Después de clases

La gran estupidez

Ella le había prometido ir directo a verlo en cuanto acabara su pijamada. La esperaba ansioso, necesitaba probar el néctar de sus labios. Los segundos se le hacían eternos mientras esperaba en el sillón de cuero negro. Por fin el sonido que esperaba se dejó oír anunciando su llegada.
Le abrió la puerta esperando un beso, o al menos un abrazo. No obstante, Thaly entró apretando los puños. Después de aventar su sleeping y su mochila, lo miró con furia.
—Hola a ti también —le dijo cerrando la puerta, esperando ser regañado.
—¿Es verdad que las chicas del colegio te andan mandando cartas de amor? —le recriminó cruzando los brazos.
—Ah, sí. ¿A qué viene todo esto? —preguntó contrariado.
—¡¿Y por qué no me lo dijiste? —gritó.
—Y por qué habría de hacerlo. Desde que empecé a dar clases mi buzón aparece lleno de cartas. Las primeras veces las abría para ver de qué se trataba y al encontrarme con las mismas declaraciones una y otra vez decidí no abrirlas más y devolverlas —respondió comenzando a enfadarse. Esperó un contra ataque de Thaly; al ver que no decía nada le preguntó—. ¿Y? ¿Eso es todo lo que querías saber?
Thaly se quedó sin argumentos, estaba molesta con sus compañeras del colegio, no con él. Al no saber qué añadir. Comenzó a rezongar.
—Sí, es todo. Malditas arrastradas, más te vale que tires todas esas porquerías a la basura.
Nicolás no pudo más que reír, ver a Thaly tan celosa le encantaba.
—Sabes bien que no importa lo que me envíen, solo me importa lo que tenga que ver contigo. —Le acarició el cabello en un intento de calmarla. Le dio un corto beso en la frente y la acomodó en el sillón. Por más que quisiera, Thaly no podía enojarse con él mucho tiempo. Aquello le frustraba, era la primera persona que podía cambiarle el humor con una mirada.
Otro corto beso pasó esta vez a su mejilla y otro más a la comisura de su boca, poco a poco se convirtió en un beso apasionado y demandante. Sus cuerpos resbalaban en el sofá hasta encontrarse recostados en él. Nicolás se acomodó sobre ella evitando posar todo su peso con una mano. Apasionadamente entrelazaban sus lenguas, deleitándose con cada sensación y el sabor del otro. Con la mano libre rodeó su cintura, levantándola y arqueándola contra su abdomen. Su mano subió pausadamente por debajo de su camiseta y recorrió su espalda antes de moverse hacia sus senos. El arrebatador beso impedía a Thaly hablar, quería que se detuviera; intentaba hacérselo notar contorsionándose, pero él continuaba masajeando su pecho por encima del brasier. En el momento en que la sintió moverse incómoda, se levantó abruptamente, disculpándose por su falta de auto control. Aquello cada vez era más difícil: besarla sin llegar a más.
Thaly se incorporó arreglándose la ropa. No cruzaron palabra unos momentos hasta que Nicolás preguntó si quería escuchar música. Thaly asintió con la cabeza y él se levantó a colocar un CD en el aparato de sonido. Después de un momento, actuaron como si nada hubiese ocurrido.
—¿Conoces a Laura? —preguntó Thaly de repente.
—¿Laura? —dudó un momento—. ¿La chica rubia de lentes? —consultó curioso.
—Sí.
—Es una de las mejores alumnas de mi clase, aunque no participa mucho. ¿Por qué? —Le llamó la atención que preguntara por ella.
—Ah, por nada, es que estaba ayer en la pijamada, yo casi no recordaba haberla visto en el colegio —mencionó intentando sonar casual.
—Sí, es muy callada, si no fuera porque veo tareas y exámenes con su nombre no sabría quién es. Es bueno que te hagas su amiga, tal vez te infunda un poco de aprecio por la física.
—Si Daniel no lo logró menos lo hará ella —bufó.
—Verdad. Está inscrita para las olimpiadas de física, deberías entrar tú también, repasaremos lo que llevaron en años anteriores y verán material nuevo.
—Ni loca. No pienso pasar clases extras, aunque las des tú. Además estarían condenados al fracaso si me meten en el equipo.
