Puse los ojos en blanco cuando entré en el salón y me encontré una
batalla campal. Supuse que la relajación de la ducha iba a durar poquito.
—¡No! —gritó Sue, enfadada, robando el control de la televisión—. ¡Me
toca a mí!
—¡Me toca a mí! —protestó Naya, quitándoselo.
—¡Sí, claro, para que pongas una de tus chorradas! —Mike intentó
quitárselo.
—¡Tengo todo el derecho a poner una de mis chorradas!
—¡De eso nada! —protestó Jack, metiéndose y tirando del control por
otro lado.
Y, de pronto, todo el mundo tiraba de algún lado menos Will, que los
miraba casi con ganas de llorar. Vale, igual tenía que intervenir.
—Pero ¿qué hacéis? —pregunté.
Fui ignorada mientras todos se peleaban entre sí, vociferando y
empujándose entre ellos. Por un momento, me preocupó Naya con su tripa
hinchada, pero ella era la que daba los codazos más fuertes.
—¿Hola?
—¡Que me toca a mí! —ni siquiera sé quién lo dijo.
Me impacienté y me adelanté, irritada, metiendo la mano en medio de
todo el caos. Logré alcanzar yo el control y me separé de un salto de ellos,
que se giraron hacia mí al instante. Y todos con mala cara.
—¡¿Se pude saber qué os pasa?!
—¡Me toca a mi elegir qué vemos y Sue me ha robado el mando! —Mike
la señaló como un niño pequeño.
—¡A mí me lo ha robado Naya!
—¡Y a mí Ross!
Jack miró a su alrededor en busca de alguien a quien culpar, pero no tuvo
suerte. Cuando se giró, dio un respingo a ver que lo apuntaba con el mando.
—¿Así que has empezado tú?
—¡No he empezado yo! ¡Todos estábamos peleando!
—Pero ¿qué tenéis? ¿Cinco años? ¡Si siempre miramos lo mismo!
—¡No es cuestión de cambiar de canal! —me dijo Sue.
—¡Exacto! —coincidió Naya.
—Es cuestión de tener el poder —aclaró Mike dramáticamente.
Los miré un momento, esperando que alguien me dijera que era una
broma. Pero no. Iban en serio.
—Pues el poder no será para ninguno de vosotros.
—¿Y será tuyo? —Naya se cruzó de brazos.
—No —se lo lancé a Will, que lo atrapó al aire—. Será de la única
persona que no se peleaba como un crío cuando he entrado en el salón.
Empezaron a protestar todos a la vez, pero decidí ignorarlos y me senté
en el sofá. En realidad, se cansaron rápido y no tardaron en sentarse cada
uno en su lado. Yo me quedé con Jack al lado, que se había cruzado de
brazos, irritado. Intenté apoyar la cabeza en su hombro y me puso mala cara.
—¿Te has enfadado? —lo pinché en la mejilla con un dedo.
—No.
—¿Por qué te has enfadado?
—Porque le has dado el mando a él y a mí no.
Sonreí ampliamente, divertida.
—Eres como un niño pequeño, ¿lo sabías?
Él iba a decir algo, pero se detuvo cuando algo voló a su cara. Un cojín.
Mike y Sue se estaban riendo malévolamente, pero dejaron de hacerlo
cuando él lo lanzó de vuelta a la cabeza de Mike. Puse los ojos en blanco y
decidí centrarme en mi móvil, que vibraba.
Mi hermano me estaba llamando. Uy, qué raro. Seguro que quería algo.
—Hey, Spencer —lo saludé distraídamente mientras seguían volando
cojines delante de mi cara.
—Hola, hermanita —me dijo alegremente—. ¿Qué es de tu vida? Hace
mucho que no me cuentas nada.
—He estado ocupada con los exámenes y todo lo demás —obviamente,
solo Shanon sabía lo que había pasado con Jack esos meses—. ¿A qué se
debe esta inesperada llamada?
—¿Inesperada llamada?
—Vamos, Spencer, nos conocemos desde hace ya un tiempo.
—Desde que naciste, concretamente.
—Pues por eso, ¿qué quieres?
—¿Por qué asumes que quiero algo?
—Cambiaré la pregunta. ¿Qué has hecho?
—¡No he hecho nada, paranoica!
—Dime que no has dejado a tu novia.
—¿Mi nov...? ¡La dejé hace más de un año!
—Ah, sí, es verdad.
—Menuda hermana estás tú hecha.
—Bueno, ¿me vas a decir ya qué quieres?
—Bueeeeeeno... —suspiró—, tengo una sorpresa para ti.
Sonreí, más interesada.
—¿Una sorpresa?
Jack me miró con curiosidad.
—Abre la puerta de tu nueva casita —me dijo Spencer.
Por un momento, no reaccioné. Parpadeé varias veces antes de girarme
en redondo hacia la puerta. Jack enarcó una ceja. Debió pensarse que me
estaba volviendo loca.
Tranquila, eso ya lo pensábamos todos antes.
—¡No! —exclamé al teléfono, entusiasmada.
—¡Sí, abre de una vez!
Lancé el móvil al sillón y le dio a Mike, que soltó un gritito de protesta.
Fui directa a la puerta y la abrí de par en par. Mi hermano casi se cayó
encima de mí. El muy idiota estaba apoyado en ella. Dejó el móvil en su
bolsillo.
—¡Sorpresa! —sonrió ampliamente.
—¿Qué demonios haces? —quiso saber Naya, intentando asomarse
desde el sofá, intrigada.
—¡Spencer! —exclamé entusiasmada, rodeándolo con ambos brazos.
Él se rió y me devolvió el abrazo. Vale, hacía demasiado tiempo que no
lo veía. Incluso me daba la sensación de que se había entrenado un poco
más. Lo que me recordó lo poco en forma que estaba yo. Esperaba que no lo
notara.
—Um... —se separó y me tocó el brazo con una mueca—. Alguien no ha
estado entrenando mucho.
Pues nada.
—¿Qué haces aquí? —cambié de tema estratégicamente.
—Estaré aquí unos días por trabajo —se encogió de hombros—. Me
alojo en un hotel, pero pensé en visitarte. Y ver dónde demonios has estado
viviendo durante casi un año.
—¡Si solo llevo aquí unos meses! —tiré de su brazo y cerré la puerta—.
¡Ven, que voy a presentarte en sociedad!
—¿Que vas a qué...?
Me detuve en salón sin soltarlo. Todos se giraron hacia nosotros. Vi que
Jack levantaba las cejas, sorprendido.
—¿Spencer?
—¿Qué tal? —le sonrió mi hermano—. No os veía en mucho tiempo.
¿Qué tal, Will, Mike...? Whoa, Naya, estás muy... eh... muy...
—Soy como un huevo en el microondas a punto de explotar, lo sé —
masculló ella.
Silencio incómodo. Me aclaré la garganta.
—Ejem —atraje la atención de nuevo—. Creo que a la única que no
conoces es a Sue.
Mi hermano la saludó con un gesto en la cabeza y ella respondió igual.
La ternura personificada.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Jack, haciéndole sitio en el sofá.
—Tengo una convención por el trabajo y pensé en hacer una visita
sorpresa —miró a su alrededor, sentándose con nosotros dos—. Mi madre
quiere que la informe, pero no le digáis que lo he confesado.
—Es que es muy bueno guardando secretos —dije.
—¿Y qué te parece el piso? —preguntó Will.
—Cumple las expectativas —él se frotó la manos—. Con Jenny viviendo
aquí, me esperaba algo más desastroso.