Nicolás buscaba despejar su mente inmerso en un videojuego. Por momentos miraba de soslayo hacia el teléfono, indeciso entre tomarlo y llamar a Thaly o esperar a verla en persona. Tenía una conversación importante con ella y no estaba seguro de cómo iba a reaccionar.
Su disyuntiva fue interrumpida por el timbre de su departamento que sonaba insistentemente. No tuvo oportunidad ni de poner el juego en pausa debido al sobre salto. El ronco chillido del aparato daba la impresión de ser una alarma. Apresuró el paso hacia la puerta y ni bien la abrió un poco, Vanessa lo empujó pasando adentro, arrastrando a Thaly del brazo.
—¡Pensé que por ser mayor serías más responsable! —la mujer le gritó moviendo los brazos efusivamente sin soltar a la muchacha, quien demostraba dolor en su gesto apagado apenas visible entre su cabello suelto y la cabeza gacha—. De verdad consideré que Natalia estaría bien contigo y le destruiste la vida peor que cualquier mocoso inmaduro.
Nicolás intentaba entender. Su cabeza daba vueltas a mil por hora pensando si Vanessa se refería a su plan, del cual no se había hecho participe, y al mismo tiempo se preocupó por Thaly. Su instinto protector le hizo soltar el agarre de Vanessa y liberar a Thaly antes de preguntar qué ocurría exactamente.
—Que Natalia te cuente —espetó más enojada—. Vamos, dile. Compórtate como adulta ahora —le dijo a Thaly empujándola por el hombro hacia Nicolás—. Está embarazada. Tiene diecisiete años, está embarazada y se niega a abortar —habló antes de siquiera darle tiempo a Thaly de contestar—. ¿Querías liberarte de ella? Ahora ya no te va a ser tan fácil. Convéncela de no arruinar su vida y sal de ella —le ordenó.
Thaly siguió en silencio un momento, no se animaba a mirar a los ojos a ninguno de los dos. Sobre todo no era capaz de ver que gesto tenía Nicolás, quien también permanecía en silencio, asimilando toda esa abrupta información.
—Vanessa vete, esto es asunto nuestro. —Thaly reunió coraje y habló por fin. Desde el día anterior se había aguantado los reproches de su madrastra y no iba a dejar que siguiese estropeando las cosas e infantilizándola.
—Mientras estés bajo mi cuidado es asunto mío también.
—Váyase. Déjenos a solas —Nicolás respaldó a Thaly. Sin ánimos de discutir, la mujer salió del lugar informándoles que esperaría abajo en el auto. Prefirió retirarse con la esperanza de que Nicolás lograse cambiar a Thaly de opinión respecto a su decisión, y su siguiente parada fuese el aeropuerto.
Ni bien estuvieron a solas Thaly enfrento a Nicolás.
—No voy a abortar. Si no estás de acuerdo y no vas apoyarme en esto dímelo ahora. No te voy a exigir nada...
—Thaly, basta —la calló, se frotó el cuello con nerviosismo e intentó respirar profundo. Aquello en verdad estaba sucediendo. De un momento para el otro no solo estaba preocupado por su relación con Thaly, sino que ahora, el grave problema que ya tenía entre manos acababa de empeorar—. ¿Estás segura que estás embarazada? —preguntó mentalizándose que debía ir con calma y que no había sentido en seguir usando ese elevado tono de voz que Vanessa había promocionado.
—Sí—de su bolsillo sacó un par de papeles doblados. Los había visto tantas veces y manipulado tanto que estaban completamente arrugados—. Anoche Vanessa hizo abrir el laboratorio y exigió que me hicieran una prueba de sangre de inmediato... no confía en los test de las farmacias —Puso un poco de ironía en sus palabras, recordando la terrible humillación pública que le había hecho vivir la noche anterior—, y esta mañana me llevó al ginecólogo a hacerme una ecografía—explicó extendiéndole la prueba y la pequeña fotografía en blanco y negro, la cual sí había guardado con cuidado.
Nicolás apenas tuvo el valor de recibirlos y no necesitó mirarlos. Notaba lo exaltada que estaba la muchacha y como temblaba de pies a cabeza.
—No voy a abortar —repitió en voz baja, casi en un susurro.
Nicolás la rodeó con los brazos y la abrazó fuerte, deteniendo los ligeros temblores del frágil cuerpo de la muchacha.
—Thaly, no son las mejores circunstancias; pero creo que de alguna forma las cosas suceden por algo y esta es la mejor prueba de que debemos estar juntos no importa lo que pase.
—No quiero que estés conmigo solo por el bebé. En serio prefiero que te alejes a tenerte a mi lado por obligación.
—Con bebé o sin él no me alejaría de tu lado nunca.