—No necesitas estar en el equipo, de todos los que se preparen solo cinco podrán representar al colegio. La verdad quería que estés ahí para verte. No creas que estoy fascinado con la idea de pasar mis tardes dando clases extra. La física me gusta, pero no es toda mi vida, preferiría hacer otras cosas con mi tiempo.
—Gracias por la oferta, pero tengo entrenamientos por las tardes; tú sabes, de deportes reales. De eso son las olimpiadas, no de física o química, eso lo inventaron los nerds para no sentirse relegados por ser torpes. ¿Alguna vez has practicado un deporte de verdad? —Se burló Thaly—. Pelear no cuenta como deporte— añadió antes de que le respondiese.
—Para que sepas, era el capitán de los equipos de fútbol y básquet del colegio, y estaba en el equipo de básquet de la universidad. Entré gracias a una beca deportiva.
—¿En serio? ¿Por qué nunca me lo contaste? —lo miró maravillada.
—Porque nunca preguntaste.
—¿Entonces crees que podamos entrenar? Hay pruebas para el equipo de básquet en tres semanas, quiero entrar —le suplicó como una niña chiquita que le pide caramelos.
—No creo que puedas entrar.
—¿Por qué no?
—Porque revisé los requerimientos del equipo del colegio, tú ya estás en categoría «sub-18».
—Sí y qué.
—Que la altura mínima requerida es uno sesenta y cinco y tú sigues siendo una enana. —Sonrió de medio lado al ver el puchero que ponía.
—Todavía faltan unas cuantas semanas, puedo crecer. —Cruzó los brazos y miró a otro lado intentando esquivar sus burlas.
—Sí, claro —volcó los ojos—. ¿Qué tal si te ayudo a crecer? —se levantó y la tomó por los tobillos poniéndola de cabeza. Thaly gritaba histérica para que la soltase—. ¿Ya creciste? —preguntó mientras la balanceaba. El timbre sonó y la depositó con cuidado en el suelo—. Te salvó la campana —le avisó dirigiéndose a abrir la puerta. Thaly se quedó tumbada en el piso esperando a que la sangre le bajara de la cabeza.
—¡Esta me las pagas! —lo amenazó.
Alan había ido a verlo. Entró y saludó a Thaly, quién se levantó a recibirlo.
—¿Así que hoy estás de niñero? —le preguntó a Nicolás con malicia.
Thaly le pisó el pie y Nicolás le dio un golpe en la nuca.
—¿Por qué tienen que ser tan agresivos?
—¿Por qué tienes que ser tan idiota? —respondió Thaly.
A tropezones, Alan se dirigió a la sala y se sentó.
—Vine en son de paz para ver si querías hacer algo hoy. Me llamaron los chicos y quieren salir, últimamente andas muy rezagado —dijo frotándose el pie.
—No creo, tengo planes con Thaly esta noche. —Lo hizo a un lado con torpeza para hacerle un lugar a la chica.
—Pero puedes llevarla.
—No, sus amigos vendrán esta noche, si quieres puedes quedarte —lo invitó, esperando una respuesta negativa; Alan no sacrificaría un fin de semana para jugar con un grupo de adolescentes.
—Tal vez, aunque no estoy con ánimos de montar una guardería —comentó mirando a Thaly de reojo.
—Thaly, pégale —dijo Nicolás exasperado por los comentarios de su amigo.
Ella obedeció y le pegó repetidas veces en el hombro. Alan se cubrió pidiéndole que parara.
—No más bromas respecto a mi edad, ¿de acuerdo? —le ordenó Thaly.
—Vaya niña mandona y agresiva resultaste —masculló.
Pasaron el resto de la tarde juntos, fueron a comer y esperaron a que llegaran los amigos de Thaly. Alan decidió quedarse, pasar una jornada con los alumnos de su amigo le despertó curiosidad.
Como Alison volvía a ser su amiga, Thaly la invitó también. Ella moría de curiosidad por conocer el departamento de su profesor y Daniel estaba entusiasmado desde que supo que diseñaba autos. Alex iba por otros motivos; quería vigilar a Thaly de cerca y averiguar cuánto pudiese sobre su rival.
