El tono en que Laura le había pedido hablar lo preocupó y le despertó curiosidad al mismo tiempo. Supuso que Thaly todavía estaba castigada, así que vio el encuentro con Laura como una oportunidad para hacer hora. Le había dicho que debían hablar urgentemente y que se encontraran en el patio de arcos que estaba cerca del edificio norte.
Cuando llegó ahí encontró a la chica sentada en un banco. Se levantó en cuanto él llegó y permaneció callada, como si pensara lo que tuviera que decir.
—¿De qué querías hablar? —le preguntó después de un momento al ver que la joven seguía en silencio.
La muchacha comenzó a ponerse nerviosa, balbuceaba monosílabos sin sentido y jugaba con sus manos por detrás de la espalda.
Nicolás comenzaba a exasperarse, parecía que intentaba confesarle un asesinato.
—Laura si no vas a decir nada no sé por qué me llamaste. —Volteó, y estuvo a punto de irse hasta que la chica lo detuvo tomándolo de la mano.
—Por favor espere —suplicó con tono dulce. Su profesor volteó de nuevo y la miró de frente, esperando que continuase.
Laura estaba muerta de los nervios y no sabía cómo comenzar, así que prefirió no decir nada. Se acercó más a su maestro y sin dejar de mirarlo a los ojos se puso de puntas para besarlo.
Thaly miraba escondida, se tapó la boca para que no se escuchasen sus sollozos. Las lágrimas comenzaron a salir cuando vio que Laura se acercaba cada vez más a él. Nicolás al principio no entendía nada; al darse cuenta de las intenciones de la joven, la detuvo tomándola de los hombros.
—¿Qué haces? —espetó retrocediendo.
—Yo... ¡yo lo amo! —gritó de pronto—. Desde que empezó a dar clases, es que no puedo dejar de pensar en usted, aunque no notara mi existencia. Nunca he tenido novio porque nadie me tomaba en cuenta, pero usted sí. He notado los cambios de actitud que ha tenido conmigo y sé que si nos damos la oportunidad...
—Laura basta —la cortó de golpe—. Mira, me siento halagado que pienses así de mí, pero debes comprender que soy tu profesor y no puede haber nada entre nosotros, además soy mayor que tú, no creo que funcione. —Se sintió increíblemente hipócrita al decirlo, después de todo, ya llevaba un mes saliendo con Thaly, quien también era su alumna y era mucho menor.
—Eso no me importa. Yo solo quiero estar contigo. Dame una oportunidad, estoy segura que podremos sacar esto adelante. Porque... si no estás conmigo yo... no podré seguir viviendo. Mi vida no tendría sentido y preferiría acabar con ella a saber que no estarás junto a mí. —Estalló en lágrimas, intentando convencerlo.
Nicolás se asustó con lo que decía y al mismo tiempo se enfadó con ella.
—No puedo creer que valores tan poco tu vida. Tú misma dijiste que no tuviste ni un novio antes, ¿cómo puedes estar segura de que me amas? Aún te quedan muchas cosas por delante y estoy seguro de que encontrarás a un chico de tu edad que de verdad te quiera. Yo no te correspondo y te estaría engañando si te dijera que así es. Además, amo a otra persona y estoy con ella —explicó tratando de tranquilizarla, aunque el dejo de enfado todavía se notaba.
—No, no es cierto, Thaly me dijo que usted no está con nadie y que se interesaba por mí —dijo consternada. Nicolás reaccionó al escucharlo.
—¿Thaly te dijo eso? —Preguntó, y la muchacha asintió con la cabeza—. No sé qué te habrá dicho, pero nada es cierto. No entiendo qué pretendía al mentirte, hablaré con ella luego. —Ahora estaba más que enojado con Thaly. ¿Cómo se le ocurría decirle eso a la pobre muchacha?
Laura se tranquilizó un poco, comprendía que había sido cruelmente engañada y que seguro Thaly y sus amigas se estaban riendo de ella en ese momento.
—Tal vez...cuando salga del colegio tú y yo podamos...
—No lo creo —la interrumpió.
Laura se disculpó y salió corriendo de ahí. Nicolás permaneció en medio del patio un momento, meditando lo que había ocurrido. Se dirigió a la salida del patio y se encontró con Thaly, quien lo esperaba apoyada contra la pared.
Por un momento ella había entrado en pánico, pero al final todo salió como lo había planeado. Sonrió satisfecha y se aproximó a abrazar a su novio. Él la paró en seco y la miró con desaprobación.
