Después de clases

En el lago

Alex llevó a Anita hacia una gruta; aquel era un lugar un poco alejado y debían aprovechar que la marea estaba baja para poder ingresar.
—¿No deberíamos esperar a los demás? —preguntó Anita pensando que sus otros amigos también irían.
—No, no creo que vengan —todavía se maravillaba por la ingenuidad de la muchacha; casi todos los días desde que se habían conocido la iba a buscar a la escuela o a su casa y la llevaba a pasear o a conversar, y ella parecía no darse cuenta de sus intenciones. Eso le agradaba mucho de ella, su ternura e ingenuidad, que contrastaban con su carácter pretencioso y rebelde. Sin duda le gustaba, era el tipo de chica que podía cuidar y proteger, y la única que le había hecho olvidar a Thaly por completo. Anita le suponía un reto: el que ella también se enamorase, y estaba decidido a conseguirlo, aunque tuviera que ocultar algunas cosas sobre él; si la conseguía estaba seguro de que eso ya no sería importante. Le diría la verdad antes de su cumpleaños y la presentaría a todo el mundo durante su fiesta, incluidos sus padres, y le importaría muy poco lo que pensaran de ella. Albergaba la esperanza de que la aceptaran, sin embargo, era poco factible. Anita no pertenecía a una clase social alta, ni mucho menos era millonaria. Los padres de Alex eran el tipo de personas que se fijaban en la condición económica antes que en cualquier otro aspecto. Ese era su segundo reto, sobrellevar una relación reprobada por ciertos círculos sociales. Era emocionante, debía admitir, otra muestra de rebeldía que tendría en jaque a sus padres.
Caminaron hasta el fondo de la gruta. Alex ayudaba a la muchacha a caminar sobre las piedras para no caer al agua. Ya en el fondo se agachó y recogió un pequeño caracol blanco y se lo mostró a la chica.
—No sabía que habían este tipo de caracoles por aquí —expresó maravillada.
—¿Sabes qué tienes que hacer con esto? —le preguntó, y ella negó con la cabeza—. Sostenlo así —le explicó tomándola de las manos y poniendo el caracol entre ellas—. Ahora debes quedarte muy quieta y cerrar los ojos, cuentas hasta diez y pides un deseo.
Anita le creyó e hizo lo que le pedía. Cerró los ojos y contó hasta tres cuando sintió a Alex apretando su boca contra la suya. Abrió los ojos impresionada. Intentó alejarse, pero él ya la tenía rodeada por sus brazos. Su corazón golpeaba con fuerza y no sabía cómo responderle. Nunca había besado a nadie y no pensaba que eso fuera algo que sucediera pronto, menos en ese viaje. Solo cerró los ojos, dejando que él la guiara con sus lentos, pero demandantes movimientos. Alex no pensaba dejarla ir todavía, hasta que sintió el agua helada colarse dentro de sus zapatos. Se separó de ella y vio como ya había subido el nivel del agua y todo estaba casi oscuro. Se asustó por ella y la tomó de la mano para no separarse en la oscuridad. Anita levantaba las piernas evitando helarse los pies.
—Tranquila —intentó calmarla al sentirla asustada. Poniendo una mano contra el muro comenzó a dirigirse hacia la salida, el agua subía rápidamente, ya la sentía en las rodillas y seguro a Anita le llegaba más arriba. Avanzaba apenas, luchando contra la corriente provocada por el vacío de la gruta. Agarraba fuerte a la muchacha, pero ella comenzó a resbalarse de su mano. Se detuvo y la cargó sintiendo el agua en su cintura. Ella se aferraba a su cuello, percibiendo como él temblaba y avanzaba con dificultad por el agua que traspasaba la gruesa tela de su pantalón y le lastimaba como cientos de cuchillas.
—Ya casi salimos —le avisó palpando la entrada de la cueva.
La empujó para que trepara a la pared exterior. Intentó hacer lo mismo, pero sus piernas estaban tan entumecidas que no podía levantarlas. Anita trepó y se dio cuenta de que él no podía moverse. Como pudo lo jaló hasta la parte más alta. Él temblaba y todavía le dolía terriblemente el cuerpo.
—Espérame, voy por ayuda —le avisó la muchacha y corrió donde sus amigos.
Daniel, Alison y Thaly, los llevaron de regreso a la cabaña. Encendieron una fogata para calentaros mientras Alex tomaba una ducha caliente y Anita se cambiaba de ropa.
—Eres un imbécil ¡Como se te ocurre ir ahí a esta hora! Podía haberle pasado algo —lo regañó Alison, mientras Thaly abrazaba a la muchacha más pequeña como si fuera una niña.
Él solo escuchó como lo reprendían a tiempo que se acercaba más a la fogata. Tenían razón, había sido muy irresponsable con ella poniéndola en peligro.
—No, también fue mi culpa —intervino Anita tratando de defenderlo.
—No lo defiendas, haz que se sienta culpable —le susurró Thaly.
Alison le volcó la cara y se dirigió a la mesa dónde estaban los marshmallows y salchichas que comerían. Todo estuvo un poco más animado una vez superado el susto que los chicos les habían hecho pasar.
—Ponla así —Daniel le explicó a Anita como colocar su salchicha para que no se cayera dentro de la fogata.
Alex los miró de reojo y se acercó a ellos.
—Yo puedo explicarle a mi novia cómo se hace —dijo tomándola de la mano y llevándola a sentarse con él.
Los chicos se sorprendieron al escuchar la palabra «novia», pensaron que se habían arreglado en la gruta hasta que vieron la cara de espanto de Anita.
—¿Ya son novios? —preguntó Daniel al ver a la espantada muchacha.
—Sí.
—¡No!
Respondieron al mismo tiempo.
—Sí, es mi novia —confirmo Alex abrazándola por la espalda y sentándose en un tronco con ella delante.
—No es cierto —negó desconcertada.
—Claro que sí, me besaste en la cueva —le susurró al oído pensando que ella caería con eso.
—Tú fuiste quien me besó —murmuró con timidez, recordando lo que había sucedido antes.
—Y tú me correspondiste.
—Al final ¿son o no son? —interpeló Thaly exasperada por las vueltas que le daban.
—Sí —manifestó Alex seguro. Anita permaneció callada y ruborizada mientras él se apoyaba en su hombro.

