Después de clases

El plan se pone en marcha

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Una gota de sudor frío bajó por su frente, su temblorosa mano derecha apenas podía sostener el lápiz y por supuesto no escuchaba nada de lo que decía la profesora de inglés. Su cuaderno de ejercicios estaba abierto en la misma página desde el principio de la clase y solo Daniel pareció percatarse.
Codeó a su amiga disimuladamente, Thaly estaba blanca y respiraba agitada. Por un momento le dio la impresión de que iba a desmayarse. Susurró su nombre varias veces hasta que le dirigió la mirada.
—No te ves bien —le dijo pensando una excusa para sacarla de ahí.
—Necesito aire —respondió levantando la mano con parsimonia—. Tengo que ir al baño —le avisó a la profesora y sin darle tiempo a contestar salió del aula.
En su recorrido por el pasillo las piernas le temblaban, el cuerpo le dolía por la paliza con el cinturón que su padre le había propiciado; pero el dolor físico no era nada comparado con la sensación de terror que todavía habitaba su cuerpo. Había temido por su vida y sobre todo por la de su bebé, por primera vez le había rogado en llanto que no le hiciera daño, pero su padre estaba más energúmeno que nunca.
Después del castigo no hubo palabras, no le dijo nada respecto a qué planeaba hacer con ella luego y eso la llevaba a la siguiente situación de temor. Del colegio debía ir directo a casa y su padre le informaría la decisión que había tomado respecto a ella. Si tenía suerte encontraría sus cosas en la calle, como un aviso de que había sido echada de ese lugar; pero si sus suposiciones no estaban erradas, él compartiría la idea inicial de Vanessa de hacerla abortar.
Su padre no era como cualquier padre, y jamás habían entablado una relación normal filial. No había más que un lazo sanguíneo que los unía y un sentimiento de posesión que aquel hombre tenía hacia cualquier miembro de su familia; y si en una relación normal una adolescente embarazada causaba decepción en su progenitor, en la situación de Thaly, las consecuencias iban a ser impredecibles y extremas.
Apenas llegó al baño se agachó sobre el inodoro. Necesitaba vaciar su estómago de lo poco que había comido la noche anterior. Sentía que era la única forma de deshacerse del veneno que circulaba por su torrente sanguíneo y que le impedía mostrar la fortaleza que necesitaba en ese momento.
Se encontraba ya casi recostada sobre la taza cuando vio una sombra detrás de ella. Por un momento pensó que se trataba de Alison y esa presencia la reconfortaba. No se habían hablado desde el día anterior, tras su discusión sobre Diego, y en ese momento, más que nunca, necesitaba amigos a su lado, pues no pensaba contarle a Nicolás lo ocurrido.
—¿Estás bien? —Escuchó a Josefina a sus espaldas. No pudo voltear a mirarla porque se encontraba devolviendo otra vez. Ella le agarró el cabello y le frotó la espalda hasta que se apoyó contra la pared—. ¿Mejor? —preguntó incorporándose.
Thaly no le respondió, fue hacia el lavabo para enjuagarse, desilusionada porque no se trataba de quien pensaba.
—Thaly ¿Puedo preguntarte algo? —Josefina habló inquieta, y al no recibir respuesta prosiguió—: ¿Estás embarazada?
A Thaly se le paró el corazón un momento, aunque lo disimuló de manera convincente.
—Claro que no, ¿de dónde sacas esa idea tan absurda?
—Es que últimamente te veo mal, y no me refiero a mal por tu estado de ánimo, te indispones después de comer, o simplemente corres a vomitar al baño como ahora, ya no haces deporte y... bueno, he sobrevivido tres embarazos de mi hermana, sé reconocer los síntomas. Aunque Estefanía empezó a decir que eres bulímica.
—Qué idiota —espetó en un susurro—. Ni soy bulímica, ni estoy embarazada. Comí algo que no estaba en buen estado, es todo.
—Pues debió ser algo muy malo porque estas así desde hace tiempo, incluso antes de que... bueno tu sabes, lo que te pasó.
—¿Qué acaso ahora me vigilas? —Volteó a verla con desprecio.
—No, solo me di cuenta... es que, desde hace días intento hablar contigo. Pasaron muchas cosas y no pude. Lo que pasa es... bueno, lo que le hiciste a Laura fue horrible, pero lo que te hizo Estefanía fue peor. Yo quería vengarme, para quedar a mano, pero nos pasamos de los límites. De verdad lo siento... —se disculpó nerviosa.
—Como si fuera a creer eso. ¿Sabes?, lo que tú y tu grupito de tontas hagan me tiene sin cuidado. No me afecta, por mi puedes inventar todos los rumores que quieras o hacerme lo que te dé la gana, la verdad no me importa.
—Lo que dije fue en serio. Espero que algún día me perdones, no quiero que seamos enemigas —dijo mientras Thaly abría la puerta para salir—. Los primeros meses son los peores, luego te sentirás mejor; y no te preocupes, yo no diré nada —añadió mientras la otra chica cerraba la puerta.
Algo incrédula camino presurosa. Si Josefina se había dado cuenta, era posible que otras personas también.
Daniel la esperaba frente al baño, Thaly se acercó a refugiarse en sus brazos. Josefina le indicó a Daniel con la mirada que también estaba preocupada por ella y el chico le agradeció con la cabeza, como si pudiera leerle los pensamientos; después, acompañó a su amiga hacia el patio, para que le contara qué había sucedido la noche anterior.

