Después de clases

Reencuentro con el pasado

Thaly tomó la chaqueta de su deportivo y se la puso atisbando hacia Nicolás. Él la miró severamente y le hizo una seña de que la esperaba en la calle. Diego se sorprendió por la reacción de Thaly, parecía como si le asustara algo, miró hacia las graderías y vio a su primo saliendo de ahí. Luego se acercó a ella.
—¿Estás bien? ¿Qué sucede?
—Nada, debo irme —le respondió evitando mirarlo de frente ya que no sabía si Nicolás la vigilaba todavía.
Sin decirle nada más, se fue corriendo, despidiéndose de Alison con la mano. A Diego toda esa situación le pareció extraña. Por algún motivo sentía que Thaly había reaccionado así por su primo.
La muchacha salió al encuentro de Nicolás, nerviosa.
—Te dije que no te acercaras a él. —Su novio mantenía las manos fijas en el volante y la mirada al frente mientras le hablaba.
—Me dijiste que no bailara con él, no estábamos bailando —ironizó.
—Pues ahora te pido que no te le acerques.
—¡No puedes prohibirme tener amigos! —gritó bastante molesta. En un principio había creído que la pequeña escena de celos de Nicolás había acabado con la mirada de recelo en la pista, le parecía una broma de mal gusto que ahora le estuviese reclamando de esa forma el socializar con otro chico.
—No te lo estoy prohibiendo, es que conozco bien a Diego y créeme es todavía peor que Alex. 
Ella empezó a reír, sin duda su novio estaba mal de la cabeza.
—No estoy bromeando, lo digo en serio .
Thaly enseguida cambió su semblante. Sabía que él podía ser un poco celoso, sin embargo, se estaba pasando de los límites.
—Para el auto —le ordenó llegando al colmo de su paciencia—. ¡Para! —gritó, y él frenó asustado—. No pienso seguir escuchando tus estupideces. —Se quitó el cinturón y bajó dando un portazo.
—Haz lo que quieras —espetó a punto de partir. Luego se dio cuenta de que se estaba comportando como un chiquillo. Bajó también del auto y la detuvo—. Espera —dijo abrazándola.
—¡Suéltame! Creí que confiabas en mí.
—Sí confío en ti, es que los chicos de tu edad son como perros.
—Y tú debes saberlo muy bien —volcó los ojos.
—Está bien, lo siento. No volveré a ponerme así. Es que... a veces puedes ser un poco inocente, no te das cuenta de que llamas mucho la atención de los chicos y no quiero que se pasen de listos contigo, o te lastimen.
—No soy ingenua, no necesito que me andes cuidando, ni que trates de encubrir tus celos. —Dio por finalizado el tema. Cuando Nicolás se ponía en ese plan era peor que un niño.

Discutir con él siempre la ponía de mal humor, aún si se reconciliaban luego. Entró algo irritada a su casa, estuvo a punto de cerrar la puerta de un golpe cuando escuchó a Vanessa gritando en la sala. Parecía que discutía con alguien.
No la había oído llegar, así que dejó la puerta abierta y se ocultó contra la corta pared que dividía al vestíbulo de la sala.
—¡De una vez dime cuánto quieres! —gritó Vanessa.
—Y te dije, no quiero dinero. —Escuchó una segunda voz que era de mujer.
—Siempre es dinero lo que quieres. ¿Después de venir una vez cada cinco años pidiendo lo mismo piensas que voy a creerte que en verdad quieres a tu hija?
Thaly se cubrió la boca con sus manos, aquella mujer era su madre, estaba segura.
—Sí, mi esposo consiguió un buen empleo y ya puedo mantenerla —aseveró con tono firme.
Vanessa bufó incrédula.
—Lo que sucede es que Natalia ya es lo suficientemente grande para trabajar. ¿Qué harás? ¿La pondrás a trabajar de sirvienta? ¿La venderás a un prostíbulo?
—No te atrevas a hablarme así. Jamás le haría eso a mi hija.
—Ella ya no es tu hija —la interrumpió—. Yo la he criado por doce años aunque no tenía la menor obligación de hacerlo. No tienes ningún derecho de venir aquí a querer quitármela... Ni siquiera sé por qué me preocupo —cambió de tono—. Natalia tiene todo lo que necesita y recibe la mejor educación, tú jamás podrás darle eso, ningún juez en este mundo te devolverá la custodia.
—Estoy segura de que Natalia preferirá volver conmigo. Ya es grande, ¿Por qué no dejas que decida?
Thaly escuchaba con atención cómo discutían por ella. No podía creerlo, nadie tenía derecho de pensar por ella. Su madre tenía razón, con quién viviera debía ser su decisión. Salió de su escondite y se hizo presente ante las dos asombradas mujeres. Puso un semblante desafiante y miró primero a Vanessa y luego a su madre. Estaba igual a los pocos recuerdos que tenía de ella. Se la veía muy joven aunque algo demacrada, su cabello corto y castaño enmarcaban su rostro tan parecido al de ella.
—¡Natalia! —corrió a abrazarla, pero la muchacha permaneció quieta e inexpresiva—. Has crecido tanto, y estás tan hermosa. —La miró casi a punto de llorar y le acarició el cabello con las manos temblorosas—. Vine por ti, ya puedo mantenerte y podremos ser una familia otra vez...
—Vete —Thaly la interrumpió con un tono impasible. Su madre abrió los ojos asombrada y se alejó un paso de ella, incrédula ante la reacción de la muchacha—. ¡Te dije que te vayas! ¡Vanessa tiene razón tú no eres nada mío! —Golpeó la mano que ella tenía en su cabello y se paró junto a su madrastra, con una mirada más de odio que de desafío.
—Parece que ya hizo su elección —dijo Vanessa sonriendo con arrogancia—. Ya la escuchaste, vete.
Thaly permaneció con la mirada gacha escuchando como su madre salía de ahí. No se atrevía a verla saliendo por la misma puerta de hacía doce años atrás. Permaneció quieta un momento y sintió la suave mano de Vanessa acariciándole el rostro de forma orgullosa.
—¿En verdad vino antes? —le preguntó.
—Aparece de vez en cuando diciendo que quiere llevarte. Siempre le ofrezco un cheque a cambio y acepta gustosa. Eso es todo lo que eres para ella, una forma de ganar dinero. Espero que ahora aprecies más lo que tienes —dijo antes de continuar su camino.

