Después de clases

Despedida

—¿Quieres ir a pasear? No hay nada que podamos hacer ahora, tenemos hasta la tarde.
—Sí, está bien.
La muchacha permanecía aturdida viendo por la ventana. El cielo estaba gris y para ella lucía negro. Densas nubes cubrían el sol, permitiendo que solo pequeños rayos acariciaran el suelo como ráfagas luminosas. Los árboles acomodados simétricamente en las veredas aparecían y desaparecían ante sus ojos a causa de la alta velocidad a la que iban. Aquello empezó a marearla, así que desvió el rostro hacia Nicolás, quien permanecía impasible.
—No estés triste —trató de animarla cuando pararon en un mirador.
—Es que, siento que no aproveché los últimos momentos con él. Había tantas cosas que quería decirle...
—Eso no importa, estoy seguro de que él ahora lo sabe. —Le sonrió y la arrimó más hacia él. Permanecieron quietos y tranquilos unos momentos, luego salieron a tomar aire. Se aproximaron al barandal que prevenía que cayeran a un acantilado. Recostados sobre él observaron la ciudad. Para ellos el tiempo parecía haberse detenido al ver como la vida continuaba agitada e impasible. Thaly comenzó a sentir vértigo; el estar en conflicto con sus emociones le afectaba, estaba tan decaída que sólo quería descansar. Nicolás lo notó y decidió llevársela a casa.
La ayudó a recostarse en la cama y se acomodó a su lado, acariciándola y sonriéndole. Aquello la reconfortaba y le irradiaba optimismo.

Como cada ocasión en la que estaba triste, necesitaba sentir que él la amaba; posiblemente como un anhelo tardío por la falta de afecto que había carecido cuando niña. Sentir que alguien la besaba, acariciaba o simplemente se interesaba por consolarla era algo que solo experimentaba con él. Se había desahogado muchas veces con Daniel, pero con Nicolás era diferente, no podía comparar ambas sensaciones, el amor que les tenía era distinto. Nicolás era más que un amigo, era su amante y deseaba que lo fuera por siempre.

El teléfono los despertó después de una hora; ya era más de medio día y el sol entraba intensamente por la ventana. Nicolás apretó fuerte a Thaly entre sus brazos, sin deseos de levantarse. Recordó lo que sucedía de repente. Podría ser importante así que se levantó perezosamente. Thaly despertó al sentir que la soltaba, lo vio levantarse y bajó la mirada ruborizada; todavía no se acostumbraba a verlo caminar por ahí desnudo o en ropa interior.
—Era Sara, dice que está todo listo, el entierro será mañana. ¿Quieres ir al velorio?
Thaly lo pensó un momento ocultándose bajo la sábana. La verdad no quería ir, no sabía si podría soportarlo.
—¿Soy una mala persona por no querer ir? —preguntó como si fuera una nena chiquita.
—Claro que no. —Se acercó a ella y la destapó, notando su expresión de tristeza—. Si quieres vamos directamente al entierro.
—No, tú ve, es tu familia.
—Tú eres más importante, me quedaré por si cambias de opinión. —Le dio un beso en la frente y llamó a Sara para explicarle.
Permanecieron juntos el resto del día. Por momentos Thaly parecía ponerse mejor, luego volvía a recordar y la tristeza la consumía.

