Nicolás ya estaba por agarrarlo del cuello. De no haber estado en el salón de clases tal vez le hubiera propinado un puñete, o dos, como advertencia.
Previendo lo que iba a pasar, Alex se levantó de su asiento e intentando mostrarse arrogante y seguro se sentó sobre el banco, cruzando los brazos sin dejar de sonreír.
—Mira esto como un intercambio de favores. Yo no digo nada y tú a cambio me provees de transporte por un mes —le propuso.
—¿Quieres que sea tu chofer?
—No, quiero que me prestes tu moto. Quiero una, pero mis padres no me la compran.
—Pobre alma de Dios —dijo sarcástico—. ¿Por qué mejor no te proveo con una silla de ruedas?
—Vamos, no estoy pidiendo mucho.
—Estás demente. Si hay tres cosas que no permito que nadie que no sea yo toque son: Thaly, mi auto y mi moto.
—Me pregunto qué piensa Thaly acerca de que la clasifiques como cosa... Está bien, ¿Qué tal una semana? —contrapropuso, cada vez más inseguro de logar lo que quería.
—La propuesta de la silla de ruedas sigue en pie —masculló—. Si dices algo no solo te voy a romper las piernas, meterás en muy serios problemas a Thaly.
—A ella no tanto, pero a ti van despedirte cuando menos. Imagina el lio que se armará cuando sepan que ocultas a una chica menor de edad en tu departamento. No voy a ceder en esto. La decisión es tuya. Préstame la moto que estará en muy buenas manos, prometo cuidarla como si fuera mía y podrás estar seguro de que nadie nunca, además de mi, Daniel y Alison, sabrán que ocultas a Thaly.
Los alumnos ya iban a ingresar al aula y Nicolás debía responder rápido. Solo por sacarse a Alex de encima le habló en susurros.
—Está bien, una semana. Pero si llega a tener el más mínimo rayón te arranco la cabeza. Recógela el fin de semana, cuando me haya asegurado de que mantuviste el pico cerrado. —Se dirigió a la pizarra y durante toda la clase apretó el marcador más de lo normal mientras escribía. Juraba en su interior que pasada esa semana y cuando Alex no tuviera con qué chantajearlo, iba a mandar a alguien a asaltarlo, o secuestrarlo, solo para asustarlo un par de horas... o días...
Alex sentía que había ganado esa batalla, por supuesto no le contó nada a sus amigos. Salió del colegio en compañía de Daniel y Alison, conversando sobre el día de clases y por momentos comentando sobre lo nervioso que se veía el profesor durante la clase de química.
Ya se encontraban en la acera cuando vieron a Estefanía junto a dos amigas acorralando a una muchacha de guardapolvo.
—Busca a Natalia en su perrera. Es un colegio privado, no el lugar de paso para los de tu escuela —le decía Estefanía con desprecio.
Los tres muchachos reaccionaron al escuchar el nombre de su amiga.
—¿Acaso tienes tanto veneno que no te alcanzan los chicos de nuestro colegio que vas por otros? —le preguntó Alison, acercándose a defender a la muchacha.
—Tú por qué te metes.
—Me meto porque quiero, la calle es pública y todos pueden pasar por donde les dé la gana.
Alex y Daniel se aproximaron también antes de que las chicas empezaran una pelea.
—Solo le explicaba a tu amiguita que Natalia no vino. Estará castigada toda la semana, seguramente se pondrá al día con el lavado de la ropa —habló con malicia y sus amigas soltaron unas risitas.
Alison estuvo a punto de responder con un insulto cuando la chica a quien defendía habló.
—Lo siento, no quise causar problemas, ya me voy —avisó colgándose la mochila e intentando escabullirse entre las chicas que la acorralaban.
—No tienes por qué irte. —La detuvo Alex agarrándola del brazo.
—Mejor vámonos —le dijo Estefanía a sus amigas—Y tú no te acostumbres a venir, luego los de la escuela pública se creerán que pueden pasearse por aquí —añadió por último observando retadoramente a la chica.
—Cada día es más insoportable, suerte que Thaly no estaba o la había lanzado bajo las ruedas de un auto —expresó Daniel aproximándose a la muchacha—. ¿Eres amiga de Thaly?
—Sí, la conozco del coro. Tenemos ensayo mañana y quería preguntarle si va a ir —habló sintiéndose intimidada.
—Thaly no vino, tuvo problemas. Te daré su número, mejor llámala.
—No tengo teléfono —explicó levantando los hombros—. Mejor la busco otro día, lamento los inconvenientes —añadió apenada y se fue corriendo.
—Que chica tan rara. Al menos nos hubiera dado su nombre para que le avisemos a Thaly —Alison y sus dos amigos continuaron caminando.
—Sí, rara, pero muy bonita —opinó Alex y sus amigos volvieron a mirarlo con desaprobación.
Nicolás llegó esa mañana pateando la puerta. Thaly estaba adentro leyendo un libro y saltó en su lugar al oírlo llegar.
—¿Mal día? —le preguntó.
—¡¿Cómo demonios se enteró Alex que te estás ocultando aquí?!
—Yo se lo dije —le respondió encogiendo los hombros. Volvió a su lectura al darse cuenta que no había por qué preocuparse.
— ¿Estás loca? ¿Cómo pudiste decírselo? Me está amenazando con delatarnos.
Thaly suspiró, señaló su lectura con el marcapáginas que Nicolás le había regalado y cerró el libro. Su tranquilidad terminaba por ese día.
—Alex no va a decir nada —explicó—. Es un acuerdo entre ambos. Lo que haga el otro nos lo llevamos a la tumba.
—Pues ahora me está chantajeando, tengo que prestarle mi moto a cambio de su silencio.
—Espera, ¿te intentó chantajear y caíste? —Bufó— entonces se la ganó limpiamente.
—¿Limpiamente? ¿De qué lado estás?
—Del lado del más listo. Y esta vez es él. No hablaba en serio y si lo hiciera yo sé cosas mil veces peores con las cuales amenazarlo para que se calle.
Nicolás se sintió como un idiota. Ese chico se las había jugado. Ni bien llegara para recoger la motocicleta lo esperaría con alguna sorpresa. Debía ser algo malvado y desagradable, tal vez quitarle los frenos a la moto, pero con eso le echarían la culpa a él... sabía que en realidad sería incapaz de hacerle algo así, aunque era divertido imaginarlo. Miró a su novia sentada en el sillón con las piernas cruzadas y pensó que no importaba que Alex lo hubiera engañado, él seguía siendo el gran ganador al tener a Thaly a su lado, y no había nada que a Alex le doliera más que eso.