Más tarde en la noche se dirigieron a las habitaciones. Las chicas compartían la habitación más grande, donde había una cama camarote y otra suelta.
—¿En verdad tú y Alex son novios? —preguntó Alison. No se encontraba convencida del todo.
Anita levantó la vista y se vio rodeada por las dos chicas.
—No sé... me dijo somos novios porque me besó en la gruta —habló tímida.
Ambas pusieron una mueca.
—Que te haya besado no significa nada, si quiere ser tu novio debe pedírtelo bien —dijo Alison.
—No esperes eso de Alex —intervino Thaly—. Si te gusta solo síguele el juego —le aconsejó, conocía bien a su exnovio y él no era el tipo de chicos que le preguntaría si quería ser su novia y esperaría una respuesta. En eso se parecía a Nicolás, hacía las cosas sin preguntar a riesgo de ser rechazado—. ¿Te gusta no?
—No sé, es que nunca me había gustado nadie, y pensé que Alex solo quería ser mi amigo.
Thaly volcó los ojos, Alex tenía razón, esa chica era muy despistada. Si Nicolás creía que ella era un poco inocente es porque no conocía a esa chica.
—Si un chico se interesa tanto por ti es porque quiere algo más que una amistad. Solo piensa que sientes cuando estás con él. —Alison se sentó a su lado y la rodeó con un brazo.
—Pues, no sé... me gusta salir de clases y encontrarlo en la puerta de la escuela; o cuando me defiende de los chicos que me molestan a la salida —habló con una sonrisa—. Y bueno... dejé que me besara —añadió sonrojándose por completo.
—Un beso no significa que necesariamente te guste alguien —dijo Thaly.
—Claro, es que para quienes ya han hecho de todo, un beso es poca cosa —le dijo Alison con burla.
—¿A qué te refieres con eso?
—Ay, vamos, ¿Me vas a decir que no lo has hecho con Nicolás? —la miró desafiante.
—¡Claro que no! Por qué todos piensan que lo hemos hecho —manifestó recordando a Sara.
—Porque él es mayor, y ustedes siempre andan escondiéndose en el aula vacía, no me vas a decir que solo conversan. Por lo menos algún manoseo debieron tener —se aproximó a ella, interrogante.
—Bueno eso sí... —contestó vergonzosa.
—¿Y no te ha pedido que lo hagan?
—Por supuesto. No importa la edad que tengan, los hombres solo quieren eso. —Cruzó los brazos y Anita se abrazó a la almohada, impresionada por la conversación de las dos chicas—. Si Alex quiere hacerlo contigo mándalo al diablo, no dejes que te presione. —Se dirigió a Anita y la muchacha se aterró todavía más. Suficiente tenía con el beso y encontrarse siendo la novia de Alex como para que encima le hablasen de tener sexo con él.




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