—¿En serio? Porque este último tiempo no has estado precisamente cerca —le reclamó escondida en su pecho, deseando que ese momento fuese real y no una cortina de humo para cubrir la realidad del futuro que les deparaba.
Nicolás sabía que tenía razón, más los motivos de preocupación de Thaly estaban equivocados. La soltó y de su mesa de noche sacó un sobre café. Thaly lo tomó con extrañeza y adentro encontró un pasaporte. Incentivada por la mirada de Nicolás lo abrió. Ahí estaba una fotografía suya y tanto la información sobre su nombre y su fecha de nacimiento eran diferentes. Según ese documento, ella ya tenía dieciocho años.
—¿Natalia Cohen? —le preguntó.
—Sería más fácil encontrarte con tu nombre real.
—¿Encontrarme? ¿Quién? No entiendo.
—Todos... tu padre... no sé, fue lo único que se me ocurrió para mantenerte alejada de lo que puede hacerte daño. Y ahora tenemos más motivos. Podemos olvidarnos de todo e irnos. Tengo trabajo asegurado en el extranjero y tú podrás hacer lo que quieras sin limitaciones. Bueno, eso pensaba, ahora no podrás hacer literalmente todo, pero si lo que esté a nuestro alcance. Vanessa vino a hablarme el otro día. Y tiene algún plan para deshacerse de tu padre en el cual quería que me involucrara a cambio de dejarme estar contigo. Y la verdad es que no necesito que nadie me deje estar contigo. Es una decisión de ambos aunque sea necesario irnos a la otra punta del mundo.
Thaly no podía creer lo que le sugería Nicolás. Su vida no solo daba un giro enorme al traer una nueva vida al mundo, sino que ahora tenía la posibilidad de empezar desde cero en otro país.
—Estás loco —finalmente le respondió—. No quiero irme. Y menos escapar. No tengo porque escapar, ya corté toda comunicación con mi padre, para él mejor si no existo. Y con Vanessa, bueno, ella no está de acuerdo con esto y no tiene por qué estarlo, si quiere salir de mi vida, puede hacerlo. Cuando no estaba segura de tu reacción, pensé en mil cosas que podía hacer para salir adelante y si estás conmigo va a ser más fácil —habló con un poco más de optimismo, minimizando los acontecimientos. Le devolvió el pasaporte, segura de que no iba a necesitarlo.
Nicolás no terminaba de convencerse. Sabía que las cosas no serían tan sencillas como Thaly pensaba, mas no quería ahogarla en preocupaciones.
—¿Por qué no te sientas? —dijo, dándose cuenta de que seguían parados frente a la entrada y la conversación que iban a tener a continuación iba a tomar un buen rato.
—No estoy cansada.
—No te ves muy bien ¿Seguro no te sientes mal? —la llevó hasta el sillón y posó la mano sobre su frente para comprobarle la temperatura. Su novia se veía pálida y un poco ojerosa; además que el embarazo seguro le estaba trayendo malestares.
—Estoy bien, en serio —dijo un poco exasperada al notar lo preocupado que se había puesto de repente.
—De todas formas voy a llevarte al médico —le avisó comprobando su pulso.
—Ya fui, ya te lo dije, me llevó Vanessa estoy bien, tengo un poco de anemia y ya me dieron suplementos.
—No importa, quiero que el médico me diga personalmente que estas bien.
Thaly volcó los ojos y se apoyó contra el respaldar cruzando los brazos. Tenía el presentimiento de que no podría sacárselo de encima a partir de ese momento.
Nicolás le sonrió e inhaló profundamente antes de besarla de improvisto.
La muchacha le correspondió con añoranza. Poco a poco se sentía mejor. El beso comenzó apacible y tierno y se tornó más apasionado, mientras sus labios volvían a recordar el sabor del otro. Se separaron después de eternos minutos y Nicolás la acurrucó entre sus brazos como si fuera la más frágil criatura.
—Te amo —dijo besándola en la frente.
Thaly sintió que su pecho se inflamaba y que su alma volvía a su cuerpo. Esa era la única medicina que necesitaba: saber que no estaba sola y que todo iba a salir bien.
—¿Cuánto tiempo tienes por cierto? —preguntó después de unos minutos en los que simplemente se habían deleitado con la presencia del otro.
—Poco más de ocho semanas.
—¡¿Ocho semanas?! ¡Cómo no te diste cuenta antes!
—No se me cruzó por la cabeza que esto pudiera pasar, y ocurrieron muchas cosas como para ponerme a pensar en eso.
—Sí, pero las cosas están bien ahora, solo eso importa —dijo algo distraído haciendo cuentas en la cabeza.
