Sus ojos se abrieron asustados cuando el timbre de su celular se hizo tan insistente que de seguro conseguía escucharse hasta el otro lado del país. Contestó de inmediato aún en medio de la nube de somnolencia en la que aún se encontraba.
— ¡Voy!
— ¡Nerd! ¡Si no sales en los próximos cinco minutos te largaré!
— ¡En serio ya voy!
Pero Katsuki Bakugo sabía que eso no iba a ser posible, por lo menos en los próximos diez minutos o más. Del otro lado de la línea se escuchaba el sonido de los trompicones, cosas cayéndose y maldiciones amortiguadas, quizás por uno o más golpes, mientras de seguro Izuku intentaba cambiarse lo más rápido posible. Una ligera sonrisa se comenzó a dibujar en el rostro mientras se imaginaba la posible escena. Conocía bastante bien a ese nerd, de la misma manera que un libro abierto. No había necesidad de verlo para saber que se había quedado dormido y que intentaría salir todo apresurado. Sí, Izuku Midoriya era un desastre de persona, pero de alguna manera era precisamente eso lo que más le agradaba del nerd, aunque quizás esa pieza de información se lo llevaría hasta la tumba.
— ¡Te juro que si haces que llegue tarde el primer día de clases… nerd!
— ¡Ya estoy! ¡Ya estoy!
Katsuki negó con suavidad mientras colgaba la llamada y se recargaba contra el muro enfrente de la puerta del departamento del pecoso, dándose el privilegio de perderse en sus pensamientos, al mismo tiempo que una nueva sonrisa pacífica se dibujaba en su rostro.
Si tres años atrás alguien le hubiera dicho que iba a estar afuera del departamento de Izuku Midoriya, su amigo de la infancia, a quien había atormentado un día sí y el siguiente también, lo habría mandado a volar con una de sus explosiones más poderosas sin una pizca de duda o arrepentimiento. Además, si ese mismo alguien le hubiera dicho que superarían todas sus diferencias, que volverían a ser amigos e incluso comenzarían a salir juntos, como juntos en pareja en una relación amorosa y que por eso sería capaz de esperar por el peliverde sin importar el tiempo que este tardara en arreglarse ocasionando que muy probablemente llegaran tarde a la UA, no solo le explotaría la cara, sino que se encargaría de que nunca volviera a ver la luz del sol.
Pero las cosas habían cambiado. No era el mismo de hace tres años, mucho menos era el mismo de cuando eran unos simples infantes. Quería creer que los cambios habían sido para bien y que ese primer día como novios oficiales era el comienzo de algo realmente bueno. Incluso estaba trabajando en controlar su mal carácter, aunque sabía que eso se debía en mayor medida por influencia del propio Izuku y también por todo lo que habían experimentado durante la guerra.
— ¡Aquí estoy!
Incluso ver la sonrisa de Izuku tenía un efecto reconfortante y cálido dentro de su corazón. Aún le parecía increíble que ambos sobrevivieran. Habían coleccionado un sinfín de cicatrices por todo el cuerpo. Cicatrices que nunca se borrarían, pero eso era algo que no le importaba. Incluso con el nuevo peinado del nerd y la cicatriz que le atravesaba medio rostro, a él le parecía simplemente perfecto.
De manera instintiva, el rubio llevó su mano izquierda a la mejilla pecosa al ser consciente de la proximidad de su pareja como si quisiera memorizar cada detalle de las facciones del chico. Como si quisiera contar cada una de las pecas que parecían resaltar con ese hermoso tinte rosado que comenzaba a aparecer lentamente en su rostro.
— ¿Ka…?
— ¡Izuku no te olvides de tu almuerzo!
— ¡Rayos! … ¡Ya voy mamá!
Izuku murmuró por lo bajo con una sonrisa apenada en dirección al rubio antes de volver corriendo al interior de su apartamento como el torbellino apresurado que era el pecoso. Katsuki blanqueó sus ojos, con su mano aún tirante y cosquilleante por la ausencia de la calidez de la piel del peliverde.
— Este idiota… ¿Cómo pude convertirme en su novio?
Mencionó con un tono de voz que para los demás podría sonar inapropiada, pero que carecía de todo el resentimiento de años anteriores. Incluso el “idiota” había sonado con un deje de cariño nada habitual en el explosivo rubio.
“Novio”
Aquella palabra aún le sonaba extraña para referirse a ambos. Por años su única meta siempre había sido el convertirse en el héroe número uno luego de superar a All Might. Algo como el amor nunca le había interesado, pero Izuku siempre había sido la gran excepción. Siempre había sido capaz de verlo cuando nadie más lo hacía, pero se había dejado llevar por su orgullo en más de una ocasión y se había cegado tanto que había sido capaz de lastimarlo una y otra vez. Le tenía miedo a todo lo que era capaz de sentir por ese pequeño bastardo, así que intentó apartarle de la peor manera. Pero aquello había cambiado al descubrir que Izuku había heredado el poder de All Might. El odio se había convertido en resentimiento y al mismo tiempo en arrepentimiento.
Comprendió poco a poco todo lo que Izuku había sido capaz de llevar a cabo para hacer suyo un poder con el que no había nacido, con tal de cumplir con las expectativas de su mentor. Lo vio sufrir. Lo vio quebrarse una y otra vez los huesos de su cuerpo. Lo vio caerse. Lo vio derrumbarse. Pero al mismo tiempo lo vio levantarse una y otra vez. Lo vio no darse por vencido. Lo vio convertirse en un auténtico héroe y entonces su sueño de convertirse en el héroe número uno evolucionó, y comprendió que eso no podía pasar si no era capaz de tener a Izuku a su lado, combatiendo hombro contra hombro a los villanos.