Las palabras de Vanessa retumbaban en su cabeza mientras permanecía acostada en su cama acariciando las orejas de su gato. Su propia reacción también le sorprendió bastante. Jamás había pensado qué es lo que haría si su madre regresaba por ella, eso era algo que no había imaginado que podría suceder; mas no se le ocurrió que la rechazaría de esa forma, que preferiría estar al lado de Vanessa. Ella tenía razón, de una forma extraña había sido lo más cercano a una madre que había tenido. Aquellos pensamientos inevitables le hicieron recordar a Alejandro. Si su madre había vuelto, seguro su hermano también. Un fuerte sentimiento de culpabilidad la golpeó entonces. Seguro él esperaba que ella regresara con su madre y lo cuidara como se lo había prometido. Se sintió horrible, tremendamente egoísta. Cuando había visto a su madre ni siquiera se había acordado de él, de haberlo hecho se habría ido con ella sin cavilar.
—¡Soy tan estúpida! —Se reprochó lanzando una almohada contra el muro y ocasionado que Misky bajase de la cama espantado.
Seguro Alejandro la odiaría, seguro estaba decepcionado de ella, tanto como ella estaba de Santiago, quien le había hecho la misma promesa hacía mucho y no había cumplido.
Permaneció encerrada hasta el día siguiente, no había podido dormir pensando en lo ocurrido. En la mañana fue a ver a Nicolás. Esperó hasta el mediodía, sabía que él no tenía la misma costumbre madrugadora que ella, en especial los fines de semana. Llegó hasta su puerta, todavía distraída, volviendo a analizar los acontecimientos, pensando en el pasado y en el fututo. Alejandro no la había llamado todavía, él era quien siempre la contactaba, si no lo hacía le perdería el rastro por completo.
—¿Sigues enojada por lo de ayer? —preguntó Nicolás cuando ella entró con la mirada perdida.
—No, no es eso —negó distraídamente, observando el lugar y percatándose recién del desastre que había—. ¿Qué pasó?
—A que no sabes quién volvió —resopló cerrando la puerta.
Thaly lo miró desconcertada, sin saber de quién hablaba.
—Sara —le contestó—. Vino ayer en la tarde, por suerte la convencí de que se quede con mi padre. Seguro él ahora me odia más que antes —curvó los labios. Thaly recién pudo salir de su burbuja debido a la impresión.
—¿Sara? ¿Qué no estaba de luna de miel?
—Estaba, va a divorciarse.
Thaly notó algo de satisfacción en su tono.
—¡Si se casó hace una semana!
—Sí, pero ya sabes lo rara que es.
Thaly seguía sin comprender. Sara parecía el tipo de persona que odiaba la rutina y no podía permanecer con la misma persona mucho tiempo; pero durar menos de una semana le parecía exagerado.
—¿Y por qué va a divorciarse? —preguntó, aunque era seguro que no había una respuesta lógica para ello, al igual que con todas las decisiones de Sara.
—Supuestamente se dio cuenta de que Jeff es un idiota. Recién, cuando era lo más obvio de este mundo. Aunque yo creo que tuvo otro motivo —dijo lanzándose al sillón.
—¿Cuál? —preguntó sentándose a su lado y siendo rodeada de inmediato por su brazo.
—Alan —soltó casi en un gruñido. Thaly lo miró sorprendida, no entendía qué tenía él que ver en la situación—. Estoy seguro de que le infundió duda. Cuando eran novios Alan terminó con ella, y Sara nunca lo superó, luego él intentó volver, pero ella es muy orgullosa y no quiso. Por algún motivo inexplicable para mí siempre estuvo enamorada de él. Estaba seguro de que volverlo a ver le haría cambiar de opinión antes de la boda. En parte estuve en lo cierto, solo que Sara se arrepintió un poco tarde...