—¿Qué estás mal de la cabeza? Cómo se te ocurre incentivar a esa niña —le reprochó. Thaly lo miró también enojada.
—Lo hice para que tú la rechazaras personalmente y dejara de soñar contigo. Además a hora mis amigos estarán seguros de que tú no vas a dejarme.
—¿Jugaste con los sentimientos de esa niña solo para probarme? —La miró con repulsión—. ¿Estás loca? ¿Sabes el problema en el que me metiste? Esa chica me amenazó con suicidarse.
—Que ella sea tan sensible y trágica no es mi culpa.
—Sabes, cada día me doy cuenta de que eres una mocosa inmadura y malvada —articuló decepcionado y la empujó a un lado antes de irse.
La muchacha permaneció estática con la mente en blanco, apenas podía respirar. Su vista comenzó a nublarse, y sintió un ardor que subía desde su pecho a la cabeza, causándole una fuerte sensación de mareo. Cayó de rodillas lentamente, inhalando y exhalando profundamente. De golpe cayó en cuenta de lo que había logrado. Él tenía razón, era inmadura y más cruel que malvada. Se tumbó en el piso de costado, reprochándose lo idiota e insensible que era. No merecía a Nicolás, no merecía ser feliz; tal vez por ello había sufrido tanto; siempre había pensado en ella como la víctima cuando en realidad podía ser la victimaria.
Laura lloraba amargamente sintiéndose traicionada. Pasó corriendo cerca de sus amigas, no se detuvo, no podía enfrentarlas. Ella había sido la tonta que cayó ingenuamente en una cruel broma. Ada, Josefina y Mariel la vieron pasar. No necesitaron pensar mucho para caer en cuenta de que había sido rechazada por su maestro. Corrieron tras ella para consolarla. Alison decidió tomar otra dirección, debía hablar con Thaly. Esta vez su amiga había sobrepasado los límites; aunque se sentía culpable y parte de aquello; ella sabía muy bien cuáles eran las intenciones de Thaly con Laura, no obstante se había quedado callada. Prefirió mantenerse fiel a su mejor amiga que evitar que se burlasen de esa chica tímida y sensible.
No podía asegurar que ella permaneciera en el patio norte todavía; ya casi era hora de historia y Thaly jamás faltaba a esa clase. Decidió ir para allá, lo más probable era que se encontrara allí.
Laura se encerró en un cubículo del baño. Sus amigas entraron y le pidieron que abriera la puerta. Estaba muy alterada y les gritó que se fueran.
—Laura, por favor, ya no llores, no vale la pena. —Ada hablaba pegada a la puerta para que la muchacha la escuchase.
—¡Váyanse de aquí! ¡Ya se burlaron lo suficiente! —gritó entre sollozos. Las chicas se miraron consternadas. Josefina se abrió paso y le habló:
—Laurita de qué hablas, nadie se burla de ti.
—No sean hipócritas. Ya me cansé de que todos se burlen de mí; hasta ustedes que pretendían ser mis amigas. Como siempre fui una tonta que creyó en sus palabras. Seguro se divirtieron inventando con Thaly que en verdad podría llegar a gustarle al profe Nicolás. —Su voz se quebraba al hablar, pero estaba tan enojada que sonó con un tono firme poco habitual en ella.
Las amigas de a poco ataban cabos.
—No sé de qué hablas, nosotras somos tus amigas y nunca inventamos nada, menos con Thaly. Todo lo que dijo... lo siento, en verdad nosotras también creímos que era cierto. —Esta vez Josefina se enfureció. Esa chica que se había hecho pasar por su amiga, las había tratado de tontas.
—No solo te engaño a ti, nos engañó a todas. Esa maldita nos vio la cara todo este tiempo. —Mariel había permanecido callada hasta ese momento, escuchando atentamente y ordenando los acontecimientos.
Las tres chicas se miraron en silencio, maldiciendo internamente hasta que Laura decidió salir.
—¿De verdad ustedes no participaron de esto? —preguntó con un hilo de voz, secándose las lágrimas de sus ojos claros.
—No Laura. Esa perra inventó todo. Te juro que nos vamos a vengar. Alison seguro sabía todo esto, ella también nos la va a pagar —Josefina la rodeó con un brazo y las otras chicas asintieron. Iban a vengarse y hacer de su vida en el colegio un infierno.