Después de clases

Epílogo

Transcurrieron ocho meses de la nueva vida que habían comenzado juntos. Un nuevo año había traído consigo un montón de episodios nuevos, algunos planificados y otros inesperados. Thaly había podido acabar sus estudios en Saint Abel, con un romance que ya no era secreto y con un embarazo que se había hecho evidente antes de la graduación. Nicolás tuvo que renunciar al colegio en pos de que ella pudiera continuar ahí, mas eso no le fue impedimento para acabar el ciclo en la primaria. Las largas vacaciones de verano que siguieron al final del año escolar, fueron sin duda las más felices que habían vivido; en especial para Thaly, quien celebró su primera navidad en familia, varios cumpleaños, incluido el de Nicolás, y el suyo: el segundo que compartía con Nicolás y el primero con Sophie, su pequeña bebé, nacida prematura y tras un parto complicado. No obstante, ya era un saludable bebé de dos meses de edad.
La paternidad no les resultaba sencilla, mas no se quejaban. Aquella niña les había traído más dicha y unión que nunca, además de dificultades y contratiempos que poco a poco superaban juntos.
— Ich bin, du bist, er ist, sie ist —repetía Thaly en voz alta con los auriculares puestos.
—Es « éa ist», pero la «e» suena casi como una «i» —le corrigió Alan mientras luchaba con las bandas adhesivas de un pañal que le ponía a Sophie, en compañía de Sara.
Thaly se quitó los auriculares y le dedicó una mirada de odio.
—Deja de corregirme —lo regañó.
—¡Sara te corrige todo el tiempo! —protestó.
—Es distinto, cuando tú me corriges me haces sentir estúpida. El alemán es un idioma horrible, ¿por qué es tan complicado? —Preguntó frustrada. Pasaba clases particulares de alemán en las mañanas, en las noches repasaba con Nicolás y en todos sus momento libres practicaba con un curso en audio. Al día siguiente, en la mañana, partirían al aeropuerto, para comenzar su nueva vida en Alemania. Estaba emocionada y nerviosa, el idioma le resultaba más difícil de lo que pensaba y debía tener un buen nivel si quería empezar la universidad el siguiente semestre.
—Vas bien y lo aprenderás, aunque sea a la fuerza. Así aprendimos nosotros. —Sara le infundía ánimos, a tiempo que miraba con reprobación a Alan, quien seguía intentando acomodar el pañal correctamente.
—Mejor no aprendo nada. —Lanzó el discman sobre la cama—. Si los alemanes quieren comunicarse conmigo, que lo hagan en español; y si no, ellos se lo pierden.
—Huy sí, pobres, se perderán tu encantadora personalidad...—dijo Alan.
La muchacha le sacó la lengua, recogió el discman y volvió a conectarse los auriculares. Cuando estaba por desistir, se arrepentía, y no quería perder ni un solo minuto de aprendizaje.
La jornada de Nicolás terminó temprano ese día, ya todos sus asuntos en ese país estaban en orden, así que regresó a su departamento para empacar las últimas cosas antes del viaje. Al entrar se encontró con Alan elevando a la bebé con los brazos y Sara intentando quitársela.
— ¡Oigan no es un juguete! —Corrió a arrebatársela y abrazarla protectoramente.
—Él le puso mal el pañal —lo acusó Sara.
—No me importa, solo dénmela, ¿por qué la están cambiando?
—Thaly está estudiando. —Sara la señaló. La chica estaba tan concentrada en su audio que no había notado lo que pasaba a su lado —. Y así practicamos, nuestro bebé nacerá pronto, tenemos que saber cómo hacer estas cosas.
— Pues practiquen con una muñeca.
— ¡Eres muy mezquino con Sophie! Se irán y no los veremos en meses, o años, o tal vez nunca y si sigues portándote así, cuando vengas no te prestaré a mi bebé. — Sara le gritó con mucha amargura. Tomó su chaqueta que estaba sobre una silla y salió de ahí dando un portazo.
—Cada día está peor —se quejó Alan, a modo de disculpa por la actitud de su novia.
—Pues afortunadamente tú eres quien tendrá que lidiar solo con ella a partir de mañana y por el resto de tu vida.
—Sí, ya sé —respondió resignado—. No es justo, no estamos casados, ni siquiera vivimos juntos, no sé cómo me convenció de tener un hijo...
—Es que eres un idiota manipulable. —Levantó los hombros.
—Creo que todo este tiempo Sara sólo me usó para que le diera un hijo.
—Sara iba a tener un hijo con o sin tu colaboración. Si lo tuvo contigo es porque espera que te comprometas seriamente con ella. —Explicó con obviedad, mirándolo con reprobación.
—Ni lo sueñes, yo no pienso perder mi libertad todavía. Que tú lo hayas hecho no significa que yo deba hacerlo también.
—Te tengo noticias. Con el niño ya perdiste tu libertad. Estarás unido a Sara para siempre y fue de mutuo acuerdo, ella no te obligó a nada.
—Sí... tienes razón no hay marcha atrás, tendré que aguantarla de por vida. Vendré mañana a recogerte. —Se aproximó a la puerta para dar alcance a su novia.
Nicolás rio al escucharlo, sabía que estaba fascinado con la idea, aunque no quisiera demostrarlo por orgulloso. Acomodó a la bebé delicadamente en su brazo. Era tan pequeñita que parecía una dulce muñeca. La contempló extasiado, nunca se cansaba de observarla. Sacó de su bolsillo el pequeño osito que le había comprado ese día y dejó que lo aprisionara con sus minúsculas manitos, acarició con cuidado la delicada piel de terciopelo y observó sus ojos claros, que cada día se tornaban más azules. Cuando la tenía en brazos le parecía increíble el poder amar tanto a un pequeño ser que recién conocía. Sin duda era la materialización del profundo amor que sentía por Thaly, a la cual encontraba en cada pequeña facción de su hija; tenían la misma boca, la misma nariz y los mismos enormes ojos, sólo el color era distinto.
—Te voy a extrañar —le dijo en un susurro.
Thaly levantó la vista y recién se dio cuenta que Alan y Sara y no estaban, y que Nicolás estaba ahí, con Sophie en brazos, como siempre, su novio no la soltaba ni cuando dormía.
—No vi que llegaste —le dijo, feliz por verlo.
—¿Cómo vas con eso?
—A este paso, creo que será más fácil aprender lenguaje de señas y pretender que soy muda — respondió acercándose a él para darle un beso y quitare ala bebé, pues se había percatado que el pañal se le caía.
Él se recostó para contemplarla. Parecía una niña con su muñeca. Para él era una de las imágenes más hermosas. Después de cambiar a la bebé adecuadamente, Thaly comenzaba a mecerla con cariño. Cada vez le parecía más hermosa, las puntas de su largo cabello se posaban sobre su cintura y su cuerpo era más curvilíneo. La joven comenzó a entonar una canción de cuna con su dulce voz, la que lo trasportaba con cada sonido. Thaly sólo cantaba para su bebé, así que Nicolás aprovechaba de escuchar atento cuando lo hacía.
Cuando Sophie por fin se durmió, su madre la depositó en la cuna. Nicolás la contempló un momento y aprovechó de llevar a Thaly a la cama, aprovechando los últimos momentos que pasaría con ella en mucho tiempo.




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