Para la hora de la cena, esperó con los ojos cerrados, rezando por lo que fuera a suceder a continuación. Su padre viajaba con frecuencia ¿por qué no podía estar fuera del país justo ese día y no volver en semanas, o meses, hasta que su bebé naciera y lo único que encontrara de ella al regresar fuera una nota de despedida?
El ambiente se puso frío como siempre que el general entraba a una habitación. Se sentó a la cabeza de la larga mesa del comedor principal y en silencio esperó que la sirvienta le pusiera delante el plato de comida.
Comieron sin decir nada. Thaly estaba expectante al momento en que el silencio fuese interrumpido. Casi al finalizar su plato, el cual había engullido como pudo, vio la pequeña esperanza de que no había comunicación en absoluto con su progenitor.
Tímidamente le dio las gracias por la comida y pretendió bajar de la silla cuando él la detuvo con su grave voz.
—Tenemos que hablar.
Respiró hondo y trato de reunir fortaleza para permanecer ahí; y tal vez, si tenía una pequeña oportunidad, poder hablar con él y hacerle una propuesta.
—El lunes iremos con el abogado. Leerá el testamento de Vanessa. Sé que puso la casa donde vivían a tu nombre y tú y tu hermano tienen que dividirse lo que les toca de sus cuentas bancarias. Va a regresarnos el dinero que me quitó —explicó con un deje de ironía.
—No sabía que Vanessa me había dejado algo.
—Te adoptó legalmente.
—Bueno, no te preocupes, te devolveré tu dinero en cuanto pueda sacarlo.
—No seas ridícula. No voy a mendigarte centavos —determinó—. Podrás acceder a todo cuando seas mayor de edad. A ver si lo usas en algo útil.
—Está bien ¿ya puedo retirarme?
—No. Tenemos que hablar sobre tu situación. —Lo que Thaly temía ya estaba sucediendo—. No vas a ser madre soltera. No voy a permitir eso en mi casa.
Thaly volvió a respirar profundo y se aventuró a hablar.
—Entonces déjame emanciparme. Faltan solo meses para que tenga dieciocho y no me quieres aquí. Puedo salir de tu vida para siempre, si me dices que sí, me voy esta misma noche.
—Deja de hablar tonterías. No vas a irte a ningún lado mientras seas menor. Vas a casarte en cuanto salgas del colegio, así harás algo útil con tu vida.
Thaly estaba desconcertada, eso era lo último que esperaba oír de su padre.
—El padre de mi bebé y yo no hemos hablado de eso todavía —respondió sin estar muy segura de qué decir.
—No me importa el padre de tu hijo. Vas a casarte con alguien que nos convenga. Bruno y yo hemos hablado de esto desde hace años; es como un hijo para mí y quien va a hacerse cargo de mis negocios ya que el bueno para nada de tu hermano no sirve para eso.
«¿Es broma, no?» fue lo que Thaly pensó decir tras escuchar esa declaración, más nunca se habría atrevido a usar una expresión como esa en frente de su padre.
—No quiero casarme con Bruno. No lo amo.
—Empieza a ser realista Natalia. El amor no tiene nada que ver. Busco los mejores intereses para mi familia y esta es tu forma de aportar.
—¿Tu familia? —Lo que le decía la indignaba tanto que por fin se atrevió a levantarle el tono de voz—. ¡¿Cuál familia?! ¡Mira a tu alrededor!, ¡no tienes una familia! Desheredaste a Santiago y lo enviaste lejos, te deshiciste de él como haces con cualquier cosa que no te sirve, tú y yo jamás tuvimos una relación y si me mantuviste bajo tu techo fue por Vanessa.... Y a ella la mataste lentamente.
—¡Cállate! —golpeó la mesa y Thaly cayó en cuenta de que estaba parada y con los puños cerrados—. Si te tengo aquí es porque eres de mi sangre y el hijo que vas a tener también. Bruno ya está al tanto, y si sigues con el embarazo o no tendrás que hablarlo con él, porque igual quiere casarse contigo. Siempre fuiste una inútil, protegida bajo las faldas de Vanessa. Ahora eres casi una adulta, al menos lo suficiente para abrirte de piernas ante cualquiera. Así que madura de una vez y seme útil por una vez en tu vida.
—¿Quieres que sea útil? ¿Quieres que tus negocios permanezcan en la familia? Bien, entonces enséñame a manejarlos.
—¿Cómo vas a manejar una empresa cuando eres una niña estúpida que ni siquiera conoce el funcionamiento de un anticonceptivo?
—Pues entonces hay algo que sí heredé de ti. —Se arrepintió inmediatamente después de contestar. Se cubrió protegiéndose de un golpe que jamás llegó. Bajó las manos con cautela y observó a su progenitor con la mandíbula apretada, estático en su lugar.
—Bruno va a venir la próxima semana. Arreglaremos el asunto con él —determinó antes de retirarse.
La chica casi se cae al suelo. La adrenalina dejaba de fluir y se daba cuenta de lo que había estado a punto de provocar.
Durante esos días había intentado creer que las instrucciones que Vanessa le había dejado en su carta, no iban a ser necesarias si lograba salir de la vida de su padre por otros medios; ahora, más que nunca, se daba cuenta de que su madrastra tenía razón. El General se creía dueño de su vida y había planeado hasta con quien iba a casarse y la vida que iba a llevar. Si quería terminar con todo debía actuar lo antes posible.




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