Thaly no sabía si reír o qué expresión poner. Aquella parecía una extraña relación propia de una telenovela. Cruzó los brazos con una mueca extraña. La repentina historia sobre la vida amorosa de Sara la distrajo un momento de su propia visita inesperada del día anterior. Volvió a recordarlo y regresó a su triste expresión.
Nicolás no tardó en darse cuenta, de alguna forma podía sentir cuando ella tenía algún problema o preocupación.
—¿Qué sucedió? —la trajo hacia él y le acarició el cabello, esperando que le hablara.
—Mi madre vino ayer —dijo después de un corto silencio.
Él de inmediato dejó de acariciarla y la miró desorientado, eso era algo que no se esperaba. No sabía qué preguntarle, o si eso era algo bueno o malo.
—¿Qué quería? —fue lo único que se le ocurrió.
—Quiere que me vaya con ella. ¿Puedes creerlo? Después de todos estos años vino como si nada. Y lo peor es, que según Vanessa, no era la primera vez. Vino en varias ocasiones y Vanessa le daba dinero para que me dejara —comenzó a hablar trastornada, pensando más en voz alta que contándole lo ocurrido a su novio.
Nicolás atendía con el mismo desconcierto, sin saber qué decirle. Para su suerte era uno de esos momentos en los que Thaly necesitaba desahogarse y tener a alguien que la escuchara en silencio. La abrazó más fuerte y ambos se perdieron en sus pensamientos.
—No pienses más en eso —Nicolás se desperezó, levantándose de su regazo—. Ya estás de vacaciones, mejor pensemos qué vamos a hacer —le dirigió una sonrisa y cambió de tema para sacarla de su estado de desasosiego.
—Tienes razón —respondió más animada—. Iremos tres días a la casa de campo de Daniel, lo hacemos todos los años. Siempre vamos Alison, Daniel y yo, este año también ira Alex, se está llevando mejor con Daniel —dijo sonriendo, le alegraba pensar que Daniel se estaba haciendo otros amigos aparte de ella y Alison—. Alex convenció a los padres de Anita para que la dejen ir también —añadió de inmediato al sentir el aura negra que se formaba al lado suyo. No importaba que sucediera, estaba segura que Nicolás nunca llegaría a estimar a Alex ni un poco.
—Espero que te diviertas, solo recuerda: a ese chico más le vale mantenerse a veinticinco metros de distancia —habló entre dientes.
—No empecemos —lo reprendió—. Además puedes venir si quieres —añadió con dulzura, esperando que él también fuese al viaje con ellos.
—¿Podré dormir en la misma cama que tú? —sonrió de medio lado mirándola de reojo.
—¡Claro que no! Alison, Anita y yo dormiremos en un cuarto; Alex y Daniel en otro, tú dormirías con ellos.
—Entonces olvídalo.
—¿Por qué? —protestó haciendo un puchero.
—Porque sería muy raro. Y no creo que tus amigos se sientan cómodos conmigo. Mejor disfruta con ellos antes de que yo te acapare el resto de las vacaciones. —Sonrió ante su gesto y la tomó del mentón, sabiendo que en cualquier momento ella le reprocharía con su tono caprichoso—. También quiero aprovechar de hablar con Alan sobre mi hermana. Tal vez tenga que sacarle la información a golpes y mejor si no estás presente.
Thaly rió, aunque sabía que él era capaz. Aun así debía admitir que se moría de curiosidad por saber si de verdad Alan había tenido algo que ver con el divorcio de Sara.
No permaneció mucho rato con él, había ido para conversar un momento, necesitaba desahogarse. Debía regresar a casa para alistar su maleta ya que partiría al día siguiente.




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