Después de él

Capítulo 12

Me sentía como un objeto más en la sala, que solamente miraba 
como mi madre y su amiga, Amy, jugaban ajedrez. Yo jamás había 
entendido la reglas de aquel tablero y, por supuesto, tampoco me 
molesté en intentar hacerlo. Ambas se encontraban completamente 
sumergidas en el juego y observando cada movimiento que la otra 
hacía. 
Resoplé aburrida y fui hacia la cocina en busca de un paquete de 
galletas para después regresar a la sala y tomar asiento en el sillón 
pequeño. Mi celular vibró y estiré mi mano hacia la mesita de en 
medio para poder cogerlo. Era un mensaje de Harry preguntando si 
estaba libre en esos momentos. 
Miré por encima de la pantalla a las mujeres. Ellas volverían a jugar 
otra vez, de eso estaba segura. Llevé una galleta a mi boca y le 
respondí. 
Beck, H.  
Llego a tu casa en media hora.

Yo fruncí mi ceño y dejé de masticar. ¿Media hora? Estaba hecha 
un asco, desde las doce del medio día que me había despertado no 
salí de mi cama hasta que Amy llegó. Demonios. Rápidamente me 
puse de pie y dejé las galletas encima de la mesita, limpié mi boca 
con el dorso de mi mano y subí a mi habitación para coger la toalla e 
ir al baño. 
Me duché tan rápido que terminé rasguñándome el cuello, busqué 
en mi armario un pantalón y me di cuenta que no sería buena 
opción, no en mis días. La toalla femenina me incomodaba tanto 
cuando me ponía pantalón. Resoplé agotada y rebusqué un vestido 
del diario o una falda. Aunque estaba indecisa, no tenía idea alguna 
de a dónde iríamos, me quedé de pie pensando y mordí mis labios 
impaciente. 
Me arriesgaría. 
Volví a coger el pantalón azul mezclilla holgado junto a una blusa 
blanca y comencé a vestirme sin querer ver la hora, estaba segura 
que aún no rebasaba el tiempo. Fui al lavabo para cepillarme los 
dientes y me miré al espejo, se me notaban mucho las ojeras, ¿por 
qué carajo si había dormido hasta muy tarde? 
Guardé mis cosas en mi bolso de tela y miré la pantalla de mi 
celular. 18:50. Bien, solo fueron diez minutos de más, a parte, él aún 
no llegaba. Dejé salir un poco de aire y salí de mi habitación para ir 
a la sala con mi madre. Sin embargo, la sorpresa me la llevé yo al 
ver la silueta de una persona dándome la espalda. 
Harry
Me quedé de pie en el último escalón de la escalera mirando su 
espalda, la cual era cubierta por una chamarra de color café, llevaba 
unos vaqueros oscuros desgastados y un gorrito de tela gris cubría 
su cabellera en donde unos cuantos rizos se asomaban. 
El cuerpo del chico se movió y de un momento a otro, su mirada 
chocó con la mía. Mi mandíbula se tensó y sentí como la sangre se subía hasta mis mejillas. Me sentía completamente avergonzada. Él 
se había dado cuenta que lo estaba viendo sin descaro alguno, lo 
peor de todo es que no era la primera vez que me encontraba en 
esta situación, ya habían sido varias veces que me pillaba 
atisbándolo. 
—Hey— saludó, esbozando una sonrisa de oreja a oreja 
permitiéndome ver el par de hoyuelos en sus mejillas. 
—H-Hola, ¿qué tal? — balbuceé y me maldije. La sonrisa de Harry 
se agrandó y se acercó a mí. 
—Estás completamente roja— declaró y echó una risa por lo bajo. 
Yo apreté mis labios y agaché la cabeza, reí ante lo tonta que 
comenzaba a lucir en frente de él y negué varias veces antes de 
volver a mirarlo. 
—Que humillación. 
—Descuida— murmuró y dio un paso hacia atrás. 
Miré por encima de su hombro para ver a mi madre y a Amy quienes 
no se inmutaban por nuestra escena, seguían jugando y me 
pregunté si habían empezado, pero lo confirmé al ver que habían 
mas piezas que antes sobre el tablero. Regresé mi vista hacia el 
castaño quien me miraba con los ojos entrecerrados y la comisura 
de sus labios elevados, yo copié su acción y no pudo evitar reír. 
—¿Quieres que ya nos vayamos?— su voz ronca hizo que mi piel 
se pusiera de gallina. 
No fui capaz de articular algo, por lo cual solo asentí. Prefería 
responder con acciones en ese momento a que mi voz me fallara y 
terminara tartamudeando nuevamente, como muchas veces lo 
hacía.

Caminé hasta donde estaba mi madre y toqué su hombro, ella 
movió una pieza y me volteó a ver, quise hablar, pero en su rostro se 
dibujó una sonrisa traviesa y miró de reojo a Harry, se me hizo 
inevitable volcar los ojos mientras adquiría un enrojecimiento -una 
vez más-, en mis mejillas. 
—Nos vemos después— mascullé entre dientes, dándole un beso 
en la frente—. Hasta luego, Amy. 
—Hasta luego, Hasy, cuídate. Nos vemos pronto— la mujer sonrió 
antes de coger el vaso con jugo de uva y beber un poco. 
—Avísame a dónde irás, sé que acabas de cumplir la mayoría de 
edad, pero me dejas preocupada y luego nadie me da información 
sobre ti. Sé más responsable, Diane— mi madre reprendió. 
Quise decirle que no me llamara así, pero decidí dejarlo pasar y 
asentir varias veces. Caminé hasta la puerta principal y, antes de 
abrirla, la voz ronca y suave de Harry hizo eco en toda la casa: —No 
se preocupe, yo la traeré. Hasta luego, señora Bonnie. 
—Puedes subir los pies al asiento, no me molesta— Harry indicó 
mientras conectaba su celular al estéreo de la camioneta. 
Yo sólo asentí, sin embargo, no lo hice, no podía. Él me estaba 
dando mucha confianza y yo no quería tomarla de una forma rápida, 
quería que las cosas fluyeran poco a poco, aunque creía que ya 
estaban yendo a una velocidad que yo no podía controlar. 
Miré a Harry quien revisaba algo en su celular con el ceño fruncido, 
yo desvié mi mirada hacia la ventana y observé como el cielo ya 
estaba teñido de un color oscuro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.