—Fue en las vacaciones, no necesitas hacer cálculos —le aviso dándose cuenta de lo que hacía—. Típicas situaciones improbables que solo me pasan a mí. Embarazarme en mi primera vez... ¿y qué vamos a hacer? —preguntó tímidamente y con preocupación, era el momento de planear la cosas con practicidad.
—Por el momento regresarás al colegio, como si nada pasara. Y... no te preocupes, yo pensaré qué hacer —respondió algo inseguro. La verdad era que no tenía idea de qué debía hacer. No podía simplemente vivir con ella, todavía era menor de edad y de seguro Vanessa no la dejaría libre para vivir a sus anchas como Thaly creía ingenuamente.
Tampoco sabía si era oportuno hablar con el padre de Thaly. Él no parecía un hombre que razonara cuando se trataba de su hija e iba a ser imposible que no se enterase sobre el estado de Thaly. Por un lado, tal vez esa sería la excusa perfecta para cortarlo de sus vidas para siempre; por otro, temía que sucediera lo contrario y su bebé fuese la excusa para no dejarlos tranquilos.
—¿Cuándo vas a dejar de tratarme como a una niña? —reclamó la chica.
—¿A qué viene eso?
—Tú no puedes decidir tu solo, dijimos que estamos juntos en esto, es responsabilidad de ambos a partes iguales, y no me vengas con eso de que tú eres el adulto.
—Pues eso es exactamente lo que soy. Tú y el bebé son mi responsabilidad.
Thaly resopló furiosa.
—¡Claro que no! A veces es tan machista...
—No empecemos. —Suspiró tratando de calmarse—. Es mucho para asimilar de momento, mejor hablemos de esto después. —Se colocó sobre ella y comenzó a besarla para que se callara. Thaly lo empujó e hizo su rostro a un lado.
—El olor a tabaco me da nauseas —dijo entre dientes.
—No te molestaba hace un rato.
—Ahora sí.
—Maldita mocosa —mascullo sentándose.
—¡Escuché eso! —lo regañó molesta.
Él le sonrió con sorna y volvió a besarla con delirio. Poco a poco ella cedía, sintiendo aquel desesperado juego de lenguas y las caricias que subían de intensidad.
Al notarla cansada, se apoyó de lado sobre su brazo acariciando con el dedo índice el frágil cuerpo que tenía a su lado. Se detuvo en el aún plano vientre de su amada y lo rozó con la yema de los dedos, en un acto que la sorprendió bastante.
—Todavía no me has dicho qué piensas al respecto —dijo Thaly posando los ojos en su estómago.
—Pues... la verdad es que aún no parece real. Es que fue muy imprevisto. Hoy desperté con el único deseo de verte y es como si hubiera ganado mucho más. Es algo confuso —volvió a recostarse de espaldas.
—Te entiendo, a mí también me está costando digerirlo. Al principio parecía una pesadilla, luego tuve que regresar a la realidad. Tenía muchísimo miedo, y aún lo tengo. Pero también me agrada; no sé, son sentimientos contradictorios. Con este bebé puedo resarcir todo lo malo que mis padres hicieron conmigo y hacerlo feliz.
Nicolás le sonrió cálidamente y la abrazó.
—Todo va a estar bien, no tienes por qué temer. Este va a ser el bebé más feliz del mundo —cada palabra sonó como un arrullo.
La tranquilidad se palpaba en el ambiente mientras Thaly comenzaba a dormirse, cuando aquella quietud fue interrumpida por el timbre de la puerta. Recordaron a Vanessa y supusieron que se trataba de ella.
—Quédate y descansa, yo voy a lidiar con ella —dijo Nicolás levantándose y depositándole un beso en su frente. La muchacha asintió y con parsimonia fue a recostarse en la cama. Necesitaba un descanso de Vanessa.
Para su momentánea tranquilidad, se trataba de Sara. Le impidió el paso y salió junto a ella al pasillo.
—¿Qué pasó, por qué no me dejas entrar?
—Porque Thaly está durmiendo.
—¿Al final no terminaste con ella? Qué alivio, estaba preocupada, ¿qué estuviste haciendo todos estos días?
Nicolás dio un largo suspiro, se rascó la nuca y se apoyó en el barandal de las escaleras.
—Haciendo algunos arreglos y hablando con un amigo sobre las posibilidades de irme del país junto con Thaly.
—¿Amigo? ¿Mike? ¿Él, verdad?, siempre que quieres hacer algo demencial hablas con él. No puedes irte con Thaly, su padre es militar, los buscará hasta en el centro de la tierra... —le reclamó sin pausa.
—Thaly no quiere irse, pero creo que es la mejor opción, ya trataré de convencerla. Las cosas se han puesto más complicadas.
—¿Complicadas cómo?
—Bueno, escucha... no vayas a gritar ni a decírselo a nadie. Thaly está embarazada.
