Después de clases

Conversaciones inoportunas

«Él ya no está con ella», «él ya no está con ella...», Thaly se decía a sí misma. La última vez sus celos la habían llevado casi a terminar con Nicolás. No importaba que tan hermosa fuera Dafne, trataría de ignorar el hecho de que había estado con su novio antes; a pesar de estar plenamente consciente de ello y que él solo imaginársela junto a él la lastimara como brasas ardientes en su pecho.
El susodicho no tardó en llegar. Apresuradamente, Sara le quitó el vestido hilvanado a Thaly, y prácticamente la empujó hacia él para que se fueran antes que Dafne saliera del vestidor. Thaly también lo apresuró, no quería encontrarse en esa incómoda situación. Sin embargo, él se rehusó a salir. Quería hablar con Sara sobre obligar a Thaly a ser su dama.
—Bien, no será dama, pero irá a la boda. ¡Ahora váyanse! —dijo empujándolo en vano, porque él no se movía.
Dafne salió en cuanto escuchó su voz y, ante la sorpresa de los tres, se abalanzó a abrazarlo. Por suerte él la apartó antes de que Thaly lo hiciera.
La muchacha ya no pudo ignorarla, recién la conocía y ya quería matarla.
—Nicolás qué pasa ¿no te alegra verme? —preguntó ante el desplante.
—No, bueno sí, supongo ¿cómo has estado? —le preguntó por cortesía, la verdad era que no le agradaba verla, y menos en ese momento. Thaly iba a enojarse, estaba seguro, y no era para menos, su exnovia le hablaba entusiasmada en francés, e intentaba abrazarlo o colgarse de su brazo en cada oportunidad.
Thaly contaba hasta cien apretando los dientes. Ya a punto de poner a Dafne en su lugar, Sara se dio cuenta. Antes de que la muchacha cometiera su inoportuno acto, la llevó al vestidor con el vestido a medio hacer.
—No te preocupes por Dafne —la tranquilizó intuyendo lo que pensaba.
—De qué hablas —preguntó entre dientes, intentando inútilmente hacerse la desentendida.
—Sé que te molesta —dijo colocándole el vestido nuevamente—. Por extraño que parezca mi hermano en verdad te quiere. Al principio pensé que era algo pasajero, hasta que vi esto. —Le puso un alfiler en el hombro y aproximó su mano al cuello de Thaly, tomando el dije de su collar y contemplándolo con melancolía—. ¿Sabes lo importante que es esto para él?
—Me dijo que era de su madre, que ella se lo había dado.
—Exacto; él era muy unido a mi madre. Un mes antes de que muriera, mi padre nos envió aquí, y antes de partir ella le regaló su collar. Él lo guardó como su tesoro y siempre fue sumamente mezquino con él. Apenas dejaba que mi hermana y yo lo viéramos. Por eso me sorprendió mucho que te lo haya dado. Se nota que debes ser lo más importante para él —agregó con una de sus extrañas sonrisas.
Lo que le contó Sara la reconfortó. Hasta el momento no comprendía lo que verdaderamente simbolizaba esa joya para Nicolás, y que se lo hubiese regalado precisamente a ella y al poco tiempo de salir, sin duda significaba mucho. Después de todo, a ella se lo había dado sin contemplaciones y no a Dafne, ni a otra. Ella era especial para Nicolás, su más preciado tesoro. Sus celos le parecieron absurdos entonces, sobre todo al ver la mueca de fastidio que tenía mientras Dafne le hablaba una sarta de frases incomprensibles para Thaly. «Te gané francesa trucha» pensó con satisfacción apretando el dije con su mano.
—Dafne fue un placer verte, pero ya debo irme —aprovechó que su hermana y su novia habían regresado—. Debo llevar a mi... —miró a Sara, esperando que le dijera qué identidad le había atribuido a Thaly.
—Prima —murmuró Sara.
—Sí, a mi prima, nos vemos el sábado —continuó deslizando su brazo que estaba atrapado por Dafne, y salió de ahí sin darle tiempo a decir nada—. Supongo que ya sabes quién es ella —preguntó al ver la forma molesta en la que Thaly se había sentado a su lado. No recibió ninguna respuesta, lo que le hizo suponer que en verdad estaba enojada—. Thaly, no sabía que ella estaba ahí, ni tampoco que mi hermana te había secuestrado.
—Está bien, no tienes por qué explicarme nada. —Extrañamente Thaly sonaba tranquila—. Ya no estás con ella y supongo que debes tener otras antiguas novias por ahí, sería absurdo que me enoje por algo así —habló de una forma tan madura y seria que provocó un escalofrío en Nicolás. No estaba del todo seguro, pero sospechaba que ella tramaba algo, y la verdad no le importaba; si lo ayudaba a mantener a Dafne lejos, mejor.

