Thaly no podía creer lo que acababa de ver en la televisión. Días atrás había pensado que jamás oiría de Bruno nuevamente y acababa de enterarse noticias sobre él, buenas, de alguna forma. Comentó lo ocurrido con el doctor Cohen, quien la acompañaba en la cocina, bebiendo un café mientras miraban el noticiero.
Al llegar Nicolás a la casa de su padre, Thaly lo recibió con las noticias, todavía incrédula. A Bruno lo habían atrapado con varios kilos de marihuana, lo suficiente para arrestarlo.
—El tiempo pone a la gente en su lugar, por suerte con Bruno fue rápido, seguro tu padre no tardará en caer —fue lo que Nicolás le respondió a la muchacha.
—Sí, qué suerte —aportó su padre, sin quitarle la mirada de encima.
—Pues sí, pero es extraño, ¿qué hacía Bruno con eso? Ni él ni mi padre traficaban con drogas —preguntó Thaly.
—Estaban involucrados con un cartel, debió tener otros negocios con ellos. Además ¿qué importa? Va a mantenerse alejado de nosotros un buen tiempo ¿verdad? —Nicolás se dirigió a su padre, esperando que le diese una respuesta afirmativa.
—Si todo sale como debería, Bruno estará en la cárcel unos años. Estaré al tanto, pero no es un tema que nos corresponda.
La chica se despidió por esa noche y se dirigió al segundo piso. Al querer darle alcance, Nicolás fue detenido brevemente por su padre.
—Debiste dejar las cosas como estaban. Espero que al menos te hayas cubierto bien las espaldas.
—Sí, como siempre —respondió dejándolo solo en la cocina.
Era martes en la mañana cuando Alison y varios de sus compañeros del colegio volvían a clases después del nacional de atletismo al que Thaly no había podido asistir. No había ganado ninguna medalla, pero había sido una buena experiencia para su último año de colegio.
Entró al aula a dejar su mochila, Thaly era la única que permanecía ahí acompañada de un libro. La saludó de la forma más natural que pudo, su amiga, antes de responderle al saludo, cerró su libro y se apresuró a ir hacia ella estrechándose entre los bancos.
—¿Podemos hablar? —le pidió. Alison asintió y ambas se sentaron en bancos contiguos —¿Qué tengo que hacer para que seamos amigas otra vez? —preguntó suplicante.
—Thaly, siempre vamos a ser amigas. —La tomó de los hombros suavemente mientras le explicaba—. Solo que las cosas no van a ser como antes. Desde hace tiempo que queremos cosas diferentes, ya no somos las mismas que cuando teníamos trece años, crecimos. Siempre voy a quererte, pero también quiero conocer gente nueva y divertirme de otras maneras —. Supongo que ya no será divertido salir conmigo y un bebé en brazos. —Thaly intentaba reprimir las lágrimas resoplando y mordiendo su labio inferior—. No es eso Thaly... —comenzó a decir con pena— Entiendo, no te preocupes. Igualmente en la universidad no íbamos a vernos tanto y conoceremos gente que comparta nuestros mismos intereses. —Intentando sonreír salió del aula. Se apoyó contra la pared del pasillo, sollozando. Aquello parecía un rompimiento. Jamás había imaginado que las amistades terminaran de esa forma. Estaba consciente de que ella y Alison eran diferentes, al igual que ella y Daniel. Mas no pensó que fuera un impedimento para compartir momentos, menos los más importantes. Su vida daba un giro, ya no vivía en la horrible prisión que llamaba casa; personas que quería ya no estaban presentes, traería una nueva vida al mundo y por primera vez sentía que la felicidad era algo real y posible; sin embargo, la vida da y quita a la vez; tenerlo todo hubiera sido utópico y Thaly no podía quejarse, poco a poco adquiría más de lo que se creía digna de obtener, estaba claro que debía dar algo a cambio, no obstante, hubiera deseado compartir aquellos resquicios de vida con su amiga.
Al acabar las clases de ese día, Alex salió directo al encuentro de su novia. Evitaba su casa lo más posible, una noche incluso, se había quedado a dormir en casa de Daniel; habría podido ir algunos días más, pero su amigo comenzaba a ponerse casi tan insistente como sus padres respecto a la idea de irse a estudiar al extranjero. Su decisión estaba hecha y no le importaba no contar con el apoyo de nadie, iba a quedarse cerca de Anita, lo más importante para él en ese momento.
Recogió a la chica del colegio y fueron a dar un par de vueltas por la plaza antes de acompañarla a su casa. Era agradable conversar con ella, o simplemente caminar tomados de la mano en silencio. De un tema trivial pasaron a otro y de pronto se encontraron hablando sobre el final de curso. Alex acabaría el colegio pronto y a Anita le fue inevitable preguntarle qué planes tenía para el próximo año.
—No estoy seguro, me gusta telecomunicaciones, pero no hay esa carrera en universidades de aquí. Estoy viendo opciones similares —le contestó tirando su mochila debajo de una banca y sentándose junto a ella.
—¿Y no has visto universidades en otros lados? —le preguntó.
—Sí, pero ¿para qué? No voy a irme. Mis padres ya me consiguieron cupo en una universidad en Estados Unidos y les dije que no iría. Están enojados conmigo por eso —le contó sin pensar que su novia tendría un sobresalto.
—No entiendo, es lo que quieres, ¿por qué lo rechazaste?
—Es obvio, si me voy no voy a verte en años.
La chica se calló un momento, mirando al suelo y pensando qué decir. Alex comenzó a asustarse, no entendía por qué la chica lucía tan sobrecogida.
—¿Estás rechazando todo eso solo por mí?
—Sí, por supuesto que sí. —La tomó de la mano, sonriendo, la chica lo soltó de golpe.
—No puedes hacer eso, no tiene sentido. ¿Aún estás a tiempo de aceptar? Es decir, ¿tus papás no perdieron el cupo?
—¿De qué hablas? ¿Quieres que me vaya?
—Sí — respondió sin dudar, lo que molestó al chico.
—Creí que me amabas.
—Sí te amo y por eso no puedo pedirte que renuncies a lo que quieres por mí. Apenas estamos juntos cuatro meses, no puedes tomar una decisión para todo tu futuro por eso. Siempre sentiré que te arruiné la vida.
—No me la estás arruinando, es estúpido que pienses eso. Somos novios, así que voy a quedarme, punto. Las relaciones a larga distancia no funcionan y no es lo que quiero.
—Entonces ya no deberíamos estar juntos —determinó con tanta seguridad que el chico sintió que el mundo se le venía encima.
—¿Estás terminando conmigo?
—Sí, si eso va a hacer que reacciones, terminamos, ya no tienes nada que te ate aquí. Te quiero, por eso lo hago.
—Pues tenemos definiciones muy diferentes de querer. Eso es solo una excusa, si querías terminar solo tenías que decirlo, no pretender que me estás salvando la vida. —Devastado por dentro, fingió estar enojado.
—No es así, no es una excusa; pero si quieres creerlo, no importa. No voy a ser la responsable de que no cumplas tus sueños. —Estaba triste también, mas no lo ocultó. Sabía cómo era Alex y que no había otra forma de hacerlo entrar en razón. Era una decisión que le dolía y que habría preferido no tomar.
Con el corazón destrozado, ambos tomaron caminos opuestos, sin darse una despedida, seguros que era el otro quien se equivocaba.