La mañana del entierro, Thaly permanecía inexpresiva. Solo el día anterior había podido llorar amargamente en los brazos de Nicolás; él era el único que la había visto en ese estado. Evitaba demostrar sus sentimientos abiertamente, especialmente los de dolor; Vanessa le había enseñado que eso era una muestra de debilidad, y que si quería llorar debía hacerlo en soledad. Ya se había desahogado, por eso parecía estar más tranquila, pero Nicolás sabía que no era así. Aunque Thaly pretendiera demostrar lo contrario, aún sentía demasiado dolor y eso lo afligía también a él.
En ese momento odió más que nunca el mantener su relación en secreto. Sabía que su lugar era con ella, a su lado, abrazándola, permitiendo que expulsara el conglomerado de sentimientos que destruían su interior.
La observó de lejos, mientras rodeaba con el brazo a su hermana mayor, dándole el último adiós a quien había sido como un padre para ellos. Algunos sollozos se escucharon mientras el ataúd bajaba. Thaly se limpió la única lágrima que escapó de sus cristalinos ojos esa mañana. Lanzó una rosa y se retiró en compañía de Daniel.
Nicolás se aproximó a Sara para irse con ella y sintió que alguien le apretó el hombro en señal de consuelo. De reojo miró a su padre alejándose y no pudo evitar recordar las muchas veces que su tío había intentado intermediar entre ellos, sin logar resultados a causa del orgullo de ambos. Sara le avisó que permanecería en casa de su padre ese día.
Se dispuso a irse solo, cuando vio a una mujer pelirroja entre la multitud de gente vestida de negro que salía del cementerio. Ignorándola caminó hasta su auto.
—Lo lamento mucho —la escuchó decir. Sin darse cuenta ella lo había seguido.
Asintió con la cabeza y se dispuso a entrar cuando lo detuvo.
—¿Puedes llevarme? —le preguntó.
Él no sabía qué era lo que ella pretendía, tampoco estaba de ánimos para averiguarlo y mucho menos de discutir, así que aceptó de mala gana.
Thaly lo observó desde lejos. Sentía demasiado malestar como para dejar que eso la afectase, así que dirigió la vista a otro lado.
—¿Quién es? —le preguntó Daniel.
Thaly no sabía si responderle. Se despidieron de Alison y entraron al auto que iba conducido por su chofer.
—Es la exnovia de Nicolás —le explicó cuando el auto se puso en marcha.
—Ah, y eso te molesta —afirmó su amigo apoyando la cabeza en el asiento.
—Sí y no —se acomodó en su hombro—. Nicolás no le hace caso y me aseguró que nunca volvería con ella, pero... no sé, es que tú la viste. Es hermosa, no hay punto de comparación entre ella y yo. Ni siquiera sé por qué Nicolás me prefiere teniéndola a ella como opción.
—¿Por qué las mujeres siempre se están comparando? Es absurdo, si le gustas a un hombre le gustas y ya, no necesitas pensar demasiado en sus motivos, la verdad hasta resulta algo molesto. Alex dice que Anita siempre se anda comparando contigo y eso lo exaspera.
—¿En verdad? —preguntó sorprendida.
—Sí, dice que tú eres más valiente, más extrovertida y más linda. Aunque tienes que admitir que tiene razón.
—¡Claro que no! Es absurdo, y aunque lo fuera, a Alex le gusta ella. Él y yo ya no tenemos nada que ver... —Se calló de repente al descubrir que había caído en su trampa, estaba diciendo lo que debía decirse a sí misma respecto a Nicolás y Dafne—. Gracias, siempre sabes cómo hacerme sentir mejor —dijo empujándolo mientras él le sonreía de medio lado.
—Para eso estoy —respondió alejando sus brazos, normalmente no dejaba que ella lo abrazara o tuviese demasiadas muestras afectuosas con él.
—Y también perdóname.
—¿Por qué? —le sonrió desconcertado.
—Es que, desde que estoy con Nicolás siento que te he dejado un poco de lado —explicó con culpabilidad.
—No te preocupes, en algún momento tenías que encontrar alguien con quien quieras pasar más tiempo que conmigo. —Levantó los hombros, indiferente.
—No es que quiera pasar más tiempo con él, solo es diferente, tú eres muy importante para mí. —Le sonrió dulcemente—. Por cierto, Alison me contó lo que pasó, yo debí haber hablado contigo antes, fue mi culpa.
—Lo que pasó con ella no fue tu culpa. La verdad es que yo sabía que le gustaba y le seguí el juego. Intenté que me gustara, de verdad, pero no pude, y luego me sentí mal al crearle falsas esperanzas.
—Eso es tonto, no puedes forzarte a querer a alguien, todo sale peor después, yo lo intenté con Alex y no me fue bien.
—Sí, pero también es doloroso querer a alguien que no te corresponde. —Cambió su semblante a uno melancólico y miró por la ventanilla—; no quería que ella sufriera lo mismo, por eso lo intenté.
—¿Lo mismo? —Thaly se arrimó más a él con curiosidad, luego comprendió lo que le sucedía—. A ti te gusta alguien que no te corresponde ¿verdad?
—Sí —aseguró volcando hacia ella—, pero es algo que nunca va a suceder.
—¿Lo intentaste?
—No, ¿Para qué?, está enamorada de alguien más y si yo le digo que la quiero solo empeoraría las cosas para ella. Prefiero que sigamos siendo amigos, al menos así la tendré cerca para siempre, eso espero.
—¿Qué no es peor? ¿Tenerla cerca, pero no de la forma en la que quisieras?
—Para mí no. Soy feliz si ella es feliz. —Hizo un intento de sonrisa y toleró que Thaly lo abrazara.
—Esa chica es una tonta al no darse cuenta de lo maravilloso que eres. —Le dio un beso en la mejilla y él suspiró resignado; al menos su conversación había ayudado a que por un momento ella se olvidara que acababa de despedirse de una de las personas más importantes de su vida.
 —Le dio un beso en la mejilla y él suspiró resignado; al menos su conversación había ayudado a que por un momento ella se olvidara que acababa de despedirse de una de las personas más importantes de su vida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.