A pesar de que Sara había dicho que Thaly ya no sería una dama, le aseguró que solo había sido un pretexto para alejarlo de Dafne, y que su petición, o mejor dicho, orden, seguía en pie. Thaly sería una de sus damas de honor en la boda y no había fuerza humana que la hiciera cambiar de idea.
Nicolás no tenía otra opción más que resignarse; y Thaly aprovechó esta situación. Aceptó ir a la boda de Sara, con todas las condiciones, si él la llevaba al hospital para hablar con su antiguo profesor. Después de todo, ese era un tema pendiente y Thaly casi no había podido dormir el fin de semana pensando en ello.
El ingeniero Cohen era una de las personas que más quería. El maestro que le había brindado ayuda y cariño frente a los duros golpes que le había dado la vida. Siempre había compartido con él sus penas y momentos más atroces. Ahora que por primera vez se sentía feliz, quería compartir ese nuevo sentimiento con él. Estaba segura que si le hablaba, él los comprendería y aceptaría el amor que se profesaban.
Ante la negativa de Nicolás, Thaly lo arrastró a la habitación y entró con él de la mano. La mirada que tenía el anciano era difícil de descifrar. Por un lado parecía de sorpresa, por otro, de preocupación.
Thaly se agachó a saludarlo como siempre, y si no hubiera sido por la forma en la que entrelazaba sus dedos con los de Nicolás esa podría haber sido una visita corriente.
—Solo vinimos a pedirle perdón por no haber confiado en usted y no haberle contado antes sobre nosotros. —Thaly se paró derecha frente a la cama y habló solemnemente.
—Ya le dije a Nicolás lo que pienso al respecto.
—Sí, pero no escuchó lo que yo tengo que decir. Sé que esto le parece una locura. Sin embargo, no lo es. Usted sabe mejor que nadie lo que he vivido estos años. Ha compartido conmigo, e incluso ha vivido mis penas también. Lo estimo mucho y siempre va a ser una parte importante de mi vida, pero ahora tengo a alguien con quien comparto cada momento, feliz o triste, y, solo quisiera que usted lo comprendiera, sea testigo y partícipe de la alegría que siento por estar junto a él. Usted todavía me ve como a una niña, pero ya no lo soy, estoy segura de mis decisiones... Por favor, siempre me ha apoyado, hágalo ahora, significaría un mundo para mí. —Thaly lo miró expectante, sintiendo que le apretaban la mano con fuerza.
El anciano permaneció callado largo rato, observando la forma en la que su sobrino acariciaba la mano de Thaly, también la miraba por momentos, de una forma nueva, distinta a ninguna otra que había esbozado. Thaly no lo miraba, pero se notaba lo segura y feliz que se sentía a su lado.
—Mis niños, van a meterse en tantos problemas... —soltó después del largo silencio—. Estoy seguro de que juntos podrán superar los percances, yo... solo deseo que ambos sean felices, y si encontraron la felicidad juntos no puedo oponerme.
Thaly sintió que volvía a la vida cuando lo abrazó. Que él lo supiera les quitaba un terrible peso de encima a ambos. No les gustaba mentirle y lo último que deseaban era que él muriese peleado con ellos.
Feliz como estaba, les contó a Daniel y Alison sobre lo ocurrido. Ambos la escuchaban atentos, sin embargo, la tensión entre ellos era notoria; para todos, menos para Thaly. Con lo distraída que era, sumada a la exaltación con la que les hablaba acerca de su novio, Sara y la aceptación del ingeniero, no se percató de que sus amigos casi no se dirigían la palabra, y si se encontraban cerca era por ella.
—Thaly puedo hablarte un momento —la interrumpió Alex, quien se veía más que preocupado. Ambos se apartaron del grupo y de inmediato Thaly le preguntó sobre Anita.
—¿Cómo van las cosas con ella? ¿Ya son novios?
—No, es que, por increíble que parezca es más despistada que tú. Le mando señales de que me gusta y no se da cuenta. Cree que salgo con ella porque tú me lo pides o algo así, no tengo idea de lo que piensa —encogió los hombros.
—Tienes que ser más directo con ella —comenzó a sugerir Thaly y Alex le pidió que se callara. No era de Anita de lo que quería hablarle, sino de algo más serio.
—Tu novio psicópata va a matarme, tienes que ayudarme —rogó tomándola de los hombros. Ella levantó una ceja esperando que se explicara—. Me robaron la moto —soltó por último, cerrando los ojos.
La chica no cabía en sí del espanto. Nicolás no solo lo mataría a él, sino también a ella.
—¡Qué! Pero cómo... Nicolás te va a matar, adora esa moto.
—Ya lo sé, por eso te pido que me ayudes. No sé cómo fue, la dejé parqueada en la vereda cinco minutos y ya no estaba. Por favor díselo tú —juntó las palmas de las manos y se agachó esperando su respuesta.
—Ni loca. A ti te la robaron, tú le dices. ¿Hiciste la denuncia?
—No, no puedo denunciar como robada una moto que no es mía.
Alex parecía a punto de desfallecer. Con cualquier otro ser humano no se habría sentido aterrado, pero conocía bien a su profesor y las reacciones agresivas que tenía; eso sin mencionar que de todos en el salón, él era su alumno menos favorito, es más, lo detestaba por ser tan descarado con Thaly.
Después de un largo rato de ruegos, la chica aceptó ayudarlo. Solo a dar la noticia, no se haría responsable por lo que ocurriera después. Esa misma tarde tendría que poner a Nicolás de muy buen humor, aunque eso sonaba imposible. Con Sara invadiendo su espacio y ordenándole qué hacer todo el tiempo, más no poder pasar tiempo a solas con su novia y la repentina aparición de Dafne; Thaly pensaba que tendría que ser extremadamente cariñosa para mejorar un poco su ánimo.




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