban resolver el caso debían volver al punto de partida, el cementerio. El gran grupo liderado por Alex se puso en camino. Nicolás los ayudó a escabullirse sin que Martha o el profesor Roldbar se enterasen; total, ya no podía meterse en más problemas y comenzaba a divertirse incentivando a los chicos a jugar al detective. Aun así permaneció en el campamento, vigilando a quienes permanecían ahí; Daniel también se quedó, se sentaron juntos mirando la segunda fogata que habían encendido en el viaje.
—¿Cuándo aparecerá Thaly? —preguntó rompiendo el silencio, si Alex no le decía nada tal vez Daniel sí lo haría.
—Creo que va a darles a todos un gran susto en el cementerio —respondió con el mismo tono tranquilo que tenía su voz.
—¿Y qué hizo todo el día? ¿No se aburrió?
—No, qué va. A ella le encanta estar sola por estos lugares, va a caminar y toma fotografías, si no hubieran planeado la broma hubiera escapado de todas maneras.
—Sí que tiene una mentalidad macabra, mira que hacer creer que esta descuartizada por ahí. ¿De dónde sacaron la carne? Se ve bastante real.
—Los campesinos del lugar sacrificaron a un grupo de cerdos que tenían triquina, les regalaron uno a cambio de ayudarlos a llevar el resto de los cuerpos al monte.
—Algo así me suponía. —Suspiró y miró las estrellas, todo estaba muy calmado con la mayoría de los chicos lejos. La tranquilidad fue fugaz, al poco rato se escucharon gritos desesperados y una avalancha de adolescentes corriendo a tropezones. Nicolás se aproximó para saber qué ocurría. Una chica le respondió entre sollozos que habían visto al fantasma de Thaly. Volcó los ojos al escucharlo y se encaminó hacia el cementerio. Como suponía encontró al grupo de Thaly riendo a carcajadas y compartiendo una botella de licor en la entrada.
—Bien, ya se divirtieron, ahora regresen. —Se aproximó sin ser notado y les arrebató la botella. Vació el contenido de la botella al suelo y vio a Thaly reunirse con el grupo dando pequeños brincos despreocupados.
Una gran conmoción se armó en el campamento. Por un lado el profesor Roldbar juraba a gritos que Natalia sería expulsada del colegio. Por otro, los alumnos del colegio estaban felices de que se hubiese tratado de una broma; aunque muchos no querían admitirlo, en verdad se habían creído la historia del fantasma.
Thaly estaba rodeada de gente, siendo interrogada sobre el lugar donde había permanecido y cómo se le había ocurrido una broma tan pesada. Nicolás no veía oportunidad de estar a solas con ella, todo el día había estado impaciente por verla y ahora que estaba ahí, no encontraba oportunidad de hablarle.
Por ser la última noche del viaje permanecieron más tiempo alrededor de la fogata. Igual a la noche anterior, comenzaron a cantar y guitarrear. Thaly intentó escapar de la situación y Nicolás estaba preparado para darle alcance en cuanto ella se escabullera. Para su desgracia una chica se dio cuenta, tomó a Thaly del brazo y la obligó a quedarse mientras ella y otros compañeros insistían que cantase. Thaly odiaba cantar en público, eso era conocimiento de todos, y lo vieron como una buena penitencia por el susto que les había hecho pasar. Después de negarse varias veces, cedió a las insistencias, pidió la guitarra y mientras tocaba comenzó a cantar.
Nicolás estaba sorprendido, cantaba muy bien, tenía una voz dulce y hermosa; comenzó a perderse en cada palabra. Cerró los ojos y se dejó llevar por la melodía. Cuando terminó los chicos estallaron en aplausos y Thaly se negó rotundamente a cantar otra. Ya era de madrugada, poco a poco todos se fueron a dormir, Thaly y sus amigos fueron los últimos en irse. Cuando por fin se levantaron, Nicolás se aproximó a ella.
—Cantas muy hermoso —la halagó.
—Gracias —respondió con indiferencia caminando hacia su carpa.
—Espera, ¿podemos ir a dar un paseo? —La detuvo. La muchacha se dio la vuelta bruscamente y le dirigió una fría mirada.
—Lo siento profesor, ya es tarde, quiero ir a dormir.
—¡Sabes que tenemos que hablar! —lo dijo más como una orden.
—Aún no he estudiado, lo que tenga que discutir con usted sobre la materia lo haré en horario de clase, después no tenemos otra cosa de que hablar —respondió cortante y se fue dejándolo consternado.
l viaje concluyó, pese a todo había sido uno de los mejores campamentos que habían tenido. Los buses esperaban, Thaly subió antes que nadie, toda la mañana había evitado a Nicolás mientras él trataba de hablar con ella. Estaba seguro de haber sobrepasado los límites al besarla; por un momento pensó que ella sentía algo más por él, sin embargo, sus evasivas le indicaban lo contrario. Más que hablar ahora quería disculparse, no quería que ella pensara que la estaba acosando, ni que se sintiera incomoda en su presencia, aquello haría más complicadas las clases. Su última oportunidad era viajar a su lado en el bus. Entró detrás de ella, hizo el ademán de sentarse y ella puso rápidamente su mochila en el asiento vacío, diciéndole que estaba reservado. Se dirigió en silencio asientos más atrás, y como en el viaje de ida, un grupo de chicas se aproximó de inmediato.