Llegaron los tres juntos. Alison comenzó a explorar el lugar y Daniel se dirigió hacia los planos que había en la pared. Alex entró de brazos cruzados y se sentó en el primer lugar que encontró. Luego se unió a Daniel. Alison aprovechó que estaba sola con su amiga al otro extremo del departamento y le preguntó lo que quería saber desde la noche anterior.
—¿Ahora sí vas a decirme por qué ayer les dijiste a las chicas que ayudarías en su plan con Laura?
—Creí que te habías dado cuenta. —Miró a su amiga, quien le hizo una señal de no entender nada.
—No podía decirles que es mi novio, y si les decía que él tiene una novia diferente hubieran hecho de todo para averiguar quién es, y eso no me convenía. Así que simplemente decidí matar dos pájaros de un tiro. Le haré creer a Laura que está haciendo todo lo posible para conquistarlo, cuando piense que lo logró, se le declarará y él la rechazará; entonces se convencerá de una vez por todas que no puede tener nada con él. Y por otro lado, te convenzo a ti, a Daniel y Alex de que Nicolás no va a dejarme, y menos por otra —explicó orgullosa su plan. A Alison no le cabía en la cabeza que Thaly pensara usar a esa pobre chica.
—Thaly tu plan es horrible. Cuando el profe rechace a Laura ella va a sentirse mal, no puedes jugar con sus sentimientos. —Quería gritarle, pero hablaban en susurros para que los otros no las escuchasen.
—Claro que no, mejor que se le meta en la cabeza que él no la quiere por las malas, a que pase su vida pensando en él, le hago un favor —espetó molesta.
—¡Ja! Ya entiendo —le respondió con ironía—. No quieres demostrarle nada a Laura, ni a mí, ni a Daniel o Alex. Eres tan insegura que quieres convencerte a ti misma que él no te va a dejar.
Thaly resopló sorprendida, tratando de hallar las palabras para defenderse.
—No es eso. Yo... no soy insegura ¿okey? Solo quiero que esa niña boba deje de pensar en mi novio y que ustedes dejen de creer que mi relación es una locura.
—Es que tu relación con el maestro es una locura, y tu plan es absurdo e infantil. Ni pienses que voy a ayudarte con esto —la reflexionó enojada.
Pararon de hablar porque los chicos se acercaban. Nicolás y Alex se lanzaban miradas intimidantes. Alex se sentó adelante en el piso. Nicolás pasó junto a Thaly y la abrazó mientras se sentaban en el sillón. Al notar la mirada de odio que le echaba el muchacho, besó a Thaly en los labios, dándole a entender que marcaba su territorio. Daniel lo miró de reojo también; aquello se le hacía demasiado raro. Hacía unos momentos admiraba a su profesor por el trabajo que realizaba, y ahora, lo veía besando a quien consideraba su hermana menor. Ella estaba feliz, solo por eso se aguantaba las ganas de levantarse e irse.
Jugaron hasta medianoche. Thaly destrozó a todos en el juego. Llamaron un taxi para irse ante las quejas de Nicolás, quien quería llevar a su novia personalmente a casa.
Durante la semana, Thaly intercaló entre ver a Nicolás y a sus amigas por la tarde. Cada día trabajaban arduamente en mejorar el aspecto de Laura, así como practicar con ella para que pudiese hablar con chicos sin temblar de los nervios. Fueron al centro comercial a comprar ropa y accesorios, al mismo tiempo se aproximaban cuando encontraban algún grupo de chicos.
Algunas consiguieron un par de citas. Thaly inventaba números de teléfono cuando algún muchacho se lo pedía; el resto de las amigas estaban tan concentradas en Laura, que no se daban cuenta de lo reacia que estaba Thaly a conocer o salir con algún muchacho.
Más que disfrutar de la vacación, Nicolás se la pasó trabajando. Una gran cantidad de trabajo le había llegado de Alemania y debía preparar las clases para la siguiente etapa escolar, así como los contenidos extra para los chicos que entrarían al club de física. Intentaba ver a Thaly el mayor tiempo posible, pero entre la falta de tiempo y las excusas que ella debía inventar para pasar todo el día fuera de casa, pocas eran las oportunidades que tenían para salir a algún lado.




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