Sara se cubrió la boca con ambas manos intentando reprimir su grito.
—¡Eres un imbécil! —lo regañó procurando mantener un tono bajo de voz—. Thaly es casi una niña.
—Sí ya sé. Embaracé a una adolecente de diecisiete años, ¿Cómo crees que me siento? —la cortó.
—¡Como un imbécil irresponsable! ¿Su padre ya lo sabe? ¿Y su madrastra?
—No, su padre no lo sabe y planeo mantenerlo en la ignorancia el mayor tiempo posible. Vanessa sí lo sabe, ella trajo a Thaly casi a rastras para contármelo.
—Entonces pídele que te firme un permiso y cásate con ella.
—Ojalá y fuera así de fácil. Necesitaríamos la autorización de su padre también y Vanessa está segura que Thaly arruinó su vida por completo —bajó la cabeza sintiéndose presa de los nervios. Recién comenzaba a pisar la realidad.
—Pues sabes que hay otra solución. —Cruzó los brazos y se apoyó de espaldas al barandal.
—No voy a hacer que Thaly aborte —la miró de reojo.
—No hablo de eso. —Lo golpeó en el hombro volviendo a su posición—.Podrías simplemente hablar con papá...
—¡No! ¡Ni lo sueñes! A él no voy a meterlo. Es capaz de denunciarme él mismo. Gracias por la sugerencia, pero no te atrevas a decirle algo. Antes de pedirle ayuda prefiero echarme gasolina y prenderme fuego. Además está del lado de Vanessa —afirmó seguro.
—Bueno, en algún momento vas a tener que decírselo —levantó los hombros.
—Claro le diré: ¡A qué no sabes! ¡Voy a tener un hijo con una de mis alumnas! Podemos llevar una cámara y filmar cuando me asesine, o le dé un paro cardiaco.
Sara rió por lo bajo, imaginando la expresión que pondría su padre al enterarse. Sin duda quería estar presente y si ella era quien le daba la noticia, mejor.
—Quién lo diría —suspiró—. Tú a punto de ser padre.
—¿De qué hablan?
Ambos dieron un brinco al escuchar a Alan.
—¡Nicolás va hacerme tía! —gritó emocionada, sacudiéndolo.
—¿Qué, vas a adoptar a Thaly? —Preguntó y ambos le dieron un golpe—. ¿Qué? ¿No era broma?
—¡Claro que no! —dijo Sara un tanto molesta.
—Por favor, dime que no es cierto, y menos con la mocosita —rogó esperando que en algún momento le dijeran que era broma.
—No le digas así —lo regañó su novia—. Y claro que es cierto. Van a tener un bebé ¿no es genial? ¡Nosotros también deberíamos tener uno!
—¿Estás loca? ¡Ni lo sueñes! —exclamó aterrado.
—¿Por qué no? Si son tan lindos...
Nicolás volcó los ojos y sin que ellos se diesen cuenta volvió a entrar dejándolos solos afuera. Cerró la puerta y vio a Thaly sentada en el suelo junto a la puerta, tratando de hacerse la desentendida. Él se sentó a su lado.
—¿Qué quieres comer? —preguntó.
—Nada, no tengo hambre.
—Tienes que comer bien. Estás muy débil. Voy a pedir algo, así no tenemos que salir ¿cuánto tiempo crees que pase antes de que Vanessa se aburra y se vaya?
—Vanessa va a subir en cualquier momento. Mejor bajo con ella, así no empezamos un segundo round. —Recobró las energías y salió con desgano. Le esperaba un largo viaje a casa, con su madrastra enumerándole de nuevo los motivos por los cuales estaba tomando la peor decisión de su vida. Lo incierto era qué pasaría al final de ese trayecto.
A la salida se dio de bruces contra Sara.
—¡Felicidades! —gritó apretándola fuerte.
—Gracias —respondió quedándose sin aire.
—¡Tienes que contarme muchas cosas! Compré pastel esta mañana, a ti y al bebé les va a encantar. —La jaló del brazo fuera del lugar, haciéndole olvidar a dónde se dirigía.
Nicolás salió detrás de ellas e intentó acompañarlas junto con Alan.
—A ustedes no los invité —les dijo Sara de forma cortante subiendo y llevando a Thaly como a su muñeca.
A sabiendas que no podría ignorar a Vanessa, Nicolás bajó junto a su amigo y le tocó la ventana polarizada del auto a la mujer.
—Yo llevaré a Thaly a su casa. Hablaremos más tarde. Solo déjela tranquila un par de horas —le pidió, dio media vuelta y camino con Alan en el sentido contrario por el que el auto se alejaba.
Era una tregua momentánea, una nueva reunión era inevitable.